lunes, 29 de febrero de 2016

29 febrero: Herodes

Liturgia
          Un mismo hecho con dos finales muy diferentes. Se trata de un pagano, Naamán, general sirio (2Reg 5, 1-15), enfermo de lepra, al que le hablan de que en Israel le puede curar un profeta. Él lo comunica al rey y el rey le envía a rey de Israel. No era el rey de Israel quien podía curarlo y finalmente acaba yendo al profeta Eliseo. Espera que Eliseo salga y le imponga las manos… Pero Eliseo le envía a un criado que le comunica que el remedio es ir a bañase en el Jordán.  Naamán se irrita de que no ha salido el profeta y decide marcharse a su tierra, pero sus compañeros les persuaden de que es muy fácil lo que le han mandado hacer. Y lo hace. Se convierte (se hace un nudo en sus amor propio y sigue las instrucciones…, ¡y queda curado! La conversión de Naamán le ha traído salud, y acaba reconociendo al Dios de Israel.
          Jesús cuenta este caso en la sinagoga de su pueblo Nazaret y los paisanos lo toman a mal y quieren hasta quitarle la vida (Lc 4,24-30). Donde tenían su salvación, ellos rompen por la calle de en medio y, lejos de convertirse, pretenden acabar con el mensajero. No hay conversión y se quedan sin Jesús, que se aleja de allí.
          Dos situaciones que nos pone delante la cuaresma. ¿Cuál es la nuestra?

PASIÓN DE JESÚS
          ¿Qué es verdad?, fue la palabra que puso a Pilato fuera de órbita: ¿la verdad e Jesús, la de los sacerdotes? Y en resumidas cuentas, ¿qué es verdad en la vida? Pilato no creía en la verdad. Para él “verdad” era la utilidad de cada día, la ventaja política, el nadar a dos aguas para no comprometerse, el saber salirse a tiempo de los líos para que no le cojan los dedos… Y “verdad” era para él que Jesús podría ser más o menos iluso, pero que una causa de muerte no había allí, ni de lejos. Y así dejó a Jesús con la palabra en la boca y él salió afuera para decirle a los sacerdotes que él no hallaba causa alguna de muerte.
          Más insistieron los sacerdotes y ancianos, acusando a Jesús de  alterador del orden, empezando desde Galilea. Preguntó Pilato a Jesús si tenía algo que objetar, pero Jesús no respondió palabra. Estaba visto que LA VERDAD  no interesaba, y él no dijo ya nada en medio de las acusaciones que le hacían. Y ahí entra la falta de verdad que hay en Pilato, quien en vez de liberar al acusado, opta por declinar su responsabilidad y enviarlo a Herodes. Mataba dos pájaros de un tiro, porque de una parte se quitaba de encima la causa de Jesús, que le complicaba, y de la otra tenía un gesto de deferencia con Herodes, hasta hoy enemigo, y a quien le brinda este gesto de confianza.
          Podían ser cerca de las 8 de la mañana. Había que enviar recado a Herodes, y Herodes tenía que levantar a toda su corte, a la que convocaba a un espectáculo muy curioso porque lo que él iba a hacer era pedir un milagro a Jesús. Herodes era un hombre sin personalidad, pendiente de la adulación y los términos fáciles, que él resolvía de forma casi lúdica para su distracción, gusto y diversión. Si ahora le mandaban a Jesús, él no iba a darse por aludido de que Jesús le había tildado de “raposo”, y se iba a limitar a pasar un buen rato viendo milagros como quien asiste a juegos de manos.
          Cuando Herodes recibió a Jesús no hizo mayor caso a los sacerdotes que venían a presentar la causa… Herodes optó por hablar mucho, ofrecer a Jesús la oportunidad, halagarlo para confiarlo y que se sintiera cómodo. Pero Jesús no levantó los ojos del suelo. Se aisló. Los sacerdotes acusaban sin parar, en una insistencia que evitara cualquier volubilidad del tetrarca.
          Y Herodes, acostumbrado a salir airoso de cualquier situación (y por otra parte humillado por el silencio de Jesús), considera que ese acusado es tonto y no sabe aprovechar sus oportunidades como las que él le hubiera ofrecido, y busca Herodes la diversión de sus cortesanos aduladores mandando vestir a Jesús un manto brillante que manifieste que es un orate que no ha sabido seguir el juego de quien podía salvarlo. Y lo remitió así, vestido de forma llamativa y burlesca, a Pilato, cerrando así el capítulo de la amistad renovada con el presidente.

          A Jesús lo llevaban de nuevo a Pilato, y cada vez más exacerbados los sacerdotes y los ancianos senadores del pueblo, a quienes se les echaba el tiempo encima, porque entre unas cosas y otras se les había subido el tiempo a la 9 de la mañana, sin que hubieran avanzado ni un palmo en su deseo de recibir ya la autorización para la sentencia de muerte.

1 comentario:

  1. Ána Ciudad9:09 a. m.

    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Continuación)

    "NADA ES VERDADERAMENTE NUESTRO HASTA QUE LO COMPARTIMOS"

    ¿DÓNDE SE DEMUESTRA LA SOLIDARIDAD DE LOS CRISTIANOS CON LAS DE´MÁS PERSONAS?
    Los cristianos se comprometen a favor de estructuras sociales justas. A ello pertenece el que todos los hombres tengan acceso a los bienes materiales y espirituales de esta tierra. Los cristianos también se preocupan de que se respete la dignidad del trabajo humano,a lo que corresponde un salario justo. También la transmisión de la fe es un acto de solidaridad con todos los hombres.
    La solidaridad es el signo práctico en lo que se reconocen los cristianos. Pues ser solidario no es únicamente un mandato de la razón. Jesucristo, nuestro Señor, se ha identificado plenamente con los pobres y los más pequeños (Mt25,40). Negarles a ellos la solidaridad supondría rechazar a Cristo

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