viernes, 6 de abril de 2012

MUY VIERNES SANTO

Muy Viernes Santo. Para Jesús ha amanecido un día al que no le verá ponerse el sol, porque se apagará mucho antes en su mismo personal horizonte. Ha visto la madrugada… El “juicio” religioso, tan amañado de antemano, y muy tempranero para pronto llegar al final deseado por los criminales deseos de Sumo Sacerdote y el Senado del Pueblo. Las 6 de la mañana, muy probablemente. Intentos den “dar forma legal”: testigos (eso sí: falsos, sin estar acordes), y Caifás en provocador para acabar pronto con el asunto. “Reo de muerte” para las 6’30 o poco más, y mensajeros a Pilato para que reciba aquella causa urgente, y fuera del Pretorio, para ellos, los santones, no contaminarse pisando suelo pagano. El corazón sucio no les contaminaba para comer ellos “su pascua”. Antes de las 7 está Jesús maniatado ante Pilato. Y Pilato se ve todavía entero y pide la razón de la condena. ¡Una ofensa para los Senadores!, que si no fuera un malhechor, no te lo hubiéramos traído. Tira y afloja, acusación de “”hacerse rey”, e interrogatorio directo de Pilato que saca la conclusión de que o aquellos están llenos de odios y envidias, o que Jesús es un iluso loco que sueña en un reino que no es de este mundo y con “la verdad”. ¿Y qué es verdad para un escéptico romano? Evidentemente no hay causa de muerte. Y el tiempo avanza…

“Es que altera al pueblo, empezando por Galilea”. Y ahí se agarra Pilato para quitarse el engorro. Remite a Herodes, entre el disgusto de los jefes judíos. Muy temprano es para un hombre de tanta molicie. Le llega la embajada que le anuncia. Y mientras se dispone –por cierto muy contento- y mientras levanta de sus lechos a la corte, a la que quiere presente en el juego, se echan encima las 8 u 8’15. Para Herodes es una fiesta que ofrece a sus cortesanos; una diversión con el hombre de los milagros. En los judíos impaciencia no contenida. Cuando entran con el preso en el Salón del Trono y con la corte situada en aprisco, Herodes ni se interesa por la causa. Le interesa divertirse, cumpliendo su sueño de conocer a Jesús, y dispuesto a soltarlo al precio de unos milagros hechos allí en su presencia. En Jesús, silencio total; ojos clavados en el suelo. Dolor en su alma por estar ante aquel engendro de vicios. Los sacerdotes acusando sin parar. La corte con sorna porque el “jefe” no sale con su intento. Y Herodes que cambia una fiesta por otra –al fin y al cabo se trataba de divertirse, y manda traer una túnica brillante de burla y así, mofándose de aquel tonto que no ha sabido sacar su libertad de forma tan barata, lo reenvía a Pilato. Podría ser las 8’45. Un regreso con las gentes ya levantadas y viendo pasar la comitiva, entre juicios de muchas clases, y la b burla del árbol caído, que es lo más fácil.

A las 9 se encuentra Pilato con lo que pretendió evitarse. Sólo ha conseguido la vuelta a la amistad con Herodes. Pero la patata caliente le vuelve a sus manos. Y mientras declara la no culpabilidad del acusado –ratificada por Herodes-, irrumpen en la plaza –en ritual anual- el grupo de gente bullanguera que viene a pedir la liberación de un preso, por ser la víspera de la “pascua”. Pilato juega la baza de proponerles dos personajes tan contrarios como Jesús (sin causa pendiente) y Barrabás (un sedicioso), seguro de su victoria sin mojarse las manos.

No contó con la serpiente reptante del mundo judío, de los sacerdotes que odiaban a Jesús y que tenían ascendencia sobre el pueblo y que envenenaron a los jóvenes festivos, y cundo Pilato sale a ver el veredicto, se lleva el disgusto y la sorpresa de que Barrabás es indultado y para Jesús se pide la cruz. No se lo explica. Forcejea, pero reculando siempre. Y la pendiente hacia abajo ya no tendrá vuelta atrás. El recurso absurdo al “castigo” no hace sino prolongar los sufrimientos de Jesús. Las 9’45…

Cuánto duró el castigo, debió ser mucho tiempo, incluyendo el proceso de la flagelación y luego la coronación burlesca de lo soldados. Nos hemos metido muy fácilmente en las 10’30. En el nuevo tira y afloja de presentar al pueblo al pobre hombre, y todo ese juego trágico de Pilato, que no quiere y recurre a un ridículo intento de “picarles el amor propio”, de la esposa que le manda recado de que no se implique en ese asunto, del pueblo exaltado cada vez más… Y las 11 en que pronuncia, aburrido de ver que no adelanta nada, la terrible sentencia: IRÁS A LA CRUZ.

Toca sacar precipitadamente a dos malhechores de la prisión, a preparar todo el cortejo para emprender la marcha al Calvario que, aunque cerca, va a hacerse muy lento por el agotamiento de Jesús, la búsqueda del hombre que va a tener que llevar el madero (porque Jesús no puede), y el trayecto que se podía hacer en poco tiempo, se retrasa necesariamente, por mucho que la soldadesca pretendiera meter ritmo a aquella lúgubre procesión y vía crucis. El hecho es que son casi las 12 cuando están ya clavando las manos de Jesús al madero, entre las convulsiones de su cuerpo entero, y las 12 cuando izan el cuerpo y fijan el madero al mástil vertical.

El resto, quedaría resumido y reducido a las siete palabras de Jesús, mientras una masa de hienas vociferantes y blasfemas se mofan de Jesús y le retan a bajar de la cruz…

Las 3 -la hora nona- será el momento de expirar, una vez depositada su alma en las manos del Padre.

Aún han de soportar sus deudos la profanación del cadáver, cuando aquel soldado tiene la ocurrencia de coger su lanza con la mano izquierda (costumbre normal en posición de combate, en que embrazan el escudo con la derecha), y asesta el golpe certero que atraviesa de izquierda a derecha y abre el Corazón de Cristo.

Puerta abierta para nosotros. Fuente de AGUA VIVA de nuestro Bautismo de identificación con Jesús, y SANGRE DE EUCARISTIA para acercarnos allí mismo y comulgar EN EL COSTADO ABIERTO del Salvador.

Soledad de MARÍA. Providencial llegada de dos amigos que estaban ocultos pero que ahora se siente fuertes; DESCENDIMIENTO de la cruz y SEPULTURA allí cercana. Y precipitada, porque se echan encima las 6 de la tarde, en que comienza el gran día –aunque ya vacío de contenido- de los judíos.

REDENCIÓN CONSUMADA, aunque pendiente de ese “después”…

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