jueves, 23 de mayo de 2019

23 mayo: Como el Padre me ama


REINA DE LAS FAMILIAS.- La familia, con ser una institución humana, es juntamente una realidad esencial en la vida de los hombres, de modo que bien puede mostrarse como realidad que lleva el sello divino. La familia es cosa sagrada. De ahí la guerra que está padeciendo desde los enemigos de todo orden establecido, donde están los dirigentes políticos y los medios de comunicación mediatizados por fuerzas superiores supranacionales. Uno de los objetivos de esa actuación es directamente acabar con la familia, realidad tan fácil desde los colegios y la enseñanza sesgada.
            En medio de esa realidad, María fue madre de familia, de una familia ejemplar, y María defiende la familia como algo básico para la obra de su Hijo. La familia es la iglesia en germen. En la familia deben crecer los valores y principios cristianos. Y eso va mucho con María, para quien la obra de su Hijo es algo fundamental. Por eso se le invoca con la advocación de REINA DE LAS FAMILIAS, esperando su patrocinio y su actuación en todas y cada una de ellas.

LITURGIA
                        Hubo en aquel concilio gran discusión con el tema de la circuncisión o no circuncisión de los gentiles. (Hech.15,7-21). Al cabo se levantó Pedro haciendo uso de su autoridad, y declarándose a sí mismo apóstol de los gentiles. Dios, que penetra los corazones, mostró su aprobación dándoles el Espíritu Santo igual que a nosotros. ¿Por qué provocáis ahora a Dios imponiéndoles a esos discípulos unas cargas que ni nosotros ni nuestros padres hemos podido soportar?
            Y contraponiendo claramente la ley a la gracia…, el cumplimiento de normas a la acción salvífica de la redención, afirma que nosotros creemos que lo mismo ellos que nosotros, nos salvamos por la gracia el Señor Jesús. Lo que equivale claramente a decir que no es necesaria la circuncisión.
            Con todo, Santiago, como relator, resume la discusión recordando que eso estaba ya profetizado de antiguo, y que por tanto no hay que molestar a los gentiles que se convierten. Basta con que no se contaminen con la idolatría, la fornicación y la sangre de animales estrangulados. Esto de la sangre era importante porque en la sangre se significaba la existencia de la vida, y la vida es sagrada. Y en el animal estrangulado, se conserva la sangre del mismo. Lo cual nos estaría también llamando a todos al respeto de esas tres notas significativas, para vivir una vida acorde con la fe: no contaminarse con la idolatría, la fornicación y la falta de respeto a la vida.
            Llevado ya al extremo, es el argumento que esgrimen los testigos de Jehová para no aceptar las transfusiones de sangre. El absurdo está en dejar morir con tal de no recibir la transfusión, anteponiendo el medio al fin. Y por razón de no recibir lo que puede salvar una vida, aceptar la muerte que se podría evitar. El católico sabe que un medio que no supone muerte sino vida, es perfectamente asumible, siguiendo el pensamiento de Cristo: En sábado ¿se puede salvar una vida o dejarla morir? Y se da la respuesta a sí mismo actuando en favor de un enfermo.
            El evangelio es breve y casi que no avanza en la idea más allá de lo que ya ha dicho antes. Jn.15,9-11 es la síntesis que nos afirma en boca de Jesús que como el Padre me ha amado, así os he amado yo. PERMANECED EN MI AMOR. Tema que ya ha quedado explicado. Lo que podríamos decir más novedoso es que el amor que Jesús a nosotros es el mismo amor del Padre a Jesús. A la manera del amor de Dios a su Hijo, así es el amor de Jesús a nosotros. Lo importante es permanecer en ese amor de Jesús, guardando los mandamientos de Dios y guardando el mandamiento de Cristo sobre el amor. También ahí el amor que hemos de vivir entre nosotros es COMO el que Jesús ha puesto en nosotros. Jesucristo vive el amor de Dios y permanece en ese amor guardando la voluntad de Dios.
            Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría llegue a plenitud. Dicho esto en el contexto de una hora antes de entrar en la pasión, tiene un valor excelente, porque supone la alegría interior de quien vive la voluntad de Dios, y quiere que esa misma alegría sea la que vivamos nosotros en toda su extensión. Una alegría que sólo se entiende desde la fe.

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