domingo, 26 de febrero de 2012

NOS CREEMOS FUERTES...

ANUNCIO DE LAS NEGACIONES DE PEDRO

Acaba Jesús de realizar el misterio-anuncio-memorial de su muerte. No debemos pasar por alto un hecho: lo que Mateo, Marcos y Lucas han dedicado a narrarlo, en en Juan el lavatorio de los pies (y no habla de algo tan sublime como la institución del sacramento del Amor; es que Juan ha puesto la misma realidad ante los ojos, en ese momento del lavatorio y el MANDAMIENTO DE AMAR COMO ÉL HA AMADO).

Ha acabado ese momento sublime. O mejor sería decir que ha empezado…, no sólo porque aquella fue la “primera Misa” entre millones de misas siguientes en los siglos. También “ha empezado” porque el misterio anunciado tiene aún por delante el largo recorrido de los hechos mismos de la Pasión y Muerte. Una doctrina teológica, entre otras varias, explicita que aquella Consagración por separado del CUERPO u la SANGRE es precisamente el símbolo expresivo de la muere de Jesús, que llega a ser muerte real cruenta cuando su cuerpo quedó sin la sangre, derramada en los tormentos de la Pasión).

Ahora Jesús quiere prevenirles del escándalo que ellos, sus apóstoles y amigos, van a sufrir en ese tiempo, cuando vean ya, en la realidad, que los anuncios que ha hecho tantas veces de esos hechos, se hacen realidad. Y como buen Maestro quiere prevenirles. Y quizá –como inmenso Amigo- les está advirtiendo que ya sabe Él lo que es el horror de la Cruz… Que sabe Él que ellos se van a horrorizar y van a huir. Y que no por eso Él va a dejar de quererlos, porque bien sabe que una cosa es el deseo y otra la debilidad de la carne. Y se lo advirtió con esa imagen escalofriante para un hebreo: Hoy se cumplirá eso de “heriré al pastor y se dispersarán las ovejas”. Pero no os espantéis cuando suceda, porque luego iré delante e vosotros a Galilea. Volvía a ponerles delante que lsu muerte no acaba en la muerte. Hay después una Galilea de luz y gozo y Presencia, en la que Él estará allí antes que ellos.

Pero no podía aceptar eso de dispersarse las ovejas. ¡Al menos él, no se irá, porque yo estoy dispuesto a morir por Ti! Y no cabe duda que hablaba desde el sentir de sus deseos. Pero sin calibrar sus fueras. Y sobre todo, creyéndose más cierto de sí que de lo que anunciaba Jesús. Y como Pedro hablaba siempre demasiado pronto y demasiado seguro, Jesús tiene que advertirle que precisamente él, Pedro “me negarás esta noche tres veces antes de que el gallo cante por segunda vez”. Por supuesto que no admitió el aviso de Jesús.

Eso es lo malo de los que se creen más; de los que no tienen bien medidas sus fuerzas; de los que se piensan que siempre serán mejores o que llevan más razón que el propio Jesús. Lo que le pasó a Pedro, ya lo sabemos y lo veremos. Si siquiera nos hiciera a nosotros más prudentes para no creernos nunca más, y tener la humildad de aceptar que nos podemos equivocar…; más aún ¡que nos equivocamos como cualquiera y que fallamos como el primero…! ¡Si supiéramos comprender que si hoy estamos de pie, es porque nos sostiene la Gracia de Dios, y no porque nosotros llevamos el salvoconducto de la infalibilidad…!

Saltándonos ahora toda la amplia oración de Jesús, una vez acabada la Cena, nos iríamos a ese momento, que sería chusco si no fuera tan erróneo y fuera de lugar. Habla Jesús de la batalla que han de librar contra ls pasiones, contra el mundo y contra sí mismos, y les advierte que necesitarán armas muy fuertes para la lucha. Que hasta habrá que vender el manto para comprar la espada… Todo un símbolo, como el “cortarse la pierna o el brazo, o sacarse el ojo”. Y como siguen estando tan fuera de la realidad que Jesús les presenta, uno –que ha mirado la decoración de las parces de aquella sala de la Cena- salta con aquella chiquillada: ¡Aquí hay dos espadas! Jesús optó por cortar por lo sano. Era mejor no seguir. Y dejó un escueto: ¡Basta!, que bien podemos pesar que le dejaba el alma apenada, porque en medio de las alturas que Él explicaba, ellos seguían moviéndose a ras de tierra.

LUNES 1º DE CUARESMA.

Muy útil y para pensar la 1ª Lectura. Un código de conducta para aquel pueblo que bajaba a detalles de auténtica finura de trato, y que sobrepasaban cualquier legislación de pueblos limítrofes. No se quedaba Dios en los Mandamientos. Bajaba a detalles, y todos los rubricaba con una firma muy personal: Yo soy el Señor.

