domingo, 14 de febrero de 2016

14 febrero: Tentaciones modernas. D. 1ºC Cuaresma

Liturgia
          El “credo” de un israelita era eso que narra la 1ª lectura: Deut 26, 4-10: Éramos unos pobres que hubimos de emigrar a Egipto, donde fuimos maltratados con dura esclavitud. Pero Dios nos sacó de Egipto con su mano poderosa y nos introdujo en esta tierra fértil. Por eso ahora le ofrecemos los primeros frutos del suelo. Lo pondrás ante el Señor tu Dios y te postrarás en presencia del Señor tu Dios Agradecimiento y adoración a Dios.
          Cuando surge la tentación de saciar el hambre en el desierto, convirtiendo en pan una piedra en provecho propio, Jesús reacciona con esa única idea de postrarse en presencia del Señor su Dios y no para propio beneficio, sino en reconocimiento de Dios.
            Es toda una teología esencial: La misión de Jesús obedece a la voluntad de Dios y no a conveniencias ni oportunismos. Jesús tiene su cabeza sobre sus hombros y tiene su sentido de Dios por encima de su propia cabeza porque nace de su fe. Por eso sabe que no solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
            Otra tentación que también viene en la vida diaria es buscar alcanzar un objetivo sea como sea. La tentación se presenta con una astucia muy de vida diaria. Las cosas se han dado de manera que aquí medra el que mejor sabe arrastrarse por tal de conseguir su fin. La tentación que nos describe el evangelio es la de ofrecerle a Jesús poder tener parte en el botín si se arrastra ante las conveniencias y adora al ídolo de metal… Y Jesús no transige con algo tan burdo. El sabe que la lucha está servida y acepta el cuerpo a cuerpo. Pero dando el pecho y no cediendo ante la oferta tentadora. A tu Dios adorarás y a  Él solo servirás. Va a costarle la vida, pero preferible es eso a ceder de mala manera.
            No es una tentación que esté tan lejos de nosotros. Y más bien tendremos que saber mirar si no hay situaciones que se ceden demasiado fácilmente y ponen a la persona en servilismo de una conveniencia o de una persona.
            Y surge una tercera tentación que es la de la falsedad, la del engaño mentiroso con visos de verdad… Como era verdad que estaba escrito que Dios enviará sus ángeles para que tu pie no tropiece en las piedras, podía pensarse que Dios está detrás de cada situación con el milagro preparado. La mentira esta en que está cambiado el contexto, y aquí se presenta lanzarse desde el pináculo del templo como una forma de manifestación excelente para ser admirado… O desde otro punto de vista será un Jesús que le pide pruebas a Dios para creer en la misión y para realizar así la voluntad de Dios. Y Jesús se aferra a otra Palabra de Dios: No pondrás a prueba al Señor tu Dios. No hay ninguna razón para obligar a Dios al milagro. Más aún: no va a hacer Dios tal milagro. No va Dios a tener una prueba preparada para cada acción suya. O se acepta la voluntad de Dios, manifestada en lo corriente diario, o no hay razón para pretender que Dios venga a tener que estar haciendo milagros a derecha e izquierda por el capricho de unos u otros. A veces habría que decirle a los creyentes que tengan una idea más respetuosa de Dios, como para pretender tenerlo a la medida de las cosas diarias.
            Ha dicho la 2ª lectura que hay que tener la Palabra de Dios en los labios y en el corazón, y añade: se refiere al mensaje de la fe. Creer en la Palabra de Dios es creer lo que él dice por el hecho mismo de que lo dice, y no por “las pruebas” que tenga que dar Dios para que creamos. En Dios se cree porque es Dios. Y nadie que cree en él queda defraudado. Sencillamente así.
            Desembocamos en la actualidad que nos viene con la Eucaristía. Creer en Jesús es creer en ese Jesús que pasa por la tentación y la resuelve con la fidelidad de ojos cerrados ante la forma de manifestarse Dios. Podría Dios haberlo hecho de otra manera, pero Jesús no necesitó más garantía de voluntad de Dios que el hecho mismo de que las cosas fueron como fueron en su desenvolvimiento normal. Y así aceptó.
            Acaba el Evangelio con una afirmación de mucho calado: El demonio lo dejó hasta otra ocasión. Lo que significa que la tentación siempre acompaña, siempre aparece…, y que por eso siempre hemos de estar alertas. Jesús mismo no se vio libre de situaciones tentadoras. Lo que queda ahí finalmente es que nunca cedió, ni cuando en la cruz le prometieron creer en él si bajaba de la cruz. Él permaneció en ella y ahí mantuvo su fidelidad al proyecto salvador de Dios.








            Pedimos a Dios creer en su Palabra por ser palabra de Dios.

-         Que no pretendamos hacer de la religión nuestro propio provecho y ventaja humanos. Roguemos al Señor.

-         Que jamás nos arrastremos ante conveniencias humanas con tal de alcanzar un fin. Roguemos al Señor.

-         Que no pidamos pruebas a Dios para creer en su bondad y providencia, sino que creamos en él por ser quien es, y en su palabra que nos enseña. Roguemos al Señor.

-         Que sepamos estar alerta ante las múltiples tentaciones de la vida diaria. Roguemos al Señor.


Danos, Señor, afrontar la Cuaresma con la voluntad firme de vivir de acuerdo con nuestros principios cristianos, y de ganar terreno en nuestra actitud de fidelidad a Dios.

          Lo pedimos por medio de Jesucristo N. S.

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad10:02 a. m.

    Las tentaciones de Jesús son también las tentaciones de sus servidores de un modo individual.El demonio no va a ofrecernos a nosotros todos los reinos del mundo.Conoce el mercado y, como buen vendedor, ofrece lo que calcula que el comprador tomará.El demonio piensa que la mayor parte de nosotros podemos ser comprados por mucho menos y sus ofertas vienen envueltas en toda especie de formas bonitas.Si ve oportunidad no tardará en señalar como podemos conseguir aquello que queremos si aceptamos ser infieles a nosotros mismos y en muchas ocasiones si aceptamos ser infieles a nuestro Dios y a la fe que profesamos.

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  2. En el corazón del hombre tiene lugar una lucha constante y, Jesús, tampoco se libró de ella: consecución de bienes materiales, obtención del poder sobre los demás y toda clase de seguridades contra cualquier infortunio que se nos pueda presentar. Son tres tentaciones que cada día afectan más al hombre de hoy: una sed de riquezas, de poder y de seguridad que lo llevan desorientado persiguiendo cosas que no le reportan la felicidad, porque ésta sólo la puede encontrar si la busca en el corazón de Dios.

    Por eso, sólo podemos alcanzar la salvación si con los labios y con el corazón, tomamos a Jesús como nuestro modeloy creemos que Él es el único camino que lleva a la vida auténtica.

    Todos andábamos errantes, desorientados, tras el pecado de Adán y el Señor nos sacó del pecado para entrar en su Reino. Por eso tenemos que darle todo lo que somos, y estar vigilantes porque el diablo, desde lejos siempre espera su oportunidad.

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