viernes, 3 de mayo de 2019

3 mayo: San Felipe y Santiago


PRIMER VIERNES
Acto a las 5’30.- Hora Santa a las 7
[Todavía aquí, porque las obras se retrasan al lunes].
          Elevemos el corazón a la Madre. Dediquémosle nueva felicitación en este nuevo día del mes de mayo, dedicado a ella, y procuremos adentrarnos en su corazón, tan rico, que fue el que formó desde niño al Corazón de su Hijo Jesús. En este PRIMER VIERNES del mes de mayo, vivamos muy de cerca a esos corazones, y que el corazón de María sea el que nos presenta al de su Hijo, al que nos dirigimos hoy de manera especial. De corazón nuestro al corazón de María, y del corazón de María al de Jesús. Y en movimiento viceversa, el corazón de Jesús nos señala al corazón María, para indicarnos dónde tenemos la madre y la maestra que nos conduzca al evangelio de amor.

LITURGIA
                       Hoy es día de San Felipe y Santiago
          Las lecturas que se leerán en las Misas son las siguientes:
          1ª: 1Cor.15,1-8: Os recuerdo el evangelio que os proclamé y que vosotros aceptasteis, y en el que estáis fundados y os está salvando, si es que lo conserváis como yo os lo proclamé; de lo contrario se ha malogrado vuestra adhesión a la fe.
          Porque lo primero que yo os trasmití, tal como lo había recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales vive todavía, otros han muerto; después se le apareció a Santiago, después a todos los apóstoles; por último, como a un aborto, se me apareció también a mí.
          En el evangelio (Jn.14,6-14) habla de la intervención de Felipe, que pide a Jesús que les muestre al Padre, a lo que Jesús le responde que quien me ha visto a mí, ha visto al Padre; él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Si no, creed a las obras. Identidad de Cristo y el Padre: es el mismo Dios. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré. El Corazón de Dios es el mismo Corazón de Jesús. El amor del Corazón de Jesús, es el mismo amor de Dios. Quien conoce a Jesús y siente la cercanía de Jesús, la misma cercanía ha de experimentar con Dios Padre. Y nosotros mismos vamos siendo divinizados: Creedme: el que cree en mí, él también  hará las obras que yo hago y aun mayores.


          En la lectura continua, seguimos con los Hechos, como será propio de todo este tiempo pascual. Vamos a 5,34-42. En medio de la visceralidad con la que habían reaccionado “con rabia” los senadores, surge un fariseo sensato que mueve a la reflexión sobre la situación que están viviendo en relación con los apóstoles y la enseñanza en nombre de Jesús. Este fariseo se llama Gamaliel, y les hace pensar que por la fuerza no van a conseguir nada, ni con quitarles la vida a los apóstoles. Pensad bien lo que vais a hacer con esos hombres. Y les saca algunos ejemplos de gentes exaltadas que han aparecido en aquellos últimos tiempos. Cuando se les quito de en medio todo se vino abajo y desapareció aquel movimiento. Así con Teudas y lo mismo con Judas el galileo.
          Por eso no os metáis con esos hombres; soltadlos. Si su idea es cosa de hombres, se dispersarán; pero si es cosa de Dios, no lograréis dispersarlos, y os exponéis a luchar contra Dios. Aquella argumentación les hizo pensar, que es lo que más necesitaban hacer. Y llamaron a los apóstoles, les prohibieron hablar en nombre de Jesús, los azotaron, y los soltaron. La pregunta que habría que hacerles es a qué vino azotarlos…, qué delito habían contraído. Es un nuevo paso irracional, pero en el que tienen que desfogar sus rabias de una forma absurda.
          Los apóstoles salieron gozosos de haber padecido aquel ultraje por el nombre de Jesús. Y ningún día dejaban de enseñar en el templo y por las casas, anunciando el evangelio de Jesucristo. Realmente aquel movimiento era de Dios, y no podían acallarlo los hombres, ni con castigos, amenazas y prohibiciones.

          En el evangelio de Juan (6,1-15) tenemos la multiplicación de los panes y los peces en la amplia narración de este evangelista.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡GRACIAS POR COMENTAR!