miércoles, 1 de mayo de 2019

1 mayo: San José Obrero


LITURGIA        San José obrero y comienzo del mes de MARÍA.
                      La celebración de esta fecha de San José no tiene rango especial en la liturgia, ni unas lecturas propias. Aparte de las que el nuevo leccionario pueda haberle puesto, me decanto por la lectura continuada del Tiempo Pascual a la hora de hacer un comentario en el blog.
          Tomada del libro de los Hechos (5,17-26), nos cuenta una persecución más por parte de los saduceos y sacerdotes, que acaban metiendo en la cárcel a los apóstoles. Y dice expresamente que aquellos hombres estaban llenos de coraje. Lo que ya expresa la falta de objetividad de su proceder, puesto que no actúan por razones sino por esa reacción visceral que les sale de dentro de sus malas intenciones.
          Pero el ángel de Dios abrió la prisión a los apóstoles y les encargó ir al pueblo a enseñarles el mensaje de la salvación y el modo de vida de los creyentes en el Cristo de la resurrección.
          Cuando por la mañana se reúne el tribunal para juzgarlos, mandan por ellos a la prisión y el carcelero viene diciendo que han encontrado las puertas de la celda cerradas con sus barrotes echados y a los centinelas guardando, pero al abrir la celda no han encontrado a los presos.
          No se explicaban qué podía haber ocurrido, máxime cuando se presentó uno a comunicarles que los presos que metieron en la cárcel están públicamente explicando a la gente en el templo.
          Enviaron guardias y al comisario que los trajo sin emplear la fuerza, porque temían al pueblo que los apreciaba, y podían reaccionar contra las autoridades.

          En el evangelio seguimos con Nicodemo en su diálogo con Jesús (Jn.3,16-21), aunque a partir de aquí ya no hay preguntas y respuestas sino que Jesús explica a Nicodemo y le profundiza aspectos de la fe: Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él. Ayer planteaba la novedad de un Mesías que padecería (sería puesto en alto). Hoy ya avanza sobre “la entrega”, expresión que significa entrega a la muerte, cosa que ya debe haber asumido el fariseo. Y lo entrega para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. Son afirmaciones inmensamente profundas y consoladoras; que por eso las transcribo en negrita, para hacer resaltar y que la atención se fije en ello. Con las consecuencias lógicas y repercusiones que eso tiene que tener en la vida de los hombres. El que cree en él, no será condenado. El que no cree, ya está condenado: se ha apartado él mismo de la línea de la salvación: porque no ha creído en el Hijo de Dios. Ésta es la causa de la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas, pues todo el que obra perversamente, detesta la luz y no se acerca a la luz para no verse acusado por sus obras. Dicho con el estilo de Jesús, expresa fácilmente que el que no tiene la conciencia tranquila, trata de disimular o de justificarse. Pero su conciencia le recrimina: sus obras le acusan. ¡Y desgraciado del que ya ni le acusa su conciencia! El que vive en la verdad, se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios. El que vive rectamente, es claro como el agua.
 
          Comienza el mes de María. Lo primero que se viene a la mente es ese canto tradicional que hemos cantado todos desde pequeños: Venid y vamos todos con flores a porfía; con flores a María, que Madre nuestra es. Aunque se suele viciar el 2º verso, tiene su pleno sentido: “Con flores a porfía” indica el cariñoso pugilato de cada uno de los hijos por unirse a los demás “a porfía” para llevar esas flores (porfiando quién puede ofrecer lo mejor). Y evidentemente, aparte de las flores naturales –que son aún humanamente un modo de expresar cariño, afecto, manifestación de amor y reconocimiento-, encierran más allá el ofrecimiento de aquellos detalles que se viven en obras que agraden a María y sean el verdadero regalo que se le ofrece a través del mes. Y si somos capaces de ofrecer cada día un pequeño detalle, al final del mes hemos constituido un ramillete que merece la pena.
          Coloquemos la imagen de María en lugar preferente de la casa, que llame a la atención de los que entran, jóvenes o mayores.

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