lunes, 22 de febrero de 2016

22 feb.: El prendimiento

Liturgia
          Litúrgicamente hoy es la fiesta de la Cátedra de San Pedro, que data del siglo IV, y es una celebración de la autoridad y enseñanza de Pedro al frente de la Iglesia Católica.
          No obstante sigo la aplicación de la lectura continua que corresponde al lunes de la 2ª semana de Cuaresma, Daniel (9, 4-10) hace una oración a Dios. Pero no lleva en el planteamiento pedagógico de la Cuaresma el mismo sentido del sábado pasado en que se presentó la oración de Esther como súplica apremiante ante un peligro. Hoy es una oración que insiste en la necesidad de orar aunque reconociendo que no se tiene ninguna razón favorable para pedir. Precisamente se pide desde el sentimiento de culpa personal, desde el sentimiento de indignidad y vergüenza. Pero es que eso mismo es el título para suplicar y pedir: la enorme carencia humana.
          En el evangelio de Lc 6, 36-38 se explicita la misma terminación de la lectura de Mateo el sábado. Allí era: Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto. ¿Cómo se entiende eso? Lucas nos dice: Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo, mucho más asequible a la realidad humana. Compasión, misericordia…, es posible de crecer en esa práctica. Pero Lucas todavía concreta más: No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados. Algo muy concreto y muy de vida diaria. Y ahí podemos ir tendiendo a una mayor perfección…, a un irse haciendo perfectos al modo que Dios es perfecto en su compasión y misericordia. Y Jesús lo ilumina con un ejemplo humano: Vais a ser medidos por los hombres con la medida que medís. Vais a ser juzgados en la medida de vuestros juicios, o perdonados en la medida que sepáis perdonar.

PASIÓN DE JESÚS
          Jesús advirtió a sus apóstoles que ya iban a poder dormir poco, porque el que lo entregaba estaba ya cerca. Tan cerca que hablaba todavía Jesús cuando Judas aparece por allí y con toda su desfachatez se viene a Jesús con un talante absolutamente distinto al que había tenido en los últimos días, y se acerca a Jesús y lo besa con un tono festivo y aparentemente cordial: Dios te guarde, Maestro. ¡Qué contraste con el Judas que salió “de noche” y con el diablo dentro. Claro que era el mismo y llevaba en sus labios el mismo diablo de entonces, pero se ha venido a Jesús a simular un afecto cuando en realidad era la señal que le había dado a los guardias para que supieran a quien tenían que prender: Aquel a quien yo bese, ese es; prendedlo y llevadlo a buen recaudo. Y los hombres se echaron rápidamente sobre Jesús para atarlo y detenerlo.
          Simón Pedo no se lo pensó. Aquello de la espada tenía que tener ahora su aplicación concreta –pensó-, y dando un tajo contra uno de los que maniataban a Jesús, intentó abrirle la cabeza, pero Malco esquivó el golpe y sólo le cogió la oreja. Eso sí, se la cortó. El revuelo de los guardias para atender al herido dejó tiempo a Jesús para reconvenir a Pedro por la acción que había hecho: Pon tu espada en su sitio, porque todos los que usan espada, morirán por la espada. ¿Crees tú que no puedo invocar a mi Padre y me enviaría enseguida más de doce legiones de ángeles? Y acto seguido se fue hacia el herido, se inclinó hacia él, le tocó la oreja y se la curó.
          Todo esto no es racionalmente explicable porque un detenido no suelen dejarle proceder con esa libertad de movimientos, y que su ida al herido la fueran a dejar sin más, sin saber sus intenciones. Pero ahí está el relato, y ahí queda lo que los sinópticos nos dejan.
          A todo esto, ¿Pedro qué hace? ¿Judas qué hace? ¿Dónde se ha metido Judas? Pienso que se ha escabullido entre el revuelo y se ha quitado de en medio. Ya ha conseguido lo que había buscado, y vuelve a sumirse en su alma negra vagando de aquí para allá.

          San Juan va muy lejos en el relato porque deja la impresión de que los guardias no se han enterado de quién es Jesús, y ha de ser Jesús quien les pregunte a quién buscan, y eso por dos veces porque la respuesta de Jesús identificándose a si mismo tira para atrás a los guardias y criados del sumo sacerdote. Al estilo de San Juan, ha de quedar por encima de todo la autoridad de Jesús, que es quien de hecho se presenta y quien da la autorización para su prendimiento. No es lo verosímil. El proceso humano de la pasión es un proceso de traiciones y odios y actitudes humanas, a las que Jesús se somete en su plenitud. San Ignacio lo expresa en los Ejercicios haciéndonos caer en la cuenta de que la divinidad se esconde, no aparece; Jesús padece y es su voluntad padecer en esa entrega plena que él ha hecho a la voluntad de Dios, que escribe derecha la redención con los renglones torcidísimos de los hombres.

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad9:16 a. m.

    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÇOLICA. (Continuación)

    LA COMUNIDAD HUMANA:

    "La justicia de hoy es la caridad de ayer; la caridad de hoy es la justicia de mañana."

    ¿SOBRE QUÉ PRINCIPIOS SE FUNDAMENTA UNA SOCIEDAD?.-Toda sociedad se fundamenta en una jerarquía de valores que se realiza mediante la justicia y la caridad.
    Ninguna sociedad puede perdurar si no se fundamenta en valores que se reflejan en una ordenación justa de las relaciones y en una consecución activa de la justicia. Así, el hombre no puede convertirse nunca en un medio para el fin de la acción social. Toda sociedad necesita constantemente la conversión de las estructuras injustas. En definitiva esto sólo lo logra la caridad, el mayor mandamiento social. Ella respeta a los otros. Exige justicia. Hace posible la conversión de la relaciones equivocadas.

    Continuará

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  2. Ana Ciudad4:53 p. m.

    Se consuma la traición de Judas con una muestra de amistad´.Nos parece imposible que un hombre que ha conocido a Cristo pueda ser capaz de entregarlo.....¿qué pasó en el alma de judas?.Permitió que su alma se fuera enfriando, y ya sólo quedó un mero seguimiento externo, de cara a los demás. Su vida de entrega amorosa a Dios se convirtió en una farsa; mas de una vez consideraría que hubiera sido mejor no haber seguido al Señor.
    La traición se consuma en el cristiano por el pecado mortal.Todo pecado incluso el venial está relacionado con´la pasión del Señor. Nuestra vida es afirmación o negación de Cristo. Judas rechazó la mano que le tendió el Señor.Su vida, sin JESÜS, quedó rota y sin sentido.

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