martes, 7 de mayo de 2019

7 mayo: Yo soy el pan de la vida


Desde mi diáspora y con las menores posibilidades de estos días, quiero que no falte mi recuerdo a la Madre de Dios y madre nuestra, en este día de mayo florido, que invita a acercarse a la Reina del Cielo y dedicarle un pensamiento, un recuerdo, un acto de cariño filial en el que quede patente el amor de muchos corazones que recurrimos a María constante e instintivamente durante las horas de cada día, en los momentos mejores y en los peores, y hasta cuando no se encuentra algún objeto que se ha extraviado. Y recuerdo siempre a mi madre de la tierra rezándole a los OJOS DE LA VIRGEN, para dar con el paradero de alguna cosa. Yo lo he seguido haciendo como medio eficaz.

LITURGIA
                        Esteban pasa de la resistencia pasiva a la acción activa (Hech.7,51-59), en la que hace saber a los dirigentes religiosos que su postura es de rebeldía a la acción de Dios, y los llama infieles de corazón y cerrados de oídos, que siempre resisten a la acción del Espíritu Santo, y les hace caer en la cuenta que con ello imitan a sus antepasados que persiguieron a los profetas, que anunciaban la venida del Justo. Vosotros habéis traicionado al Justo y lo habéis matado.
            No era para menos el enfado de los Sacerdotes, que se recomían por dentro y rechinaban los dientes de rabia. Por el contrario Esteban fijaba la mirada en el Cielo y veía a Jesús sentado a la derecha de Dios. Y así lo manifestó. Lo que provocó el escándalo de aquellos dirigentes judíos, que se abalanzaron contra Esteban, lo sacaron a empujones fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo, como correspondía al castigo de un blasfemo.
            Aparece por ahí un mozalbete, llamado Saulo, que guardaba las ropas de los verdugos, y que se convertirá él mismo en perseguidor de los que seguían a Jesús.

            Tenemos un evangelio (Jn.6,30-35), continuación del de ayer en el que se ha hablado de las obras de Dios o “el trabajo de Dios”. Jesús ha dicho que esa obra es CREER en él. Y los oyentes le preguntan qué signos hace para que crean en él: ¿En qué te ocupas? Moisés nos dio el maná en el desierto. A lo que Jesús responde que no fue Moisés el que dio el maná, sino Dios, mi Padre que está en los cielos. Él es el que da el verdadero pan del cielo, que da vida al mundo.
            Como en el caso de la samaritana, Jesús ha llevado la conversación a un extremo que se escapa de lo conocido, pero que tiene una atracción porque habla de algo que va más allá de lo corriente.
            Y hay un grupo de gente que acaba pidiendo ese pan tan especial: Señor, danos siempre de ese pan. Y Jesús entonces se revela a sí mismo: Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre y el que cree en mí, nunca pasará sed.
            He ahí el secreto. CREER en Jesús no es creer en verdades sino recibirlo a él y seguir los pasos de él. Y como decíamos ayer, es compromiso de vida que se refleja en las actitudes y hechos de la persona.

1 comentario:

  1. Se lo repetimos los catequistas cada mes a padres y padrinos con motivo del Bautismo No creemos en algo sino en Alguien, Jesús Recibirlo eimitarlo.Comprometidos de verdad.
    Juan de Osuna

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