Para mí, lo importante no es ver ahora esos casos concretos como si no hubiera más que eso. Es saber que cada cual hemos de hacer nuestra aplicación concreta y “equivalente”. O aprendemos a bajar a los detalles de nuestra alma, a los recodos de nuestra conciencia, o nos estamos quedando en los “aledaños”.

De hecho Jesús en el Evangelio de hoy ya está bajando y concretando muy mucho. Y aún así, cada uno tendrá que bajar todavía más a su situación personal de conciencia íntima y circunstancias. Porque lo peor que nos puede ocurrir es que nos sintamos tranquilos ante esas realidades, así al pie de la letra (y ya que tendríamos que analizarlas de frente más de una…), y que no –tapados por el árbol- no veamos el bosque. Que puede ser que todos tengamos “un bosque” que descubrir en nuestra situación real personal a la que debiéramos atender y salirle al paso.

5 comentarios:

  1. El otro día asistí a una grabación de laudes con el grupo de Radio María de Málaga. Recuerdo que tuvimos muchos fallos. En algún momento me percaté que ya nos habíamos equivocado todos, menos una. En cuanto también se equivocó, dije:

    "Gracias a Dios que nos hemos equivocado todos, porque si te quedaras tu sin equivocarte, te envanecerías" (creyendote superior al resto).

    A lo que añado hoy:

    Sólo Dios es infalible.

    El Papa es también infalible, pero sólo en un caso muy especial y concreto. Nadie se piense cosas que no son, que tanto el Papa, los Obispos, los Sacerdotes, Los Diáconos, religiosos, y los laicos, no hay ningún infalible. Todos somos personas, y como tales todas nos podemos equivocar en muchas cosas.

    Ahora lo que habría que discernir, es lo que ES ERROR o FALLO o DEFECTO y diferenciarlo de otras cosas. Creo que eso es importante.

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  2. Anónimo11:50 a. m.

    Para el P. CANTERO, con todo el cariño del mundo: He echado en falta que ayer no profundizara más en el tema, tan importante, de las Tentaciones. ¿Está siempre el astuto diablo detrás de nosotros, o somos nosotros los que nos metemos donde no nos llaman?

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    1. Hola, soy Javier. Ayudo al P. Cantero en el blog. Veamos si puedo ayudarte. No creo que sea meterme donde no me llaman responderte yo, puesto que en lo que pueda conocer, si puedo responder respondo, porque la pregunta puede ayudar a muchos otros, y si mi respuesta fuera acertada, pienso que nadie debería de molestarse de que fuera yo el que respondiera primero, ya que mi intención es ayudar y no suplantar a nadie.

      El diablo existe, no cabe duda. De hecho como dices, el mismo Satanás tentó a Jesús, sin embargo, no podemos olvidar que hay una raíz detrás de las "cosas malas", y esa se llama "El pecado". Es más, hay veces que el pecado puede no llegar a pecado, sino que pueda ser un defecto de la persona, causado por el efecto del pecado original que todos tenemos en germen.

      Lo que quiero decir es que no todo lo malo que ocurre podemos atribuirlo al diablo, porque el "astuto diablo" no está detrás de cada fallo humano. Te pongo un ejemplo: "Si yo tengo tendencia a la ira, no es porque el diablo esté detrás de mi pinchándome todo el tiempo para que salte, sino porque eso esta dentro de mi por alguna razón.

      Eso si, hay que formarse sobre el tema, puesto que la existencia de Satanás y los "espíritus diabólicos" es tan real, como que existen los ángeles custodios. Sólo que tenemos que saber poner las cosas en su justo lugar. Por ejemplo: Yo estoy convencido de que Satanás tiene una cosa importante que hacer, y es detener a todo aquel que trata de propagar el Evangelio, y para ello se vale de personas débiles en la fe o enfermas de si mismas. La persona a lo mejor ni se está enterando, pero el diablo es el padre de todas las mentiras, por lo tanto, donde hay discordias y desavenencias continuas, divisiones y cosas semejantes a estas, reina el pecado, y donde reina el pecado no está Dios. No porque Dios no esté, sino porque con el pecado, nos alejamos nosotros de el, y el se esconde de nosotros.

