miércoles, 24 de diciembre de 2014

24 diciembre: Final de trayecto. Final de adviento.

La última etapa
          José y María han de hacer las –al menos- tres jornadas de camino hasta Jerusalén. Unos ratos con María en la carreta, con las mujeres; otros viniéndose junto a José a desentumecer los músculos, o cabalgando a grupas de la borriquita. Momentos íntimos de poder comentar, planificar, soñar y gozar entre ellos del misterio que llevan oculto. Paradas de descanso, noches en posadas al efecto, posiblemente con las dos estancias comunes separadas, una para mujeres y otra para hombres.
          Reanudación de segunda jornada, más pesada que la primera. En casos, más presta a tensiones por el cansancio y la convivencia en un receptáculo tan reducido. Y María sabiendo entrar con su arte y gracejo para elevar los tonos de la conversación, apaciguar ánimos, invitar a cantar los salmos de peregrinación. Paradas en las que todos bajan un rato a descansar, y que podemos aprovechar para recoger un poco de hierba que haga algo más mullido el lugar en que María descanse. O poniéndonos a su lado, junto a José, porque ellos tienen otra conversación que abre a la esperanza, a la alegría, al optimismo, a ver las coas desde otro prisma en el que no se habla peyorativamente de terceros, y donde se encuentran espacios de bondad de dos corazones vírgenes.
          El último día es más cansino y a la vez má ilusionado porque se llega al final del trayecto. Porque en un momento aparecen las cúpulas del Templo de la Ciudad Santa y todos entran en un éxtasis emocionado. Para muchos viajeros acaba allí su peregrinar. Pero José y María deben aún esperar una noche de posada antes de salir para Belén, cuando María está más fatigada y cuando esos nuevos 8 kilómetros ha de hacerlos ya a lomos de la asna.
          Llegada a Belén; esperanzas puestas en familiares de José, y extrañamente puertas que se cierran, pese a la hospitalidad de aquellas gentes. Un recorrido inútil que va mermando las esperanzas de José. La posada como último recurso…, que tampoco puede serles útiles en lo que son horas decisivas para María. ¿Les ofrecieron la cuadra como lugar de refugio? Allí tenía que haber un pesebre. Y se justificaría la presencia del buey o vaca. Y estaba la pareja más cerca de gentes que les pudieren auxiliar
          Nosotros no nos identificaríamos con ese lugar. María y José pudieron pensar que su intimidad requería otra soledad. Y se encaminaron –con los datos del posadero- a un establo de ovejas a unos dos kilómetros, contando con que los pastores habían trashumado en esos días. Y allí se encaminaron. Ocasión para adelantarnos y buscar el sitio menos malo, preparar un lecho de pajas y hierba donde recostarse María, y sentirnos parte activa de este momento de espera… Allí llegarán en breve y María agradecerá aquella ayuda que le hemos prestado. José tendió una manta y María se echó a descansar. Quizás se durmió, tras un día tan difícil, y Ella que nota ya que el parto está por llegar.

          Situémonos allí y esperemos en oración recogida y emocionada. Somos privilegiados a quienes el Dios del Cielo nos ha ofrecido la oportunidad de ser los primeros testigos de acontecimiento tan singular. Oramos preparándonos porque estamos a pocas horas de una noche mágica. Y con María y José hemos de vivirla a plena satisfacción: la extraña aventura de Dios, que no quiso nacer en “un sitio” sino en un descampado, un lugar abierto para que puedan llegar todos, empezando por los más pobres.
            SIGUEN LITURGIAS

7 comentarios:

