viernes, 23 de diciembre de 2011

"JUAN ES SU NOMBRE"

“JUAN ES SU NOMBRE”
23 diciembre

Doy por uno de los momentos más solemnes de esta parte del Evangelio el momento en que Zacarías pronuncia aquellas palabras: “Juan es su Nombre” Y simultáneamente rompe a hablar. No dice que se va a llamar por una especie de capricho del matrimonio. Es que el niño aquel trae ya su nombre. Y eso era muy significativo a un judío. “Juan” es MISERICORDIA DE DIOS. Y Zacarías rompe a hablar. Y los familiares, vecinos y amigos se platean necesariamente: ¿Qué va a ser este niño”. Toda la 1ª lectura es el florilegio de Juan, anunciado desde tiempos atrás: “mi mensajero, el de la alianza que vosotros deseáis”, “quien prepara mi camino”; “al que nadie podrá resistir el día de su venida: lejía que limpia a fondo; fuego de fundidor que refina la plata”, “Elías que convertirá los corazones”, pararrayos del futuro.



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No puedo plasmar todo lo que hoy hallé en ese Niño que acuno en mis brazos… Se abre un mundo en ese elocuente silencio que enseña. Y si ayer se habló de renunciar a, es evidente que el corazón humano no se ha hecho para quedar en vacío. Se renuncia a lo que sobra, a lo que impide, a lo que ocupa espacios inútil o dañosamente.
Ahora viene el caudal nuevo que debe llenar. Y el Niño sigue diciendo en su silencio: ¡mírame!: niño, indefenso, sin palabras, pobre, , por cuna, la frialdad de un pesebre, o ahí dejándome calentar en tus brazos… Y estudia y aprende: a vivir en adelante una vida sobria y honrada. Sobrio supone vivir con lo necesario, y aun así, sobra algo. Desde luego te sobran muchas cosas; puedes prescindir de muchas cosas. Empezando “por dentro”: curiosidades, justificaciones, preocupaciones, “el día de mañana”… Y posiblemente, mucho, ¡muchísimo del día de ayer!.
“Ayer” fue el que fue. A Mí ya se me ha olvidado. Pero hay cosas que producen mal en ti o a tu alrededor: “córtate la mano, córtate el pie, arráncate el ojo”. ¿Qué pareCe que soy un Dios de mancos, tuertos o cojos? Nada de eso. Pero “ayer” hay que borrarlo, ¡pero borrarlo! En toda esa parte que es tu lastre. Sé sobrio, sé persona. Sé dueño. Será el pasado que sea: que Yo no me fijo ya, ni el planteamiento de Belén lleva a volver atrás. Pero, y mañana ¿qué? Ésta es la sobriedad que te pido.
Sobrio que equivale a honrado, con la honra de Dios, el honor a Dios, el estilo de Dios, el tomarse tan en serio a Dios que no se le pretenda simplemente acurrucar en los brazos “dulcemente”, engañosamente, y hasta puede llegar a ser “falsamente”. HONRADO es todo un reflejo del brillo de Dios. Y ahora, ¡aplica! Que las palabras son muy fáciles de pronunciar, pero no tienen valor hasta que no empiezan a traducir ese “esperanto” que los humanos pretendieron inventar (la lengua común para todos y que en realidad no es de nadie ni sirve para nada).

José iba todavía de camino. La Madre, más inteligente que nadie, se ha hecho la distraída y busca disimuladamente un rayo de sol. Pero en realidad me ha dejado a solas con Jesús, el Niño, la elocuencia silenciosa a gritos.
San Ignacio, que no se deja nada atrás, escribe al final de la contemplación del Nacimiento: “Mirar y considerar cómo María Y José han caminado y trabajado para que el Señor nazca en suma pobreza, y al final de tantos trabajos, e hambre y de sed, de calor y de frío, de injurias y afrentas, para morir en cruz y todo esto POR MÍ”.

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