jueves, 15 de diciembre de 2011

RECIO Y CABAL

RECIO Y CABAL
Jueves 3º adviento.

Merece la pena pararse en la figura de Juan, que no siempre tiene buena prensa, sobre todo cuando se pretende hacer el Evangelio un libro de aventuras de caramelo. Pero Jesús define al Bautista –el Profeta-puente entre el Antiguo y Nuevo Testamento-, su Mensajero propio, quien lo señala a Él como el Mesías salvador. Y lo define como “el más grande de los nacidos”, el hombre recio-roble que no se doblega, que afronta el martirio por honrado, sincero y veraz, y el que no entiende de vestidos suaves. “¡Más que Profeta!”. Y quienes escucharon a Jesús, bendijeron al Señor.



María llegó a su casa natal, la de siempre, donde se había criado. Gozó mucho. Su patio de macetas, su horno frente a la puerta, sus habitaciones, parte excavadas, parte exteriores, y sobre una de ellas la azotea, esa casi sagrada azotea desde donde oraban cada día vuelto el cuerpo hacia Jerusalén. Ana, su madre hacendosa; Joaquín, su padre heroico, que había sacado siempre adelante aquel hogar sin unos medios que le sobraran.

Su casa por breves días. Porque la boda estaba ya encima. Ya estaban en marcha los preparativos. Sus ropas de fiesta (“su traje de novia”, y esos detalles que eran propios de una boda judía. Las idas y venidas a aquellas que serían sus “damas de honor”, entre las amigas jóvenes. Toda la inmensa ilusión de una muchacha que se va a casar.

José, por su parte, alternando su trabajo y sus preparativos. Su corazón estaba ya preparado para recibir sin temor a María, la esposa que ya llevaba dentro un hijo, JESÚS, que era del Espíritu Santo. Lo nunca visto, ni imaginado. Y del que él, José, iba a ser “padre” por orden y deseo de Dios. Una boda singular, cuyas consecuencias posteriores ni pensaba ni quería pensar. José había entrado en el ámbito de Dios y se dejaría llevar.

Y llegó el día. José –con sus ropas de fiesta y su turbante de distinción- se dirigió a casa de Joaquín, rodeado igualmente de su cortejo de jóvenes amigos. Saludó, se dirigió al padre de familia y le hizo la entrega simbólica por la que María pasaba a ser su esposa y la señora y dama de su hogar.

María salió de su aposento. José la vio deslumbrante, con emoción honda de su alma. María sentía latir su corazón más que de ordinario. De suyo, abandonaba su casa y empezaba una vida nueva, llena de misterios futuros, porque bien sabía que estaba dentro del ámbito der Dios. Y Dios tendría que ir aclarando.

Las fiestas fueron alegres y amplias, como se acostumbraba entre los judíos. Y cuando acabó todo aquello, empezó esa vida diaria. José que salía con su cestillo de comida para ir al tajo; María se lo había preparado con cariño, y con esa limpieza –incluso exterior- que brotaba de su espíritu inmaculado- Mucho más felices eran el día que José trabajaba cerca, o en el pequeño taller que estaba en su patio, a la derecha de la entrada. Ese día comían juntos, hablaban mucho de sus cosas, disfrutaban de la mutua compañía.
Por la mañana temprano María iba a la fuente, amasaba y cocía el pan, limpiaba y dejaba todo en su sitio, y como un sol… Por las tardes se salía a la puerta y departía con sus vecinas. Disfrutaban ellas de aquella manera de conversar, exponer, elevar el pensamiento aquella su nueva vecina del lugar. María atraía. Con Ella se estaba seguro. Todas tenían “guardadas las espaldas”. Y cuando entraban en tema de la Historia de la salvación, María rebosaba. Allí era como si hablara alguien más que ella sola. Sentían a a Dios.

Y así se desenvolvieron días y días, con toda naturalidad. Hasta que una tarde, al regreso de José, María planteó una duda que le venía rondando el pensamiento: - José, ¿qué significará que el Niño tiene que nacer en Belém? La pregunta era muy seria y habría que reflexionarla… ¿Era una expresión judía por aquello de la ascendencia de José? ¿Era otra cosa?...

2 comentarios:

  1. me encanta el comentario del evangelio y las historias de Jose y Maria, yo tambien pienso y creo que lo esta contando el Padre pudo suceder, tengo muchas peliculas de la infancia de Jesus y de sus padres que no son muy conocidas y todo esto ayuda a hacerse una idea de como era la vida de entonces, esto tambien ayuda a entender a la sagrada familia de nazareth.

    Con todo lo que ha escrito podria hacerse un libreto para los niños y jovenes, estas historias enganchan.

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  2. Tengo en mi mente, Ana Mari, esa idea, y hoy mismo la comentaba con personas a quienes he dedicado mi día sacerdotal: una recopilación de esas contempaciones mías, que irían, parte por "la red"; parte en algunas páginas a fotocopiar.
    Luego nay que contar con lo que mi tiempo da de sí y lo que no da de sí. lo que da de sí.

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