sábado, 13 de diciembre de 2014

13 diciembre: JOSÉ, UN GIGANTE DE LA FE

Un héroe bíblico  
          José prefirió salir de la casa sin ver a nadie más. Ahora mismo era demasiado el peso que caía sobre sus sentimientos y necesitaba quedarse solo con su dolor y sus pensamientos.
          Joaquín quedaba también sufriendo por José. María salió con su madre al encuentro de Joaquín. Sólo podía decir una cosa: él sabía que José era noble y bueno, y tendría que dejar un tiempo por medio para reaccionar. Se había marchado –les dijo-, y hay que comprenderlo. Unas lágrimas serenas caían por las mejillas de María. Y su mente se volvió de nuevo hacia arriba para mirar y suplicar a Dios. FIAT. Ya lo había dicho ella, y sabía que no era cualquier compromiso el que había aceptado. Y ahí está el primer sacrificio de aquella donación. No se retracta, no lamenta haber dicho que sí, porque a Dios ha de darse lo más hondo del corazón.

          José se encontraba en un doble dilema. De una parte, si Dios había intervenido y se había “metido en su camino”, él no iba a disputarle a Dios. De otra, era un hombre al que se le había tronchado la vida. Una ráfaga pasó por su mente de liberarse de la situación huyendo. Porque lo que él no iba a hacer era denunciar a María. No podía él poner la mano en el fuego en aquel caso, porque no es fácil aceptar que “el Espíritu Santo ha dejado encinta” a su prometida. Hace falta tragar mucho para entrar sin más por ese pensamiento. Pero tampoco aceptaba dudar de María. Y la vida de José fue un martirio las horas o los días que durara aquella quemazón en su alma. Mal dormía, mal comía… Su mente era una devanadera.
          Hasta que Dios se le hizo presente y vino a abrirle la luz sobre todo ese misterio que estaba para él tan oscuro. Dormitaba José. En las brumas de un sueño vio abrirse un rayito de claridad. Una voz amiga le decía: No temas, José, hijo de David recibir a María en tu casa. La criatura que lleva en su seno es del Espíritu Santo.
          Ya era un aviso del cielo, que José podía distinguir que no había sido soñando. Ni era la primera vez que Dios se dirigía a alguien “en sueños”. [Lo que en realidad habla de que las cosas de la fe no son tan evidentes que se toquen y palpen como el que toma en manos una pelota. La fe va en otra dimensión en que CREER  es creer. Y creer no es la evidencia humana sino la evidencia de que Dios está siempre más allá].
          Pero lo que oyó José en sueños fue mucho más: Ella dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre JESÚS. Era enorme aquello. ¡Con razón le había saludado la voz como “hijo de David”! Él, José, iba a ser el hilo de oro que uniría a ese niño con la estirpe de David. Él, José, le iba a poner el nombre, que era el acto solemne de incorporación al pueblo de Israel. Él, José, iba a ser PADRE ante todo el pueblo. Él tenía que hacer todo lo que corresponde a un padre. A él se le encargaba JESÚS…, que para un israelita no era un nombre al azar sino puesto de antemano por Dios, y encarnando al SALVADOR Enmanuel, el anunciado.

          Ahora sí quedó José profundamente dormido y en paz. A estas horas no podía ir a ver a María. Pero el cielo se le había abierto de pronto y podía dormir como el luchador tras la dura pelea y necesita descansar. Deseando el amanecer siguiente, cuando antes de irse a su trabajo, se vaya a ver a MARÍA, a quien quería con toda su alma. Eso sí. Ya sabía que la vida les sería otra de la que habían pensado.

1 comentario:

  1. ███████████████
    SANTA LUCÍA, VIRGEN Y MÁRTIR
    El nombre de Lucía significa “Luminosa”
    La fiesta de Santa Lucía es celebrada en Occidente y Oriente el mismo día, 13 de diciembre, y su nombre figura en el canon romano de la misa («Canon I»). Lucía nació de ricos y nobles padres hacia el año 283; su padre era de origen romano, pero su temprana muerte la dejó a cargo de su madre, cuyo nombre, Eutychia, parece indicar un origen griego. Como muchos de los primeros mártires, Lucía había consagrado su virginidad a Dios, y esperaba poder dedicar todos sus bienes materiales al servicio de los pobres. Sin embargo, no había obtenido autorización de su madre para hacerlo, e incluso había sido prometida a un joven pagano.
    Sin embargo, Eutychia sufría de una hemorragia que no se le curaba, y Lucía la persuadió de emprender juntas una peregrinación a Catania, a unos 80 km de Siracusa, donde estaba la tumba de santa Ágata, virgen y mártir de la persecución de Decio, unos 50 años antes, en la que se obraban muchos milagros. La madre de Lucía resultó allí curada, y Lucía pudo persuadirla de que le permitiera realizar sus proyectos de consagración y caridad. Pero su prometido, despechado, la denunció a Pascasio, el gobernador de Sicilia, en el año 303, durante la feroz persecución de Diocleciano.
    Primero fue condenada a ser entregada a la infamia en un prostíbulo, pero con la fuerza de Dios quedó inmóvil y los guardias no la pudieron llevar. Quisieron entonces quemarla, pero de nuevo Dios la salvó. Por último, fue condenada a a morir por la espada. Pero antes de morir predijo el castigo de Pascasio y el pronto fin de la persecución, añadiendo que Diocleciano no reinaría más, y Maximiano encontraría su fin. Así que, fortalecida por el Pan de Vida, ganó la corona de la virginidad y el martirio.

    -No puede haber ninguna duda de la gran veneración que se muestra a santa Lucía en la iglesia primitiva: es una de las pocas mujeres santas cuyos nombres aparecen en el canon de San Gregorio, y hay oraciones especiales y antífonas para ella en su «Sacramental» y «Antifonario».
    -En el cementerio de San Juan de Siracusa se descubrió una inscripción sobre santa Lucía, que data del siglo IV o de principios del V.

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