jueves, 10 de mayo de 2012

Acontecimiento


Primer Concilio de la Iglesia
           Lo que nos trae hoy la 1ª Lectura es el primer Concilio de la Iglesia. Un acontecimiento de la máxima envergadura, que reunía a todos los diversos responsables del momento: apóstoles y “ancianos” (=presbíteros u obispos) del momento.  Consecuencia de los movimientos integristas surgidos desde el judaísmo, había que dilucidar, y no era para hacerlo con modos de pensar particulares.  Habiendo escuchado a Pablo y Bernabé, Pedro se pone en pie y explica que él mismo ha tenido la revelación de que los gentiles (no judíos ni descendientes de la doctrina de Moisés), eran llamados igualmente a la Iglesia de Jesús, y recibían el Espíritu Santo, igual que ellos mismos.  Por tanto, no han tenido la circuncisión, y han recibido al Espíritu.  Luego el Espíritu de Jesucristo, el Fundador de esta Iglesia, no pide la circuncisión como condición.  Santiago interviene y señala los 3 aspectos en que ha de conservarse una unidad básica entre unos y otros: evitar la idolatría, la fornicación y respetar la vida. (Ese es el tema de no tomar sangre de animales estrangulados, que conservan dentro toda la sangre…, y la sangre –en esa cultura- es el vehículo de la vida).  Quedaba zanjada la cuestión esencial que había provocado aquel Concilio.
             En el Evangelio, otro acento básico: la Iglesia no es un invento humano, sino que  como el Padre me envió –con los mismos poderes y responsabilidades de obediencia a Dios), así os envío Yo.  Ni integrismo ni progresismo: ¡IGLESIA!, que es UNA, SANTA, CATÓLICA Y APOSTÓLICA. Y no hay más facciones que tiren de la manta hacia una esquina particular.

FLOR A MARÍA
             Maria es Tipo de la Iglesia.  Modelo.  Prototipo. Ejemplo. Parte nuclear hasta el punto de que lo que se dice de María se dice de la Iglesia.
             Mi “flor” de hoy es el amor rendido a Maria. La obediencia filial para “hacer lo que Él me diga”.   Gozo profundo que me haga SENTIR con inconfundible fidelidad la seguridad de que en mi pobre caminar hacia la meta, contando con mis deficiencias y carencias, no mires, Señor, nuestros pecados sino LA FE DE TU IGLESIA.  En Ella, tal cual es, con su realidad humana y su abrazo divino que la perfecciona y santifica, me apoyo. O sea: me apoyo en María, que me conduce a esa Iglesia, con su arte y amor de MADRE Y MAESTRA.

2 comentarios:

  1. José Antonio8:28 p. m.

    Qué grandeza la de sentirnos y ser Iglesia en y por María. Modelo de obediencia, no una obediencia ciega, estéril, sino una obediencia de abandono y confianza en el Señor.

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  2. La iglesia como una madre siempre me acoge y me consuela y si corrige lo hace como lo haría una madre con amor .Que sería del
    mundo sin los religiosos y religiosas .Doy gracias a Dios por todos ellos,todo mi agradecimiento no olvido lo mucho que les debo ,son como las estrellas del firmamento que te descubren que hay un cielo .

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