lunes, 6 de mayo de 2019

6 mayo: Los trabajos de Dios


MARÍA, con las felicitaciones y expresiones de nuestro cariño al comenzar la semana en este mes de mayo, mes de las flores, para hacer bella la naturaleza, que así viene a obsequiar a la Madre de Dios. Nosotros también traemos nuestra flor. Y desde el fondo del alma, quisiéramos emular a tantos matices como se visten hoy nuestros jardines. Nos queda también que matizar nuestras obras de cada día, de la mañana a la tarde para hacerlas dignas de Ella, a la que van dirigidos esos detalles de nuestra vida personal.
LITURGIA
                      El auge de la vida y las enseñanzas de los discípulos provocó los recelos de los judíos. En el grupo de esos discípulos se distinguía Esteban (Hech.6,8-15) por sus obras prodigiosas y los signos que hacía en medio del pueblo, aparte de su vida personal, llena de gracia y poder.
          Unos cuantos de la sinagoga de Los Libertos, se pusieron a discutir con Esteban, pero no lograban hacer frente a su sabiduría y al espíritu con que hablaba. Y como por razones y argumentos no podían hacerle frente, optaron por la calumnia para desprestigiarle. Indujeron a algunos a acusarlo: “Le hemos oído palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios”. Y con ello alborotaron al pueblo y a los senadores y sacerdotes que determinaron llevarlo ante el tribunal. Allí se presentaron otras acusaciones contra él, siempre falsas: Le hemos oído decir que ese Jesús de Nazaret destruirá el templo y cambiará las tradiciones que recibimos de Moisés. Pero la realidad de su presencia decía todo lo contrario a todas esas difamaciones. Los sacerdotes lo miraron y su rostro les pareció el de un ángel. Dios se reflejaba en su rostro, porque era ese rostro pacífico y sincero el que decía la verdad sobre este hombre.

          El evangelio continúa el relato de San Juan (6,22-29). La gente que estaba en el lugar de la multiplicación notó algo raro. Sólo había una barca y en ella se habían embarcado los discípulos solos. Y sin embargo ahora no está allí Jesús. Lo buscaron pero no lo hallaron y quedaron extrañados. De modo que se volvieron de nuevo y fueron a Cafarnaúm en busca de Jesús, y le preguntaron: Maestro ¿cuándo has venido aquí?
          Jesús les contestó que lo buscaban no porque habían visto signos sino porque habían comido de los panes hasta saciarse. Y entonces le exhorta: Trabajad no por el alimento material sino por el otro que perdura, que os dará el Hijo del hombre, pues a él lo ha sellado el Padre Dios.
          Evidentemente la respuesta les hacía perder pie porque Jesús les estaba hablando de otro alimento y eso era para ellos otro lenguaje. Pero como Jesús les ha hablado de “trabajar” y en algo de orden espiritual, ahora preguntan: ¿Cómo podremos ocuparnos en los trabajos que Dios quiere?
          A lo que Jesús responde de forma muy directa y concreta: Éste es el trabajo que Dios quiere: que creáis en el que él ha enviado. Ahí está el secreto. La fe en Jesucristo, la aceptación de su obra y enseñanza. Y esa es la lección que trasciende y que nos llega igualmente a nosotros. Y CREER no es un acto meramente de la cabeza y del asentimiento. Es todo un modo de vivir y proceder.
          El mundo de hoy, cada vez más enviciado y materializado, que vive del goce inmediato, tiene más crudo este CREER con todas las consecuencias que se han de reflejar en la vida real concreta. Hay una fe lánguida que cree pero que no compromete y eso no es la fe de que Jesús ha hablado. Habla Jesús de “trabajar”, lo que expresa una acción que no sale sola por sí misma sino que hay que laborarla y luchar en los diferentes aspectos de la vida: en el personal, en el familiar, en el social (de relaciones y de convivencia), en la vida íntima y en la manera de vivir en medio de un mundo que es hostil a los valores del espíritu y vive de espaldas y en contra de todo lo espiritual. Y en medio de ese mundo hay que desenvolverse con toda la fuerza del que CREE y está dispuesto a llevarlo a cabo contra viento y marea.
          De hecho, San Pablo enseña a su discípulo a participar en los duros trabajos del evangelio, y es una manera de enseñarle a que en la vida cristiana la cruz es una parte componente del desenvolvimiento de la misma. Hay que “trabajar” (aceptar que la cruz nos acompaña) para poder llegar a creer verdaderamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡GRACIAS POR COMENTAR!