viernes, 19 de febrero de 2016

19 febrero: EN EL HUERTO

Liturgia
          El bueno es bueno mientras es bueno. Y el malo es malo mientras es malo. Pero el bueno puede hacer la maldad y el malo puede convertirse. Ese es el argumento de la primera lectura (Ez 18, 21.28). Quiere decirse que lo que vale en cada uno es lo que es en el momento presente, en su situación actual. Y lo que Dios está viendo es lo que AHORA es cada uno. El bueno o el malo que se hace bueno, tienen asegurada la salvación. El malo o el bueno que se hace malo, necesitan convertirse para no caer en condena.
          Mt 5, 20-26 nos pone delante una bondad que no lo es: la de los fariseos y doctores de la ley, porque es una bondad ficticia, de apariencias. Pues basta el desprecio hacia el prójimo para que se muestra la maldad interna del corazón. De ahí que –viene la parte positiva de la exposición- que si tú vas a ofrecer tu ofrenda al altar y por el camino caes en la cuenta que tu hermano tiene quejas contra ti, vete primero a reconciliarte con tu hermano, y luego vuelves a presentar tu ofrenda.

PASIÓN DE JESÚS
          El grupo de Jesús y los Once salen del Cenáculo y se dirigen –“según su costumbre”- al huerto que estaba en la parte del torrente Cedrón, lugar apartado y silencioso donde Jesús gustaba hacer su oración.
          Apostados en lugar estratégico, ocultos, vigilaban un par de hombres los movimientos de aquel grupo. Judas ya les había aleccionado y había que cerciorarse de adónde se dirigían. Todo salió como el traidor había supuesto, con la ventaja de que aquel huerto quedaba apartado del centro de la ciudad y que no tenía escapatoria por otra salida. Allí quedaba copado Jesús y sus hombres y era fácil echar mano del Maestro.
          Jesús descendió junto al torrente, con sus Once apiñados y recelosos, como los rebaños que se aprietan más para protegerse del lobo. Llevan encima esa imagen del pastor herido y las ovejas dispersas…, del anuncio de Jesús sobre el escándalo que pueden padecer esa noche…, y Simón y otro andan con la mano puesta en las espadas que han descolgado en el cenáculo, como si fueran a defenderse con ellas de un peligro…
          Jesús entra en el huerto, separa a Juan, Simón y Santiago y les dice a los 8 restantes que esperen allí, orando. La preocupación de Jesús, a pesar de la que él lleva encima, es que esos hombres, sus amigos, puedan escandalizarse y caer en la tentación. Que oren para tener fortaleza.
          Él –con los tres que ha separado- se adentra en el corazón del huerto, ya entre los olivos, y allí se derrumba ante los tres íntimos: Me muero de pena. Se quedaron sin resuello. No tuvieron respuesta. Ellos mismos se sintieron abatidos, hechos polvo, al ver al Maestro así. Jesús, con su idea fija del peligro de sus hombres, les dice que oren y velen mientras él se retira a orar; necesitan fuerzas interiores para no ceder ante la tentación que les amenaza. Y Él se retira la distancia de unos 30 metros, en lo recóndito tras una inmensa piedra, y allí se pone a orar, lleno de angustia y tristeza y abatimiento: Padre mío, si es posible, aparta de mí este cáliz. No tenía muchas más palabras que decir. No Había otro jugo que le llenara el alma. Estaba destrozado viendo el peligro inminente. Así pasó una hora muy dura, esperando el milagro… Que no llegó.
          Y él –entonces- se dirige a los tres y los encuentra profundamente dormidos. Dice el texto que “por la tristeza”. La verdad es que se habían dejado abatir y no habían cuidado siquiera de estar pendientes del Maestro que les había dicho que se moría…
          Pedro había blasonado que aunque todos se escandalice de ti, yo no. Y Jesús se va directamente a Pedro: Simón, ¿duermes? ¿No habéis podido velar una hora conmigo? Yo siempre me imagino el momento con esa cara idiotizada de una persona somnolienta que mira sin mirar y atiende sin atender…, porque además no tiene la conciencia tranquila. Pero no fueron capaces de dar un salto, ponerse en pie, disponerse a vivir este tiempo junto al Maestro que está que da pena de verle el rostro demacrado y el semblante caído. Jesús apostilló una vez más su recomendación: Velad y orad para que no caigáis en tentación. Y casi que disculpándolos, añade: El espíritu es fuerte pero la carne es débil… Y de nuevo se alejó.

          Volvió a su lugar de oración. De rodillas, como vencido por el peso del cuerpo. En actitud suplicante. Repetía las mismas palabras. No se le podían ocurrir otras cuando la verdad es que se encontraba sin fuerzas… Que sin embargo mantenía por ese “ángel” que le esforzaba para continuar adelante.

3 comentarios:

  1. Ana Ciudad9:06 a. m.

    Los tres últimos renglones de la meditación del Padre, son suficientes para adentrarse en el interior de cada uno y pasar el dia en continua meditación. Cuando ya no puedes más, vencido por el cansancio y el sufrimiento, siempre recobras fuerza en la oración y te conforta el Espíritu de Cristo.

    ResponderEliminar
  2. Ana Ciudad9:26 a. m.

    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. (Continuación)

    LA COMUNIDAD HUMANA.

    "El mayor don que puede tener un hombre bajo el cielo es poder vivir con aquellos con los que convive".

    ¿PUEDE UN CRISTIANO SER UN PURO INDIVIDUALISTA?:_No;un cristiano no puede ser nunca un puro individualista, porque el hombre está destinado a la vida social por su propia naturaleza.
    Todo hombre tiene un padre y una madre; recibe ayuda de otros y está obligado a ayudar a otros y a desarrollar sus talentos a favor de todos. Puesto que el hombre es "imagen de Dios, refleja en cierto modo a Dios que no está solo en su profundidad, sino que es trino (y con ello amor, diálogo e intercambio).Por último es el amor, el mandamiento central de todos los cristianos, por el cual en el fondo pertenecemos a un mismo grupi y somos referencia unos de otros de un modo fundamental :"AMARÁS A TU PRÓJIMO COMO A TÍ MISMO".(Mt 22, 39).

    ResponderEliminar
  3. Jesús es exigente con nosotros: Si queremos entrar en el Reino de los Cielos, tenemos que practicar una justicia que "sobrepase" la de los escribas y fariseos. Ahora ya no se conforma con el cumplimiento de los preceptos y evitar prohibiciones, hay que empezar en el corazón donde nacen todas las motivaciones profundas de nuestro actuar. "Se dijo"="Dios dijo" "No matarás", es decir,no concibas sentimientos hostiles en tu corazón; si tienes algo contra un "hermano", háblalo, no lo dejes pasar, porque se mata al hermano en el corazón con sentimientos hostiles e incluso con la indiferencia; se le mata también con palabras injuriosas y se le mata con la calumnia...¡Qué delicado es el tema de la justicia que Jesús nos exige..!

    ResponderEliminar

¡GRACIAS POR COMENTAR!