  1. San Gregorio Presbítero.
    ☺☺☺☺☺☺☺☺☺
    Presbítero (+ 303) que murió mártir en la persecución de Diocleciano a comienzos del siglo IV.
    En su historia interviene un personaje llamado Flaco que es el encargado por el gobierno de Roma para poner orden en el Imperio en lo que concierne a la unidad de religión fundamento del orden social. Ha pensado en su estrategia contra los rebeldes e inconformistas de cuya existencia en su territorio está bien informado: multiplicará los dioses y obligará a prestarles adoración. Quienes no acaten la orden con fidelidad serán aniquilados.
    En la península itálica, en la Umbria, concretamente en Spoleto, hay un hombre llamado Gregorio, se ocupa en hacer el bien a los demás, está interesado en poner remedio a las necesidades económicas de los más pobres y de hecho las remedia en la medida que puede, da consuelo a los tristes e incluso quema el tiempo animando cuando alguien está desalentado. Es pacífico y en su vida se advierte la rectitud. Todos lo tienen por hombre religioso. Incluso a los que quieren les descubre poco a poco los misterios de Dios y, lo que es más llamativo aún, algunos le siguen porque tanto su enseñanza como el estilo de su vida tienen un atractivo poco común. Sí, hay un no-sé-qué atrayente por su nobleza y altura de miras.
    Pero por lo que se ve que no agrada a todos. No quiere sacrificar a los dioses. Tiene ideas distintas. Él no se acomoda a lo establecido. Es acusado de "ser rebelde a los dioses". Afirma que sólo un Dios merece adoración y tan testarudo se muestra en su convicción que, a pesar de las amenazas y vejaciones, está dispuesto incluso a morir. De hecho así terminó su vida en el año 303.
    Desobediente. Inadaptado. Reaccionario. Indócil. Rebelde. Indisciplinado. Agitador. Inconformista. Independiente. Parece que todos estos calificativos tienen un contenido negativo. Pero, claro... hay que saber contra qué o contra quien. Porque —a la postre y para ser justos en el juicio— todo depende de a qué lado quede la verdad. Quizá resulte que hay que cambiar el esquema y se deban proponer para premios Nobel precisamente a los que no se acomoden a los croquis de la sociedad y vayan contra el "status".
    No siempre "ser como los demás" es signo de "estar en la verdad".
    A que la verdad no depende del poder, de la fuerza física, política o militar. ¡A que no!

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    1. ¿Que haríamos si las autoridades de nuestro tiempo decretaran la prohibición de celebrar la Misa del Gallo?

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    2. ¡¡¡







      ¡¡¡RE-BE-LAR-NOS.!!! ¡FELIZ NOCHEBUENA!

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  2. Pepe Aguilar12:45 p. m.

    A todos los hombres, a los que creen que el Hijo de Dios se hizo hombre por nosotros, a los que toman la Navidad como una fiesta consumista, a los que viven alegres, a los que están tristes a todos nosotros que seguimos este blog. FELIZ NAVIDAD.

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  3. Ana Ciudad3:16 p. m.

    ."Hoy sabréis que viene el Señor , y mañana contemplaréis su gloria ".
    FELIZ NAVIDAD,que el NIÑO DIOS,traiga la paz a todos los hombres de buena voluntad.
    Unámonos al recogimiento interior de María,tan necesario para ver y tratar a Jesús muy cercano también a nuestras vidas.

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  4. Anónimo11:00 a. m.

    Me parece importante que una contemplación, que nos sitúa en pleno acontecimiento para vivirlo en lo posible, tenga en cuenta lo que realmente pudieron ser las cosas; y si no es posible saberlo con certeza, se aproxime a ellas dentro de lo razonable y lo probable. Esto es básico para no desvirtuar el relato bíblico, que admite ampliamente imaginación, pero que puede verse alterado, y mucho, con la fantasía o la complacencia sentimental.

    El Nuevo Testamento nunca hace mención de un establo, de una cueva o de un descampado. Lucas habla de "katalyma", que los expertos traducen como “ sitio para huéspedes en una casa particular" y no como “mesón”. Cuando Lucas habla del buen samaritano, (en 10.34) para “mesón” utiliza el término "pandejeion", no "katalyma". Y en cambio sí usa "katalyma" para referirse a la habitación de la última cena, en una casa privada, no en un mesón (lo mismo hace Marcos en 14.14).

