sábado, 4 de mayo de 2019

4 Mayo: Soy Yo, no temáis


MAYO nos pone siempre de cara a María. ¿Pero se está fomentando hoy esta devoción entre las gente menor? ¿Los colegios, siquiera los religiosos, están teniendo hoy espacios de devoción mariana? Los que nos hemos criado en esa suerte –buena suerte- de atención a la Virgen con una especial intensidad en la atención a formas concretas de expresar nuestro amor a María, hoy rezumamos devoción mariana y María, madre, es parte de nuestra espiritualidad cristiana. Y lo digo bien: espiritualidad cristiana. Porque camino directo y especial para llegar a Cristo, es de la mano de su Madre y madre nuestra. A Jesús por María es una de las jaculatorias básicas de la espiritualidad. El centro es Jesús. Pero el camino para llegar mejor a Jesus, es María. Procuremos vivir esta devoción y trasmitirla de alguna manera a otras personas.

LITURGIA
                      La comunidad de los seguidores de Jesús iba aumentando y la atención a los aspectos concretos tenía el peligro de sufrir menoscabo. De hecho surgió la dificultad entre los discípulos de lengua griega de creerse menos atendidos que los de lengua hebrea en el suministro y atención a sus viudas. (Hec.6,1-7). No bastaba el buen espíritu ni daban abasto los apóstoles para atender a todos.
          Mucha gente moderna ha abandonado lo que ellos llaman “la iglesia-institución”, sin caer en la cuenta que “la institución” surge sola como consecuencia de la expansión de los miembros. Y los apóstoles optan por la solución de que se nombren a siete de entre los discípulos de vida ejemplar para que atendieran esas necesidades de tipo material, mientras ellos seguían en su labor de enseñanza de la Palabra: No está bien descuidar la Palabra de Dios para ocuparse de la administración. Y surge esa “institución” (por otra parte, apostólica), de los hombres de buena fama, llenos de espíritu de sabiduría para atender el suministro de las viudas. Los apóstoles permanecen detrás, dados a la oración y al servicio de la palabra y la extensión del reino de Dios.
          La propuesta pareció bien y nombraron a siete varones que serían los encargados de esa labor administrativa. Y la palabra de Dios iba cundiendo y en Jerusalén crecía mucho el número de discípulos; incluso muchos sacerdotes aceptaban la fe. Eso era lo que los apóstoles no podían descuidar.

          El evangelio (Jn.6,16-21) es continuación del de ayer, de la  multiplicación de los panes. Componiendo un poco la escena, podemos barruntar por qué los apóstoles iban esta vez solos en la barca. Las gentes admiradas por aquel hecho, pretenden hacer rey a Jesús. Idea que no le repugnaba a los apóstoles y que muy posiblemente intentaron apoyar.
          Jesús opta por enviarlos a la barca para que se vayan del lugar, mientras él apaciguaba y despedía a la gente. Y ahora, que ha quedado solo, él se retira al monte a orar a Dios y reposar su espíritu en una oración que encierra muchos matices de acción de gracias, desahogo, comunicación de sentimientos…
          Los Doce van atravesando el Lago, quién sabe si ya con su tormenta interior por el hecho de ir solos y de que Jesús no ha embarcado con ellos, como solía hacer siempre. De pronto surge la tempestad en el Lago que se encrespa por un fuerte viento que bambolea la barca.
          Jesús había acudido a esta contingencia caminando sobre el Lago. Y más se asustaron. Pero él les dijo: Soy yo; no temáis. Palabras  de mucho consuelo en sus dos términos: SOY YO. Y eso tenía que ser  para aquellos hombres la gran seguridad. Si era él, ya estaban salvados de la tempestad. Y NO TEMÁIS era la consecuencia inmediata de que allí se había presentado Jesús, y ya podía amainar también el recelo interior con que habían embarcado.
          Querían recogerlo a bordo pero la realidad es que la barca había sido arrastrada hasta cerca de la orilla, y por eso tocó tierra enseguida. Dice el texto que “en el sitio adonde iban”. Seguramente no iban a aquel sitio sino que la tempestad les había empujado hasta allí. Pero donde fuera, era bueno para bajar de la barca y estirar las piernas, después de la tensión padecida.

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