lunes, 6 de febrero de 2012

MANIPULACIONES, NO. GRACIAS

LA PROVIDENCIA DE DIOS

Mc 6, 53-56

A veces se queja la gente de “que no entiende a Dios”. Claro: es como aquello de San Agustín qu pretendía meter en un hoyo el agua del mar. Hoy las Lecturas nos llevan ahí, y me permito tomar de la primera lo que yo creo que es clave para la segunda (y toda la secuencia que se viene narrando los últimos días).

Salomón ha construido, por fin, el Templo suntuoso para poner allí el Arca de Dios, con los símbolos sagrados de su presencia entre los israelitas. Y cuando ha entrado el Arca el Templo se llena de humo y tienen que salirse los sacerdotes. Salomón concluye que “el Señor quiere habitar en la tiniebla”. Traducido a un lenguaje nuestro: Dios está siempre tras esa “tiniebla” –aunque luminosa- de la fe. O Dios está siempre más allá de los proyectos humanos. O Dios es inmanipulable. Y el pecado inmenso de la sociedad avanzada del siglo XXI es que como se cree ya capaz de todo, no acepta no poder manipular a Dios. Entonces, sencillamente lo echa de su vida.

Hoy tendríamos un Evangelio un tanto anodino, muy general, inconcreto, de amplia exposición sin decir algo en particular. Pero si tomamos el contexto de días anteriores, podremos descifrar “la tiniebla” del entramado qu se oculta tras ella.

Primero fue la imprevista y hasta curiosa tempestad del Lago. Y los apóstoles –que han sufrido pavor y extrañeza de Cristo “dormido”, atracan en la playa más inmediata para sosegar sus nervios. Y vienen “casualmente” a un paraje inhóspito donde “una legión de demonios” tiene atrapado y embrutecido a un pobre hombre. Un creyente podrá llamara providencia a todo lo ocurrido, para que así ese desgraciado encuentre a un salvador.

Simultáneamente, un pueblo al que le interesaban más sus negocios sucios –que se le han venido a pique- optan por prescindir del paisano vuelto en sí, vuelto a ser persona, capaz de convivir con los de su pueblo, y pedirle a Jesús que se vaya de allí. Ellos no pueden ya evitar “la desgracia” en sus negocios, pero no quieren entre ellos al “culpable”, a Jesús. Le es una tiniebla inadmisible lo que ocurrido, y no se fijan en la luz del hombre del pueblo que vuelve a ser humano, normal, en su juicio.

Y Jesús se ha de embarcar y marcharse… No sé si con rumbo fijo o no. Pero “casualmente”, la expulsión que ha sufrido viene a ser salud, gozo, ilusión nueva, precisamente porque ha llegado Jesús. Si los de Gerasa lo hubieran aceptado, la historia de este momento sería otra. Pero es la que es, con un Jesús cercano, liberador, iluminador de una nueva realidad que les levanta el sentido de la vida. Repito que a eso, los creyentes le llamamos PROVIDENCIA.

Y “Providencia” e define como el cuidado amoroso que tiene Dios de todas las cosas”. Entendiéndolo o sin llegar a entender tantas cosas, detrás está Dios, en la bruma de la fe, en “la tiniebla” que no entiendo, pero que es un lenguaje de Dios, del Dios inmanipulable, pero siempre BUENO, porque nada ocurre en la vida que Dios no lo dirija al bien de los que ama. Otra cosa es que nuestra miopía no pueda verlo…, que “el humo de la fe” no nos deja hacer a Dios a nuestra medida, sino que nos muestra a las claras que Dios lleva su planes adelante “de otra manera”. Aquella que hizo exclamar a la mujer sencilla: “Bendita sea la madre que te parió”. Y es que es ahí, en la sencillez y humildad –en la que nos sumerge la fe, donde Dios se ha escogido a los débiles para confundir a los fuertes. Sencillamente, o admitimos “la tiniebla” o nunca alcanzaremos la Luz.

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