lunes, 3 de junio de 2013

En el día 3º del MES

MES del Corazón de Jesús.  Día 3º
             CURÓ TODA ENFERMEDAD Y TODA DOLENCIA.
             ¿Voy poniendo medicina en quienes trato

             Consecuencia y continuación de lo de ayer (“pasó por el mundo haciendo el bien”) surge esta segunda parte en la exposición, cuando quiere uno entrar y adentrarse en el Corazón de Jesucristo “curó toda enfermedad y toda dolencia”.  Y los evangelios nos hablan de ciegos y de paralíticos, de cojos y de leprosos, de mancos y de encorvados, de epilépticos y de poseídos del demonio, de hemorragias y de sordomudos. Y nos habla de pecadores (que era la forma que englobaba todas las otras enfermedades, en el sentir popular).
             Curaba Jesús a dos manos: con la derecha, de terciopelo, a quienes venían a Él abandonados en sus manos, en súplicas humildes de quienes se reconocen enfermos.  Con la “mano izquierda” –aparentemente más dura- cuando el enfermo era hipócrita, soberbio, engreído, subido a su pedestal. Con una especie de “conciencia mesiánica” que pretendía saber más que Jesús.  Sus discusiones con los fariseos y doctores no eran agresivas ni pretendían zaherir. Su acuse de “Satanás” a Simón, su discípulo, no era para “apartarlo de Él. Su negativa a dejar su labor para ir a ver a su madre, ni era un desprecio. Era esa “mano izquierda” que tiene que entrar de modos menos suaves con los recalcitrantes, pero Jesús busca igualmente la curación. Quiere curar toda enfermedad y toda dolencia.
             Y hay dolencias que el enfermo las presenta porque se siente enfermo, y ahí es más posible al médico aplicar el remedio. Y hay dolencias que el enfermo oculta, y poco puede entonces hacer el médico. No hay peor enfermo que el que no reconoce su enfermedad.
             Eso se da unas veces en “enfermos” en plenas facultades mentales. Otras veces en los que ya no las tienen así.  En los primeros, mal que bien se les puede ir conduciendo hacia una reflexión, una toma de conciencia, un comprender que mientras no reconozcan y acepten su enfermedad, el médico tantea y no puede curar debidamente. Ni por una vez nos dice el evangelio que los fariseos acabaran reconociendo que Jesús era más de lo que ellos creían…  Y siempre le atacaron con los mismos falsos argumentos.
             En los segundos, poco puede hacer el médico. O tales enfermos no obedecen, no se toman la medicina correspondiente, tiran por sus caminos, son víctimas precisamente de su enfermedad.  Como aquellos vecinos de Gerasa que, en vez de tomar la medicina, acabaron pidiéndole a Jesús que se marchase de allí.
             Sigue Jesús queriendo curar toda enfermedad y dolencia y se da contra la pared de enfrente, porque encima de todo dicen esos enfermos que Jesús tiene a Beelzebul, y echa los demonios por arte de Beelzebul. ¿Qué hacer…, cómo curar?  Ahí están poniendo tal muro a la acción de Jesús, que muchas veces en el evangelio, Jesus ha de tomar el camino de pasar a la ribera opuesta.

             Estamos ante la pregunta: ¿Voy poniendo medicina en quienes trato?  Evidentemente tiene que ser un principio general el de querer poner esa ayuda…  En repetir cien veces el intento… Pero al mismo tiempo puede ser que notemos que “nos están pidiendo que nos vayamos”…, que nos estén viendo como “Beelzebul” en sus vidas, o que no tengamos más remedio que “pasar a la ribera opuesta”.
             Y hasta es posible que eso ya sea una manera de aplicar “medicina”, porque si el médico no es aceptado u obedecido, lo que no puede es empeñarse él en curar a quien no quiere curarse.  Y a veces es saludable ese “paso a la ribera opuesta” porque puede ser el toque de atención serio a tales enfermos para que se ayuden a comprender que quedan desahuciados y no por culpa del médico.

             Queda, sin embargo, emergiendo la gran afirmación inicial:  es la que mejor expresa lo común del Evangelio…, lo habitual en el Corazón de Jesús, lo que mejor define su manera de ser, su bondad profunda, su amor abierto a todas las posibilidades.  Y que bien que sabe utilizar –cuando es necesario- su “mano izquierda”, para conseguir finalmente el efecto curativo que sale como fuerza de su mismo Corazón.  Saulo por los suelos, el fanfarrón fanático que pretendió aniquilar a los discípulos de Jesús, tuvo que mascar el polvo… ¡Y fue su salvación! ¡Fue el beso mismo de Jesús, “al que tu persigues”!..., y que finalmente fue el “perseguidor de Saulo” hasta hacerlo “vaso de elección”.
             Bien podemos pedir al Señor que, aunque sea con esa su “mano izquierda”, nos lleve a la situación de reconocernos “enfermos” que necesitamos de médico…, y enfermos que obedecen las indicaciones del médico.

             Que todo eso, en las realidades más humanas, o en las sobrenaturales, de manera muy especial, es un verdadero don que el Espíritu del Señor nos pone  a la mano con sus inspiraciones, para llevarnos a la verdad completa.

1 comentario:

  1. Anónimo3:06 p. m.

    ¿Quién puede puede hacer un comentario a su sabiduría del Evangelio?,Me considero incapaz.
    En la parábola que Jesús nos presenta en el Evangelio de hoy,compara a Israel con la viña escogida,provista de su cerca,de un lagar y de una torre de vigilancia para protegerla de ladrones.Dios no dejó de proteger a la viña de sus amores.Los viñadores son los dirigentes del pueblo de Israel;el dueño es Dios,y la viña es Israel ,como pueblo escogido de Dios.
    Jesús resume en esta parábola la historia de la salvación.
    Jesús de Nazaret sigue siendo la piedra angular.El edificio levantado a espaldas de Cristo está levantado en falso.

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