    Lo probable, entonces, es que María y José fueran directamente a casa de amigos o conocidos, que encontraran ya ocupada la zona de huéspedes, y que, con humildad, ocuparan un cobertizo adjunto, usual en las casas de Judea. Es razonable pensar que María, (sólo una muchacha, pero fuerte y decidida: no la asustó el ängel, sino que se atrevió a preguntarle cómo se produciría su concepción), y José (un hombre prudente, artesano acostumbrado al orden y eficiencia en su trabajo), no viajarían al azar y expuestos a todo en los últimos días de un embarazo. Ambos debían ser más responsables que todo éso.

    No veo a un José alocado, buscando alojamiento de puerta en puerta, y dejando sola a una embarazada con contracciones. Además, no debieron viajar tan apresuradamente. Aparte el evangelio de Lucas, ni siquiera hay certeza de que Octavio hubiera ordenado un censo en ésa época. Y si hubo censo, no se haría de la noche a la mañana: Roma, o Siria, debió dar un plazo suficiente. Tampoco habría sido necesario que viajase María: el hombre, el cabeza de familia era suficiente. Si José llevó a María, el viaje debió ser más previsto y planeado de lo que comúnmente pensamos. Y para quedarse en Belén más tiempo que el estrictamente necesario para inscribirse en el censo.

    Por éso, tampoco es probable que María diera a luz la misma noche de su llegada. Lucas sólo dice que se cumplió el tiempo de María estando ya en Belén. Y debieron estar en Belén cierto tiempo: de entrada casi dos meses, si no se alejaron de Jerusalén hasta después de la purificación de María y la presentación de Jesús en el templo; o más, hasta la huída (a Egipto: ¿habían dejado Nazaret definitivamente?)

    Todo esto no impide contemplar el misterio de la Natividad, no sólo de acuerdo con los dogmas, sino también con fervor y con ternura y sumisión. Pero lo único que yo doy por cierto (y basta para que me sienta abrumado por el milagro) es que María, a pesar de su edad, sabía muy bien lo que es un embarazo y un parto (fué a ver a su prima Isabel, no sólo para recitar el Magnificat, sino probablemente para ayudarla en el suyo)... y que José posiblemente no fué muy útil (como ningún hombre en un parto)... y que al nacer Jesús las estrellas probablemente no, pero María ciertamente sí resplandecía de amor.

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  5. Es muy de agradecer la puntualización técnica del ANÓNIMO. Son matices a los que yo no llego. Aunque en honor a la verdad ya dejé algunos de ellos advertidos en mi libro “QUIÉN ES ESTE”. Y por otra parte, hoy mismo (25 diciembre) en su exhortación en la bendición papal, Francisco nombra la “cueva” como de corrida. Y yo mismo hace unos días expresaba la posibilidad de que hubiera sido en el mismo pueblo donde ofrecieran un espacio para quedarse José y María. ¡Pero con pesebre!
    Me quedan en el pensamiento –sin embargo- esas reflexiones que hacen los escritores comentaristas de estos hechos de que Dios quiso nacer “en tierras de nadie”, porque nacía para todos. ¿Es eso más verdad o menos verdad que lo contrario?
    Otros temas del ANÓNIMO son variados y habría que acercarse a cada uno, lo que no considero ahora objetivo de mi “justificación” para poder seguir escribiendo en mi línea habitual.
    Finalmente me cito a mí mismo en ese libro, cuya “razón de ser” acababa diciendo: “Para quien es un avezado conocedor de las ciencias bíblicas habré sido un “cuentista” “a propósito del Evangelio”. Tampoco me parecería por ello un despropósito haberme arriesgado a hacer lo que he hecho. Porque el pueblo fiel más entiende “los cuentos” que le acercan a la figura de Jesús, que las notas de una edición crítica”

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