lunes, 12 de diciembre de 2011

NO ES AHORA

LO VEO, PERO NO ES AHORA
Lunes 3º adviento

Hoy entre en liza el profeta Balaán, que se describe a sí mismo como hombre de ojos perfectos. No; no es una fanfarronada. Es como una visión en más cercanía que las de Isaías. De hecho Balaán ve ya alineadas las tiendas de Israel
Su anuncio es ya de un avance de la tribu de Jacob, y un subir el cetro de Israel. Nos encaminamos hacia esa generación de Jesús, desde su realidad humana.
El Bautista, figura importantísima del adviento, es tomada por Jesús –en su conversación con los jefes que le piden cuenta de sus obras- como un símbolo por el que merece la pena responder les o no. Y en el dilema que usa Jesús, quedan cogidos en la trampa de no haber aceptado al Mesías.



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Con los viajes pasa esto: que uno quisiera salir antes, y luego las circunstancias mandan e impiden salir a “su hora”. El jefe de la caravana, que se había responsabilizado de dejar a María a buen recaudo en su ida a la montaña, ha de buscar y tantear, hasta que dio con la persona de confianza que le garantizara.
Y, por fin, ya veis que más tarde de lo previsto, emprendieron la marcha. Estaba cerca: a unos 8 kilómetros hacia la montaña de Judea. No hacía mucha falta darse prisa. Y el fiel emisario se mantuvo junto a María hasta que –preguntando aquí y allí, los vecinos le dejaron en la puerta de la casa de Zacarías.

María llamó desde fuera a Isabel para anunciarse. Cuando Isabel salía, María se adelantó y entró en la casa y saludo a Isabel. Aquello fue como un terremoto. En cuanto el saludo de María llegó a su parienta mayor, se levanta una catarata de emociones en los que Isabel nota claramente que el hijo de sus entrañas da saltos en su vientre. Y a voz en grito, –muy propios de la cultura hebrea- comienza a decir, llevada por un Espíritu superior (“había quedado llena del Espíritu Santo”, nos dice el evangelista): “bendita Tú entre las m mujeres, y bendito el fruto de tu vientre”.
Zacarías salió precipitadamente, entre asustado y curioso: ¿qué pasaba allí? ¿Qué le había ocurrido a su mujer? Yo no sé si Isabel tuvo siquiera en ese momento una palabra explicativa de que aquella muchachita era su pariente María… Más bien fue María la que se adelantó a saludar a Zacarías. Seguía Isabel en sus mil revoluciones por segundo, como abstraída de todo lo demás.

Podemos imaginar la cara de sorpresa y admiración de María. No había mediado palabra ni explicaciones. Ella no había hecho más que saludar, y no salía de su asombro. Pero es que Isabel seguía en su paroxismo místico (allí solamente podía haber hablado Dios), y a María se le viene encima aquello, que es un reconocimiento público del misterio que había guardado con tanto celo.. ¿Quién soy yo –sigue exclamando Isabel- para que me visite la Madre de mi Señor? ¡Dichosa tú, que has creído, porque lo que ha dicho el Señor, se cumplirá". Zacarías mismo estaba absorto. [Me dijo una vez un tocólogo que lo que los saltos del feto de 6 meses de gestación eran imposibles” Yo me limité a responder que donde todo lo que se está desenvolviendo desde la Encarnación es algo inaudito, poco podría extrañarme los saltos del niño en el seno de su madre].

Isabel se calmaba. María estaba con los ojos bajos, entre extasiada y pudorosa. Y cuando ya pudo hablar, lo que más me encanta es que María no dijo a nada que no… No podía decirlo. Pero en la vida existen personas muchas alabanzas que parecen quererse como quitar uno de encima. Por supuesto María no es así. Cuanto Isabel le ha dicho es verdad. ¿Qué es bendita y agraciada entre todas las mujeres? - Es verdad. ¿Qué es bendito el fruto de su vientre? - ¡Sin la menor duda! ¿Qué la llamarán bienaventurada todas las generaciones? - Lo más seguro. ¿Qué el niño de Isabel dio saltos en el seno de su madre al saludar Ella, que llevaba dentro al propio Hijo de Dios? - Pues no le extraña nada…
¿Qué hace entonces María? Sentirse Ella más nada, más pequeña, y llevar hasta Dios todas las alabanzas juntas Proclama mi alma la grandeza del Señor, y mi espíritu se goza profundamente en Dios, mi Salvador. Ahí se vuelve todo su ser. Ahí ya pueden caer en Ella todas las alabanzas. Sabe muy bien que no son de ella ni para Ella. Es el Dios inmenso que mira lo pequeño, que tiene predilección por el pobre y el que no es nada…, como lo hizo siempre con Israel, desde la promesa hecha a Abrahán y su descendencia.
María está sumida en una inmensa admiración, y así se va desenvolviendo este momento tan especialmente “explosivo” de su llegada.

Todo se calmó… Comenzó la vida ordinaria. Comenzaba para ella aquello para lo había ido… Y casi a cada instante, como un suspiro desu alma, sentía que proclama la grandeza del Señor, que fijó los ojos en Ella, tan pequeña…

1 comentario:

  1. El que no acepta al Mesías, es hoy, aquel que se niega a creer en El. También es aquel que no hace lo que el dice, sino que hace lo contrario. Y se jacta de estar bien. El que se resiste a cambiar, tampoco acepta al Mesías plenamente. El que piensa que ya purgaré en el purgatorio, está jugando con "fuego". Algunos pueden utilizar el purgatorio como escapada fácil para hacer otras cosas en vez de lo que Cristo les enseña.

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