jueves, 31 de mayo de 2012

LA VIRGEN E ISABEL


LITURGIA DEL DÍA
Hoy es FIESTA  de la Vista de la Virgen a San Isabel. Por ser último día de Mayo, por ser una fiesta litúrgica (ya sabemos lo que eso significa), comienzo hoy por este punto.
El Evangelio nos cuenta aquella llegada de María a casa de Isabel en la montaña de Judea. La muchacha de Nazaret se había tenido que hacer 160 kilómetros para llegar allí.  Y fue anunciar su llegada desde la puerta de la casa, e Isabel se conmovió en lo más hondo de su persona y gritó de gozo, reconociendo milagrosamente el misterio que se había realizado en María. La bendijo, la alabó, la proclamó dichosa entre todas las mujeres.  Y la misma Isabel notó cómo se revolvía en ella una fuerza especial inusitada: El Espíritu Santo la había cogido por dentro, y el Niño de sus entrañas, había saltado de gozo en su vientre…, porque la ha visitado la MADRE DE SU SEÑOR.  María no negaba nada, pero cuantas alabanzas recibió, las transportó hacia el Señor, el Dios que había hecho las maravillas en Ella.
La 1ª lectura, del gran capítulo 12 de San Pablo a los fieles de Roma, sería como la plasmación detallada de cómo es María. E invito a la lectura de ese capítulo, más que copiarlo línea a línea.


LAS LECTURAS EN LA MISA
Por supuesto, lecturas de la Sagrada Escritura, Palabra de Dios. Habíamos hecho una oración de peticiones (Oración “colecta”). Y la respuesta de Dios está en su Palabra. No queda baldía la petición. No van aparte y como “otra cosa” las Lecturas.  Hemos pedido a Dios y Dios responde. Estamos ante el diálogo entre Dios y el hombre; el hombre y Dios.  La MISA no se divide en “partes”;  constituye un todo único y bien concatenado.  Una Asamblea unida, que pide unida, que ya se le ha hecho así presente Cristo, ahora se desdobla esa Presencia –digámoslo así- en formas concretas.
Las LECTURAS tienen –para entendernos- su parte sacramental, por cuanto están destinadas a hacer lo que dicen, a hacer presente la historia de la salvación que ha escrito Dios…, que ha realizado, y que realiza hoy.  [He ahí una razón por la que la forma de decir la liturgia de la Iglesia, no se anuncian las lecturas como narración pasada, como podría leerse un trozo del Quijote y se acabaría diciendo: “ES del Quijote”.  Con muchísima más fuerza y PRESENCIA, LO QUE SE PROCLAMA no es un recuerdo de cosas pasadas, sino que cuando se ha puesto delante un episodio de la Historia de Dios con los hombres, se afirma tajantemente, “a plomo”, como si dijéramos: ”PALABRA DE DIOS”.  ¡Habla Dios!  Lo que nosotros hacemos es simplemente prestarle nuestra voz, pero podríamos decir que con temor y temblor, porque HA HABLADO LA BOCA DE DIOS.
            Y si ha hablado Dios, si se nos ha hecho presente el Señor:  “PALABRA DEL SEÑOR”, con los fieles puestos en pie porque Jesús se ha manifestado en nueva presencia casi sacramental, lo que ahora debe seguir es una conciencia personal activa de que a mí ha llegado personalmente Dios, Jesús, y me ha dicho algo PARA MÍ;  no una historia pasada, ni una palabra enlatada y sacada del polvo viejo de la Biblia.  ME HA HABLADO DIOS, y ahora se está preparando EN MÍ en “material” de un quinto evangelio, en el que el personaje Jesús es el protagonista, y los otros personajes soy yo mismo…, y en mí se realiza y actualiza la PALABRA PROCLAMADA.

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