viernes, 12 de febrero de 2016

12 febrero: De Lunes a Jueves

Una aplicación de la Liturgia del Viernes de Ceniza
          Más que explicar, me remito a la palabra misma del Papa que, con gran acierto, señala “formas de ayuno” útiles, sencillas, posibles para cualquiera:
“Ayuna de palabras hirientes y transmite palabras bondadosas.
Ayuna de descontentos y llénate de gratitud.
Ayuna de enojos y llénate de mansedumbre y de paciencia.
Ayuna de pesimismo y llénate de esperanza y optimismo.
Ayuna de preocupaciones y llénate de esperanza en Dios.
Ayuna de quejarte, llénate de las cosas sencillas de la vida.
Ayuna de presiones y llénate de oración.
Ayuna de tristezas y amargura y llénate de alegría el corazón.
Ayuna de egoísmo y llénate de compasión por los demás.
Ayuna de falta de perdón y llénate de actitudes de reconciliación.
Ayuna de palabras y llénate de silencio y de escuchar a los otros”.
          Con razón Jesús desvía el sentido del ayuno ritual defendido por los fariseos hacia otro sentido mucho más profundo: el que deberán vivir sus apóstoles y discípulos en la vida de cada día. Mt 9, 14.

PASIÓN DEL SEÑOR
          Los días que siguieron al domingo de la entrada mesiánica en Jerusalén fueron días difíciles en la convivencia con Judas. Este hombre venía ya tenso desde la unción de María y la defensa que hizo de ella el Maestro. Jesús siguió su labor yendo todos los días desde Betania a Jerusalén donde enseñaba. Judas no había rebajado su tensión y andaba buscando el momento propicio para consumar su venganza.
          El Consejo y los ancianos se habían reunido en el palacio del Sumo Sacerdote Caifás el martes (“dos días antes de la Pascua”) y deliberaron prender a Jesús. Pero aquello había que hacerlo con mucha prudencia. Los días de la Pascua con la ciudad hirviendo de gentes de Galilea, Transjordania y Judea, no era prudente. No sabían con cuántos seguidores contaba Jesús y no podían arriesgarse, no fuera a producirse un tumulto…
          Fue entonces cuando Judas apareció por allí y les propuso el plan por el que él mismo se comprometía entregarles a Jesus. Todo consistía en cerrar un trato: ¿Qué me dais si os lo entrego? Y él se ocuparía del resto.
No me cabe duda que a Jesús le llegó muy pronto la noticia de lo que Judas había hecho. José de Arimatea tuvo que avisarle de la situación. Él era miembro del Sanedrín o Consejo de ancianos, y tuvo conocimiento de la fechoría de Judas. Tenía que ver a su amigo Jesús para ponerle en guardia de que el enemigo estaba dentro de casa.
          Ya era duro convivir aquella semana desde el momento que Judas andaba tan huidizo. Pero cuando Jesús supo ya con seguridad lo que Judas había tramado, la convivencia se hizo mucho más difícil. Jesús hacía por acercarse; Judas por alejarse. Los compañeros molestos con aquel carácter huraño que había echado el Iscariote, y unas veces con peor talante y otras con mejores intenciones de parte de ellos, se intentaba sobrepasar aquellas horas. Jesús no dijo nada a los Once. Jesús siguió sus planes como si no pasara nada.
          La maldición de la higuera, expresando la esterilidad del pueblo judío que no había respondido a los cuidados que le había prodigado, no podía menos que evocarle la otra dureza de corazón de uno de los suyos. La parábola de los dos hijos, con uno que parece estar en buena disposición pero que al final “no va” adonde le dice su padre, también reflejaba esas dos referencias. No era normal que Jesús pudiera ir haciendo su obra sin tener ahí detrás la idea de lo que tramaba uno de los suyos. Lo mismo -¡y con cuanta fuerza!- los labradores homicidas que mataron al Hijo para quedarse con su hacienda… Todo esto se estaba desarrollando en aquellos días… Y, aunque el objeto directo era Israel, no podía menos que martillear en su corazón que “uno de los suyos” estaba en el cráter de aquel volcán… “Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados… ¡Cuántas veces quise recoger a tus hijos como la gallina recoge sus pollos…, y no quisiste! Y a Jesús se le revolvían las entrañas… Judas había sido elegido para estar con él, echar demonios…, y ahora Satanás había entrado en él…, y no había sabido echarlo…
          Jesús –ya bien informado- advirtió a sus discípulos que dentro de dos días es la Pascua y el Hijo del hombre va a ser entregado para ser crucificado”. ¡Una verdadera bomba en el corazón de los apóstoles!, y no menos admirado quedaba Judas cuando Jesús hacía tal anuncio… porque eso quería decir que se había enterado. Mucho más se alejó entonces Judas de la conversación con unos y otros y andaba solitario, aunque Jesús hubiera querido entablar con él una conversación: ¡Judas le causaba pena!, y Jesús querría atraerlo. Pero no hubo oportunidad. Judas siempre estaba en el rincón contrario. ¿Qué pensamientos rondarían la mente de aquel hombre?

          Fueron, pues, dos días muy duros. Jesús continuaba su labor pero su corazón estaba herido por la lejanía del Iscariote. Los compañeros hacían corrillos  y comentaban… Estaban impactados.
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1 comentario:

  1. ¡Judas le causaba pena..!, y Jesús querría atraerlo pero no tuvo oportunidad. Jesús sufría por la lejanía del Iscariote...¿No pudo moverle el corazón? Jesús, todo AMOR y MISERICORDIA,¿no pudo salvarlo?

    El Papa Francisco, nos recuerda que, "el Evangelio, donde brilla gloriosa la Cruz de Cristo,invita insistentemente a la alegría". La cruz de Cristo está presente en la vida del cristiano. Y Cristo está presente como el Novio que ha llegado para desposarse con la Humanidad,para vivir y celebrar personalmente la Alianza indestructible entre Dios y el pueblo elegido-Israel-Esta certeza debe llenarnos de un gozo inmenso y nos obliga a luchar contra todo lo que nos pueda separar de Cristo y de los hermanos;sintiendo como el corazón está llenito de esperanza.

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