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    2. Con mucho gusto te respondo, querido ANÓNIMO.
      Como te supongo metido en el conocimiento del Evangelio y en la participación en la MISA dominical (cuando menos), la respuesta a tu cierta extrañeza de que no ahondara yo en el tema de las tentaciones, tiene razones obvias:
      1ª.- En Evangelio que se leyó el domingo fue el de san Marcos. Y él es el que no se mete más que en la reseña somera de esas tentaciones. Yo no hacía una "meditación" sino una HOMILÍA, que es muy distinto, ya que la verdadera homilía se somete a los textos.
      2º.- He dicho LOS TEXTOS en plural. Es decir: una homilía no es explicar el Evangelio sino buscar el mensaje que la Iglesia quiere dar con unas lecturas determinadas y elegidas "ad casum". Por consiguiente el pasado domingo no iba a explicar las tentaciones, sino a enmarcar el sentido CUARESMAL.
      Que si desearas explicaciones más a fondo (que sobrepasan la longitud prudente en el blog), te las puedo ofrecer vía c. e. En los comentarios al tema JUDAS, ya lo he hecho. Pero para cuantos anónimos deseen una explicación personal, me tenéis a disposición en mcantero@probesi.org

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  3. SERÉIS SANTOS PORQUE YO, EL SEÑOR, SOY SANTO.Poco espacio pude darle a las lecturas de hoy. Pero en el frontispicio o "rótulo de entrada", está esa frase. Llamada, pues.
    Y para serlo -y todavía en el Antiguo Testamento- recoge la lectura dos trozos del Levítico (tercer libro de la Biblia). Al principio toma del Decálogo. Después del Código de la Alianza (una legislación "social" superior a todas las de los Imperios de la época. Aquí, en el pequeño pueblo hebreo, rezuma el sentido de Dios.
    NO OPRIMIRÁS NI EXPLOTARÁS AL PRÓJIMO. Bajemos a lo cotidiano. Hay formas de explotar u oprimir. Se oprime con el gesto, con la actitud, con la palabra, con la exclusión, con la marginación. Se "explota" con el egoísmo de uno cuando se hace "centro" dominante, exigente.
    NO MALDECIRÁS AL SORDO Y NO PONDRÁS TROPIEZOS AL CIEGO. "Sordo": no oye, no quiere oír, se cierra a oír o si oye, no escucha. No sabe escuchar: tiene preparada la respuesta antes de que el otro se exprese. Sordo porque sólo oye su propia justificación o explicación. "Ciego": no ve, no quiere ver, se niega a ver, está encerrado en su Yo obscuro y no ve más allá. "Sordo" o "ciego" puede ser también que aún no le llegó la voz / la luz, porque esa llega a cada cual en un tiempo o en distinta situación. Ese "tiempo de Dios" tiene su propio nombre: "kairós" y en él las horas no son de 60 minutos. Y Dios siempre es Dios. [Y observemos que en todo este relato del Levítico, siempre se concluye cada párrafo con una afirmación que es casi juramento: YO SOY EL SEÑOR]. Una vez soy yo el que creo sordo o ciego al otro; otras veces es el otro el que se extraña de mis ceguera o sordera. Sencillamente el "kairós" lleva ritmos que no alcanzamos. Y por otra parte, cada realidad tiene muchas caras del poliedro y hay muchas maneras de ver "su verdad". Yo creo ver "la verdad". El otro creo ver "la verdad". Y de hecho cada uno ve una milésima de esa realidad. El corto de vista u oído es el que se creía que no había más que "su manera".
    JUZGARÁS CON JUSTICIA, "Justicia" tiene dos acepciones, y una es: bondad, benevolencia, "ojo de la intención" limpio. Que, por otra parte, poco puedo ver yo para juzgar, cuando el poliedro es múltiple. Y ¿quién conoce los porqués del otro? Bien que justificamos el nuestro. Pues la otra persona puede igualmente dar sus razones, y ser válidas.
    NO ODIARÁS. Suena fuerte. Pero si vamos a la versión latina de San Jerónimo, nos escandalizaría aquello de que "quien no odia a su padre y a su madre..., no puede ir con Jesús". Es, pues evidente que "odiar" no es "odiar" así como suena. Lo que Jesús enseña es: "Quien NO AMA MENOS a su padre y a su madre que a Mí..." (porque pueden entrar en conflicto las voluntades paternas y la de Jesús, por ejemplo en una vocación). Por tanto, nuestro examen de conciencia no es despachar pronto que "yo no odio". Puede ser que tenga que entender si "amo menos...", si me quedo corto y ridículo en el amor. Lo mismo digamos del RENCOR, traducido por "recelo", "sospecha", "no fiarse", desconfiar... Acaba con lo esencial AMARÁS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO. ¡Ya lleva uno bastante! Y si todavía damos el salto al Mandato de Jesús, es: AMAR COMO YO OS HE AMADO (O sea, más que sí mismo; porque Él murió por salvarnos a nosotros). Nos amó más que a sí mismo. Y al final: YO SOY EL SEÑOR. Esa es la razón que sobreasa toda razón.
    Y ya va muy largo como para meterse ahora en el Evangelio. También hay que ponerlo a ras de realidades AQUÍ y HOY.

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