jueves, 11 de febrero de 2016

11 febrero: La venta de Judas

Dos detalles de la Liturgia del Jueves de Ceniza
          La Cuaresma pretende enfrentar a la persona a una realidad: la vida es una constante elección entre el bien y el mal…, entre lo bueno y lo mejor. A eso se dirige la 1ª lectura, cuyo comentario ya hemos tenido.
          Y “lo mejor” está expresado en el Evangelio (Lc 9, 22-25) en el que Jesús expone el camino que lleva hasta él: el control de sí mismo, la aceptación de la vida diaria (“la cruz”) y la necesidad de “perder” lo que estorba para ganar la vida verdadera.

LA VENTA DE JUDAS
          Judas ha almacenado en su pecho el pensamiento de una venganza. Y lo que ya le queda es encontrar el momento para realizarla. Hago observación de esa realidad porque una cosa podía haber sido el momento primero de irritación, y otra las horas posteriores, cuando ha quedado tiempo para rebajar el tono de la visceralidad. Judas tuvo tiempo. Pero es que lo malo no era un pronto sino que su corazón estaba podrido. Y del árbol malo salen frutos malos, aunque haya tiempo por medio. Es más: cuando se está ya envenenado, todo sabe a veneno. Y aun las cosas que podrían estar a favor de la propia idea, se vuelven acíbar.
          Sucedió al día siguiente. Jesús dispuso ir a Jerusalén. Por el motivo que fuere, las gentes se enardecieron al paso de Jesús. Pudo ser aquella imagen de Jesús sobre la borriquilla, que evocaba una imagen mesiánica hace tiempo mostrada en las Escrituras. El hecho es que las gentes del pueblo aclamaron a Jesús como Hijo de David; que viene en el nombre del Señor…, y aquello fue contagiándose hasta el punto de originarse una manifestación de alagría en la que participaron los apóstoles, que tendían sus mantos en el suelo o cortaban ramas para acompañar a Jesús.
          Y lo extraño era que Jesús no cortaba aquello, siendo así que él siempre había impedido en ciernes cualquier conato de proclamación mesiánica. Hoy no lo corta y se deja aclamar, y así llega a Jerusalén y así entra en la ciudad y así hasta el mismo corazón de la vida religiosa: el Templo.
          En todos los apóstoles –con su idea de triunfo mesiánico a lo humano- esta escena les es magnífica. ¿Por fin ha llegado! En buena lid podía ser hasta un revulsivo para Judas que, al fin y al cabo, es lo que había deseado siempre, y lo que había buscado. Pero Judas tenía ya su corazón dañado y todo esto le molestaba. Cuando los sacerdotes le pidieron a Jesús que acallase aquellas voces de alabanza, Judas estuvo de acuerdo con ellos. Ya era tarde para hacer Jesús lo que estaba haciendo. Ya no encajaba en aquel pecho hostil a Jesús. El veneno había penetrado muy adentro y había infestado los sentimientos de aquel hombre. Lo que él buscaba ya era el momento en que poder chafarse del grupo para llevar a cabo la decisión que había albergado dentro.
          Jesús se volvió a Betania, y desde allí fue viniendo a Jerusalén todos los días. Fue en alguno de ellos cuando Judas tenía que hacer alguna gestión del grupo y pudo separarse del conjunto, y cuando se fue a los sacerdotes para realizar su propósito. No había una ideología. No existía un porqué de altura de miras. Ni siquiera ahora estaba por medio si Jesús era un estorbo para el mesianismo nacionalista que Judas había deseado… Lo que nos presentan los evangelios es a una pasión baja, rastrera, por la que Judas pretende “cobrarse” el dinero que no sacó de la venta del perfume de Maria. Y cuando llegó a los sacerdotes, les hizo una propuesta barriobajera: ¿Qué me dais si os lo entrego? Ahora mismo es lo que le mueve a aquel hombre.
          No cabe duda que los sacerdotes se encontraron con una sorpresa inesperada. Y tasaron la traición en 30 monedas que Judas dio por buenas… ¡Hombre desgraciado!, que pasa incluso a la literatura como uno de los tres condenados al vértice invertido del cono del infierno (“La Divina Comedia”), junto a Bruto, el otro traidor que asesinó a César. No merece otro puesto porque su obra fue el colmo de la suciedad de un alma podrida.

          No dejo de pensar en las horas siguientes cuando se unió de nuevo al grupo y él llevaba ya en su mirada la felonía que había cometido, y temía ser descubierto por los compañeros o por el Maestro. Y la verdad es que su misma postura huidiza, su apartar la mirada, su tendencia a permanecer solo, ya le delataban. Debieron ser horas o días malísimos para él –que no se soportaba- y para Jesús y los otros once que veían aquella huida el discípulo…

1 comentario:

  1. Ana Ciudad10:07 a. m.

    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Continuación)

    LA MISERICORDIA Y EL PECADO.

    "Algunos santos se han calificado a sí mismos de grandes criminales, porque contemplaban a Dios, se miraban a sí mismos y veían la diferencia (Santa Teresa de Calcuta).
    LA DIVERSIDAD DE PECADOS.-Tras el Bautismo, el único modo de separarnos de Dios es rechazándole deliberadamente.Esto sucede cuando plenamente conscientes de nuestra acción, deliberadamente y conscientemente rehusamos obedecer a Dios.
    Es una muerte en vida por la que el pecador queda desnudo y aislado en medio del amor y abundancia divina.La gracia de Dios fluye a su alrededor, pero no puede entrar en èl.Todos los méritos sobrenaturales que el pecador había adquirido antes de su pecado se pierden.Todo es barrido en el momento de pecar.
    Es evidente que podemos pecar no sólo haciendo lo que Dios prohíbe(pecado de comisión), sino dejando de hacer lo que Él manda 8pecado de omisión).

    DIVERSIDAD DE PECADOS:-La variedad de pecados es grande.Se pueden distinguir según su objeto, como en todo acto humano,o según la virtud a las que se opone, o según los mandamientos que se quebrantan. Se pueden agrupar según se refieran a Dios, al prójimo o a sí mismo;se pueden dividir en pecados espirituales o carnales o también en pecados de pensamiento, palabra, obra , acción u omisión. La raíz del pecado está en el corazón del hombre, en su libre voluntad,según la enseñanza del Señor: "De dentro del corazón salen las intenciones malas,asesinatos,adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, injurias.Esto es lo que hace impuro al hombre" (Mt15,19,20).En el corazón también reside la caridad a la que hiere el pecado.

    Continuará

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