lunes, 20 de mayo de 2019

20 mayo: Amor a Jesús


ESTRELLA DE LA MAÑANA. A los navegantes de tiempos atrás, cuando no había toda la sofisticación de medios actuales para la orientación en medio del mar, el lucero matutino o ESTRELLA DE LA MAÑANA era el punto de orientación que daba a los marinos la ruta a seguir para llegar a puerto.
          A María se le compara con esa estrella que sirve para hallar el norte de nuestra vida y conducirnos al puerto de salvación. Ella es esa luz que brilla en medio de la oscuridad, y hace caminar con certeza de que nos encontraremos con Jesús, hacia el que nos dirigimos. Ella ha sabido caminar por en medio de muchas oscuridades de la vida, en que tuvo que aferrarse a su fe para salvar momentos muy tormentosos. Y desde entonces ella queda constituida faro que nos orienta a nosotros para que sepamos seguir la ruta de nuestra salvación.

LITURGIA
                      Pablo ha anunciado la buena noticia a los presentes de Iconio. Unos se han puesto a favor y otros en contra. Como se ha formado un tumulto de gentiles y judíos, pretendiendo ultrajar a Pablo y Bernabé, huyeron hacia las ciudades de Licaonia, Listra y Derbe y regiones vecinas, donde predicaron la palabra de Dios. Había en Listra un hombre lisiado que nunca había podido ponerse en pie. Pablo se dirigió a él y le mandó: Levántate y ponte en pie. El hombre dio un salto y se puso a andar,
          Las gentes admiradas por el suceso, en lenguaje licaonio gritaron: Dioses en figura humana nos han visitado. Y los sacerdotes y el pueblo pretendieron ofrecerles sacrificios de animales como a dioses, llamándolos con nombres de dioses. Cuando Pablo y Bernabé lo advirtieron, se rasgaron las vestiduras e irrumpieron en medio de las gentes para expresarles que ellos eran hombres como los demás de aquella ciudad, y que si se había curado aquel enfermo era por la fuerza de Jesucristo, y que habían venido a ellos para liberarlos de los errores de sus religiones de dioses que no son Dios.  Apenas lograron persuadirles. Aquí queda hoy esta narración, que de suyo tiene otras consecuencias que se verán otro día.

          El evangelio de Jn. (14,21-26) sigue con los dichos del Señor en el discurso de la Cena. El que acepta mis mandamientos y los cumple, ese me ama. Al que me ama, lo amará mi Padre y yo también lo amaré y me manifestaré a él. He aquí una clave para la oración: el amor a Jesucristo. El tratarlo con intimidad, El buscar conocerlo más y más desde la Palabra: hechos y dichos de Jesús. Y conforme se fomente esa ida al Evangelio, más se irá encontrando la enjundia de sus dichos y hechos: Jesús ama y se manifiesta. Por eso no aciertan quienes dicen que no saben hacer oración. La oración no es una ciencia infusa; se aprende con el ejercicio de la misma. Lo que requiere es perseverancia y una constancia que supera los desánimos y los tiempos de sequedad en que parece no poder hacerse nada.
          No se pierde el tiempo dedicado a la oración, aunque a veces se encuentre uno frío y desolado. La oración llama a la oración y un día se abre la mente y el corazón y encuentra uno los efectos de haber sido perseverante en la búsqueda de Jesucristo, hasta conocerlo internamente (sus sentimientos, sus pensamientos, sus preferencias y gustos) y que nos penetra a nosotros también muy dentro. Todo ello nos llevará a un amor cada vez más fino, y surgirá el deseo de seguirle y servirle.
          El que me ama, guardará mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos morada en él. Dicho todo esto como promesa en la que Jesús compromete su palabra. Lo dice de forma directa y absoluta. Y la palabra que os digo no es mía sino del Padre que me ha enviado.
          Al que no ama, ni guarda la Palabra de Jesús no vendrá a él la fuerza de Dios.
          Y añade: Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado. Pero el Defensor, el Espíritu Santo que enviará el Padre en mi nombre, será quien os enseñe todo y os vaya recordando lo que yo os he dicho.
          Seguimos en el tema de la oración: Jesús nos ha mostrado muchas cosas. Ha enseñado mucho mientras ha estado en su vida mortal. Cuando él se vaya, el Padre enviará en nombre de Jesús al Espíritu Santo, y él conducirá a las almas a una verdad cada vez más amplia…, más completa, que recuerda lo que Jesús ha hablado durante su vida, y añade esas nuevas manifestaciones de Dios que dedica a cada alma que se pone a la escucha de la Palabra, y en definitiva a la escucha de Jesús y de su Espíritu Santo.
          Judas Tadeo le expresó a Jesús su admiración porque ahora estaba diciendo cosas que les enseñaban mucho nuevo.

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