sábado, 11 de mayo de 2019

11 mayo: Tienes palabras de Vida


AUXILIO DE LOS CRISTIANOS. La Advocación de María Auxiliadora está muy metida en el sentir del pueblo, y de una manera especial los que se han educado o relacionado con la congregación salesiana. Nos han legado una devoción especial a esta advocación de María.
            Siempre es de actualidad esa necesidad de ayuda y auxilio que tenemos los cristianos. Somos pobres criaturas y el pobre necesita de una mano protectora que se le tienda para tener dónde acogerse, en especial en los momentos de angustia o desazón. Pero en general siempre necesitamos como el niño que vive pendiente de la mano de la madre que lo sostiene o incluso lo levanta cuando se ha caído.
            María realiza esa labor con nosotros y es la mano fuerte que abraza, que acoge, que estimula y levanta. Y si siempre es eso una realidad, tanto mayor la necesitamos en unos tiempos en que lo cristiano no es bien recibido por una sociedad laicista y material.
            Que María, AUXILIO DE LOS CRISTIANOS extienda su mano a la Iglesia en estos momentos históricos que vivimos.

LITURGIA
                        La 1ª lectura de hoy es apacible. Hech.9,31-42 nos muestra a una Iglesia en paz en toda Palestina, y Pedro recorriendo el país. Baja a Lida y allí se encuentra con un hombre paralítico de hace 8 años, sin poder levantarse de su camilla. Pedro se dirige a él y le dice: Eneas: Cristo te da la salud: levántate y haz la cama. Y Eneas se puso en pie, lo que llamó la atención de los presentes, que  se convirtieron a la fe en toda Lida y en Sarón.
            Está Pedro en Lida. Cerca de Lida está Jafa, donde vivía una discípula, Tabita o Gacela que se dedicaba a hacer mantos y muchas limosnas y obras buenas. Pero enfermó y murió. Los discípulos, sabiendo que Pedro estaba cerca le mandaron un recado para que se viniera inmediatamente a Jafa.
            Ya estaban las viudas y plañideras en su papel y al llegar Pedro le mostraban entre lágrimas y lamentos los mantos que hacía Tabita. Pedro mandó salir a todos y se hincó de rodillas y se puso en oración. Luego se levantó, se dirigió al cadáver y le dijo: Tabita, levántate. Ella abrió los ojos y al ver a Pedro, se incorporó. Pedro le tendió la mano y la levantó. La noticia se corrió por toda Jafa y muchos se convirtieron.

            Hoy revienta finalmente la situación en Cafarnaúm: Jn.6,61-70. Muchos discípulos que seguían a Jesús, al oír aquello de comer la carne del Hijo del hombre, se escandalizaron y dijeron: Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?
            Jesús se hizo consciente de ello y lejos de suavizar lo dicho, les planteó algo más allá: ¿Esto os hace vacilar? ¿Y si vierais al Hijo del hombre subir adonde estaba antes? Las palabras que os he dicho son espíritu y vida.
            Jesús es consciente de que no creen en él, y el evangelista lanza un dardo endemoniado sobre Judas, a quien mete dentro de la situación de los que no creen: pues sabía Jesús desde el principio quiénes no creían y quién era quien le iba a entregar.
            Por eso Jesús se ratifica y por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede. El hecho fue que muchos ya no siguieron con Jesús. Y Jesús, con gran sentimiento se dirigió a sus apóstoles y les preguntó: ¿También vosotros queréis marcharos? Era un momento de suspense porque no se podía saber la reacción de aquellos hombres. Pero Pedro salvó rápidamente la situación, respondiendo: Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos que tú eres el Santo consagrado por Dios. Era un profundo acto de fe en su persona. Lo que sobrepasa todo lo ininteligible de su discurso. Cuando él lo dice, será. Es, en definitiva, el resumen de la aceptación plena de Pedro, que llevó tras de sí a los otros, que se pegaron a la misma realidad: la Persona de Jesús.

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