domingo, 21 de diciembre de 2014

21 diciembre: 4º B de Adviento

ABOCADOS A LA NAVIDAD
          Los domingos llevan su propio ritmo. Y aunque ayer nos detuvimos en el misterio de la encarnación del Verbo de Dios, había que traerlo de nuevo a este último domingo de adviento para preparar así el recuerdo del nacimiento de Jesús, de aquí a unos días.
          El relato del anuncio de Dios a María y la aceptación incondicional de Ella es una pieza de extraordinaria y decisiva importancia en la Historia de la Salvación. Porque sólo desde esa aceptación de María a la Palabra de Dios que se le anuncia, abre la puerta a la llegada al mundo del Mesías Salvador, el Hijo de Dios encarnado. Ese es el acontecimiento inenarrable, porque Dios hecho hombre es el salto más abismal que podía darse, no comparable con ninguna otra proeza realizada por humanos.
          Por eso hay que detenerse ante este hecho redentor: una Mujer, fiel a Dios, borra con su SÍ de aceptación el NO que Eva había protagonizado en el comienzo de la humanidad. Jesús, el Dios-Hombre –ofrecido al Padre para que se haga su voluntad- es la antítesis de Adán porque ha tomado la plena condición humana para desde ahí –desde su ser de Hombre-, levantar de la basura a una humanidad que se había ido por los derroteros del mal.
          Que ese Dios humanado en Jesús nazca, crezca, padezca y muera, ya son situaciones normales dentro de una plena humanidad, La resurrección volverá a ser la fuerza de Dios, porque esa humanidad caída tenía que poder volver a recuperar el lugar al que Dios le tenía destinado desde la creación del mundo. Todo eso se hace posible porque Jesús tomó la condición humana, haciéndose uno de tantos y obedeciendo hasta el acto supremo, la muerte.
          Esto es lo que hoy esta ahí en el paso de María abrazándose a la voluntad de Dios, con lo que se realiza la promesa hecha a David. Y eso es lo que provoca la emoción de Pablo que en la 2ª lectura convierte su discurso en una alabanza a Dios que nos dio a conocer el gran misterio de Jesucristo.
          Tocamos, pues, la fiesta cristiana de la NAVIDAD. Y en el corazón de cada católico tiene que hacer fuerza para dotar su celebración de unas características en las que predomine este elemento religioso básico. En cada casa tiene que haber una representación del Misterio salvador. En cada fiesta familiar debe procurarse la lectura del evangelio de San Lucas donde se narra sencillamente el nacimiento de Jesús. Son sólo unos minutos, pero han de hacer patente que no celebramos ni unas vacaciones, ni un reunirse de la familia, ni unas meras fiestas. A lo que vamos a unirnos nosotros en ese próximo día de Navidad es al coro de ángeles que Dios mismo envió para anunciar a los pastores el gran acontecimiento que había ocurrido en Belén. Y vamos a cantar, y vamos a celebrar, y vamos a dejar cabida a la alegría, PORQUE DIOS SE HA HECHO HOMBRE Y VA A VIVIR NUESTRA VIDA HUMANA.

          Y Jesús se queda ya con nosotros, y la Eucaristía nos lo hace permanentemente presente, no ya en lo pequeño de un niño sino en la adultez de un Cristo redentor, que se viene a nosotros como acompañante de nuestro camino. Con la Eucaristía hacemos camino mientras el Señor nos tenga aquí en la tierra. Él nos acompaña.

6 comentarios:

  1. El Papa ha dicho: La Navidad eres tú cuando felicitas perdonando y estableciendo paz; cuando cenas saciando de pan y esperanza al pobre, cuando recibes en silencio al Salvador del mundo, cuando eres sonrisa y confianza y ternura. Que sea ésta nuestra FELICITACIÓN DE LA NAVIDAD DE JESÚS

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  2. Elevemos a Dios nuestras peticiones.

    - Por los millones de Católicos que celebrarán la Navidad de Jesús, para que ese día sean –entre los suyos- un testimonio de fe y de sentido cristiano. Roguemos al Señor.

    - Por los millones de no católicos para quienes estos días no les significa nada religioso: que la luz de Cristo les ilumine. Roguemos al Señor.

    - Por los creyentes no practicantes para que encuentren en esta Navidad un motivo de acercamiento al misterio de Jesús hecho Hombre. Roguemos al Señor.

