domingo, 9 de junio de 2013

La ternura de Jesús

EL DOMINGO DE LA VIDA

         NOTA: Hoy era el día más inoportuno para el corte de luz que hemos tenido en esta zona, porque aunque yo tuviera escrito el texto para que os llegara a tiempo, ¡no funcionó el Internet!...  De manera que puede haber quedado en muchos de los seguidores la sensación de que ya estoy “fuera de servicio.
         Pero aún me queda este pequeño resuello antes de la batalla…, que libraré D.m. mañana lunes en el quirófano del “Hospital El Ángel”, que pondrá a prueba mi corazón estropeado.

            Hoy me toca escribir a la luz de una linterna, porque en el mismo momento en que encendido el ordenador se ha producido el corte general de la de la luz- Y la verdad es que es muy difícil.
            El tema litúrgico de hoy es precisamente LA VIDA.  Elías se encuentra ante la desgracia de que de que el hijo de la viuda que lo hospeda, ha quedado sin respiración. Y como suele suceder en esos momentos, la viuda protesta a Dios de que su hospitalidad con el siervo de Dios sea “pagada” así.  El profeta toma al niño, se lo lleva a su habitación, ruega a Dios, le da calor con su propio cuerpo, y baja de nuevo a la desconsolada madre viuda y le entrega a su hijo con vida, respirando.
            El Evangelio tiene unos matices muy especiales.  Jesús va de camino y se topa con un entierro a la altura de la ciudad de Naim. Pregunta Jesús qué es aquello y le informan que llevan a enterrar al hijo único de una madre viuda.  A Jesús se le conmueven las entrañas…, le da un vuelco el corazón y con un impulso instintivo de su compasión misericordiosa, se va derecho a la madre, y le dice:  NO LLORES.  La verdad es que así en seco, es una expresión un poco vacía. ¿Cómo no iba a llorar? No sólo que es madre, sino que en viudez queda ahora en el más grande desamparo. Pero el corazón tiene su propio lenguaje y, si bien la causa del dolor de la mujer era el hijo muerto, ese hijo no estaba sufriendo en este instante, Y Jesús se ha ido derecho allí donde estaba el sufrimiento.
            Y a renglón seguido Jesús se va rápidamente al cadáver, se detienen o Jesús mismo detiene a los que lo llevaban, y con voz potente e imperiosa, dice: Muchacho, levántate, Yo te lo mando.  Hay como un contener la respiración de todos, y un grito apagado de admiración y temor sagrado ante el cadáver que se incorpora y abre los ojos y mira en derredor sin saber que pasa.  Jesús pone toda sy delicadeza en el hecho, le toma de la mano, le ayuda a salir de su ataúd…, y se lo entrega a su madre.  ¡Por eso era por lo que le había dicho que no llorara! 
            La gente quedó casi sin resuello,,, Tuvo conciencia de que un profeta les había visitado, y corrió la noticia por todos los pueblos vecinos.

Como suele ocurrir, nos quedamos deseosos de muchos detalles que el Evangelio no nos dice. ¿Qué hizo Jesús¿ ¿Qué hizo después aquella mujer? ¿Jesús se esfumó por entre el gentío? ¿Qué comentaron sus apóstoles?  El evangelio nunca vendrá a satisfacer esas preguntas. Son las que nos deja a vosotros…, las que nos debe suscitar un diálogo con Jesús en la Eucaristía e este domingo…. ¡Y ESO PRECISAMENTE ES JACER ORCIÓN CON EL EVANGELIO!  ¡Eso es orar buscando respuestas personales a nuestras necesidades de conocer el fondo del CORAZÓN DE JESÚS


Añadiré aún el día 9 del MES DEL CORAZÓN DE JESÚS.

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad4:20 p. m.

    Jesús no es insensible ante el padecimiento.Él ha venido a la tierra a traer gozo y paz.Aquí en este pasaje del Evangelio tiene lugar la manifestación del poder de Cristo Dios.Pero antes fue la conmoción de su alma,manifestación evidente de la ternura del Corazón de Cristo Hombre.
    El milagro es a la vez un gran ejemplo de los sentimientos que hemos de tener ante las desgracias de los demás.Debemos aprender de Jesús,para tener un corazón semejante al suyo;para esto debemos acudir en primer lugar a la oración;hemos de pedir al Señor que nos conceda un corazón bueno capaz de compadecerse de las penas de las criaturas, capaz de comprender que para remediar los tormentos que acompañan y no pocas veces angustian las almas en este mundo ,el verdadero bálsamo es el amor,la caridad:todos los demás consuelos apenas sirven para distraer un momento,y dejar más amargura y desesperación.
    Pidamos al Corazón de María con palabras de la liturgia:Acuérdate Virgen Madre de Dios,mientras estés en su presencia,decirle cosas buenas en nuestro favor y por nuestras necesidades

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  2. José Antonio4:42 p. m.

    Jesús se cruza en el camino de esa madre, se hace presente en su dolor y siente "lástima" por sus lágrimas. Cuántas veces el Señor se hace presente en nuestro camino y, sobre todo en las adversidades. ¡Cuánto nos cuesta reconocerle! El sale a nuestro encuentro siempre y de manera incondicional, todo por AMOR.

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