viernes, 28 de junio de 2013

Hipocresía. Día 28

Día 28.- GUARDAOS DE LA LEVADURA DE LOS FARISEOS.
El gusto de Jesús por intrigar a los oyentes y levantarles así un interés añadido, se verifica aquí (como en tantas otras veces).  De pronto les sale por esa precaución a la que nunca había hecho mención. Como ellos eran de vuelo corto, lo único que se les vino a la mente es que se habían olvidado comprar panes.  Jesús apuntaba mucho más alto. Lo peligroso de los fariseos no era su particular levadura de sus tahonas. La amenaza envenenadora era su hipocresía,  Y a ello se refería Jesús.  De panes y de levaduras Jesús sabía, hasta para sacar panes de donde no los había. Lo que a Jesús le hería y preocupaba era aquella falsía con la que engañaban y desfiguraban la misma verdad de Dios,
Jesús no previno de los pecados particulares que podía tener cada persona.  Él tendría  siempre una fuerza y un perdón, un alma abierta a la misericordia y una mano extendida para abrazar,  Pero donde quedaba chafada su fuerza y cortado su río de amor, era en esa levadura de los fariseos. Es que era un impermeable que se cerraba a la lluvia benéfica de Jesús…, y que –como levadura, aunque malsana- iba contagiando alrededor. A la falsía impenetrable de los fariseos, Jesús podía prevenir…: que sus apóstoles y discípulos, y las gentes de buena fe, evitaran a distancia el contagio peligroso de quienes no ven, ni quieren ver, y se parapetan en su seguridad.., esa seguridad de la soberbia de quien quiere ser “como Dios” y saber más y mejor que Dios.
Ningún “fariseo” admitiría que él esté en esa situación…, que es la gran prueba de que lo está.  Porque alguien que ni duda, ni admite dudar ante quien trata de ampliarle el horizonte, está en la pura levadura de su engaño, su falta de sinceridad, su huida de sí…, que es lo típico de quien evita que otro pueda intentar abrirle horizonte.  Siente como que le quitan el suelo bajo sus pies…; y prefiere agarrase a su clavo ardiendo, sin moverse un ápice de su loseta en la que se siente seguro…, y pretende que hasta “verdadero” por encima de las otras verdades que aportan los que tiene a su lado.
No habló Jesús del aspecto ridículo del que se cree poseedor de toda la verdad. No es capaz de sentirse ridículo el propio hipócrita…, y sin embargo –desde fuera- se le ve contorsionado en su personal intento de pasar por la vida como quien está por encima del bien y del mal.
                ¿Y qué ocurre? ¡Que ojalá descubra las ventajas de lo que yo llamo: mirarse al espejo, porque entonces no necesita aparentar, y el bien o el mal que puede haber en tal persona y que actúa por la espalda, puede quedar como postema al descubierto.  Cierto que queda inicialmente repugnante, pero –una vez vista de frente-, puede ser sajada, desinfectada, curada.

                Aquí es donde el que ha elegido ser pobre, halla la felicidad de tener a Dios por Rey. Ahí el pobre es feliz. Y aun descubriendo sus carencias y pecados, jamás se viene abajo. Dios es su Rey, y en ese CORZÓN DE DIOS puede echase sin temor… Y SER UN POBRE FELIZ, UN PECADOR FELIZ, un alma que se sabe pecadora, y a la vez arrepentida y admirad de la MISERICORDIA DE DIOS.

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