    Danos, Señor, esa grandeza de alma que extienda el sentido de la Navidad a todo el que nos trate.
    Por Jesucristo N.S.

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  3. ▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒
    Beato Pedro Friedhofen,
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    Nacido em 1819 en un pueblo del interior de Alemania, Weitersburg de Koblenz, Pedro Friedhofen tuvo una vida breve, marcada por grandes dificultades y pruebas. A los dieciocho meses de edad, el joven Pedro pierde a su padre, y con nueve años, a su madre. Sus estudios fueron interrumpidos en la escuela primaria, pero para aprender el oficio de deshollinador, y viajar con Jacob, su hermano mayor. Unos años más tarde la muerte de Jacob llevó a Pedro, con poco más de 20 años, a asumir la responsabilidad de la esposa de su hermano y de los diez hijos y uno por venir. Sin embargo, ni la habilidad con la que ejerció su profesión, ni su lucha contra la discapacidad de pulmón que padecía, eran suficientes. En su trabajo, cantaba himnos a María y sabía que Dios estaba cerca de él, haciendo de este hábito una forma de culto. Sobrevivió por su fe, oración apasionada, y lectura de la Biblia, mientras cultivaba una profunda devoción a María.

    Por su dedicación al apostolado seglar natural y el deseo de compartir con otros la alegría de vivir unido a Dios, fundó la Hermandad de San Luis, bajo estrictas normas y el consentimiento del Obispo de Trier, en diversas parroquias de la región. Viajante a causa de su profesión, tuvo experiencia de primera mano del sufrimiento y el aislamiento de las personas, especialmente entre los enfermos, lo que despertó más y más su dedicación a los desvalidos, y el deseo de consagrarse al Señor junto con otros de su mismo parecer, y fundar los Hermanos de la Misericordia. Este deseo fue apoyado por algunas personas de iglesia, pero las dificultades para la creación de una nueva congregación eran muchas, lo que hizo que Pedro repensara varias veces su proyecto. Como alternativa para dar continuidad a sus ideales y aprender sobre el cuidado de los pacientes, Pedro asiste el convento de los Hermanos Alessianos, una fraternidad laica con una forma parecida a la pretendida por él. En este período de prueba, Pedro se encuentra en conflicto con sus convicciones, en una congregación donde los votos perpetuos estaban prohibidas: un voto de pobreza no era posible. El Secretario de Finanzas de la ciudad administraba las finanzas del convento y tenía voz en la elección de nuevos candidatos para el convento. Los hermanos cuidando los enfermos aceptaban pagos a cuenta propia y tenían cuentas personales.

    Después de muchas batallas y decepciones, Pedro se mudó a Koblenz en 1850, buscando mejores condiciones para la creación de la nueva congregación, y mientras desarrolla su trabajo en un hospital y en un convento. La confianza y la creencia en la Congregación por parte del público y de la comunidad médica fue creciendo. En 1852, el padre Lorenzi recibió los votos solemnes de Pedro Friedhofen y un hermano, comenzando así el noviciado de los Hermanos de la Misericordia. En las primeras horas del 21 de diciembre de 1860 murió santamente en Koblenz; una gran multitud participó de sus funerales. Fue beatificado por SS Juan Pablo II el 23 de junio de 1985.

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  4. Ana Ciuad9:28 a. m.

    Muy emotivas las palabras de Papa Francisco y muy dignas de poner en prática para una feliz Navidad.
    A sus preces ,padre, nos acogemos todos los que deseamos que estas fiestas sean un nacer de Jesús en todo los corazones.
    El espíritu del Adviento consiste en buena parte en vivir cerca de la Virgen,en este tiempo que Ella lleva en su seno a Jesús
    Pero pienso que toda nuestra vida es también un adviento ,un poco más largo, una espera de ese momento definitivo en el que nos encontraremos por fin con el Señor para siempre.
    Para preparar la Navidad ,ya tan cercana,nada mejor que acompañar en estos días a Santa María,tratándola con más amor y confianza.

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  5. ¡Santas y felices Navidades y Santo Año Nuevo!Me uno a las Preces y a las Reflexiones del Padre Cantero, y, a Jesús, que no nos quita los Ojos de encima, queremos darle todo lo bueno que tenemos, que ya es suyo, porque ÉL nos lo dió.. Lo bueno de la Navidad es dejarse transformar por Dios, experimentar cómo nos ama y saber que sigue naciendo hoy en quién le abre el corazón.Un fraternal abrazo para todos. MªJosé Bermúdez

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