domingo, 26 de febrero de 2012

DOBLE MISTERIO: PRESENCIA Y TENTACIÓN

Continuación de LA CENA DE JESÚS

El momento de la salida de Judas es como una explosión del sentimiento contenido de Jesús. Con un doble sentido, Jesús, como quien respira hondo, a la vez que ve ya su horizonte definitivo que le aboca a la muerte…, una mezcla de sentimientos encontrados, exclama: “Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en Él. Hay una doble visión. De una parte, es el final de una pesadilla que ha estado cargando sobre Él en esos últimos días, esa convivencia tan difícil –y en el fondo de hacerse tanta violencia y seguir siempre abierto a una esperanza- de Judas que ya estaba tan fuera de lugar, y dificultando la espontaneidad. Ya ha salido y queda algo muy grande por delante.

Ya es evidente que ha comenzado el proceso de su muerte. A partir de este momento, Judas puede irrumpir en la vida de Jesús para consumar su traición. Pero eso mismo es –en el sentir profundo de Jesús- “su glorificación”. Porque se precipita ya la redención del mundo, “la compra” de ese mundo al precio de su vida, y así devolverle al Padre una humanidad que se ha perdido a sí misma.

LA INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA

Esa glorificación tiene su antesala en la Institución de la Eucaristía, con su doble vertiente de dar vida eterna a quien come se cuerpo y bebe su sangre (aquel anuncio que escandalizó a discípulos suyos y a Judas, que allí estuvo bajo cuerda), y anunciar su muerte: vivirla de antemano en forma misteriosa incruenta, y al mismo tiempo absolutamente real. Un verdadero misterio que constituía el momento definitivo de la anunciada desde antiguo NUEVA Y ETERNA ALIANZA, nuevo testamento, pacto ya irrompible del amor de Dios a la humanidad, a la que Dios podrá mirar ya rescatada del fango en que la había sumido el pecado.

Jesús tomó pan de la mesa. Dio gracias a Dios, y extendió sus manos sobre ese pan, en signo de bendición, y se lo dio a sus discípulos diciendo: TOMAD Y COMED: ESTO ES MI CUERPO QUE SE ENTREGA. Y bien era conocido el sentido de ese vocablo: entregar a la muerte Y los apóstoles fueron pasando aquel “pan”… ¿Extrañados, convencidos, sumidos en una perplejidad…? También hizo Jesús lo mismo con una copa de vino. Y les dijo: TOMAD Y BEDE TODOS DE ÉL, PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE LA NUEVA ALIANZA EN MI SANGRE, QUE SE DERRAMA POR VOSOTROS Y POR EL MUNDO ENTERO, PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS. Y otra vez aquellos hombres, envueltos en un ambiente de misterio, bebieron de la copa.

Mi pregunta siempre es: ¿qué estaban entendiendo aquellos hombres? ¿Hasta dónde podía llegar su “conocimiento espiritual” para hacerse cargo de lo que acababan de hacer? Mucho dudo de que fueran conscientes de ser testigos al vivo de la acción salvadora de Jesús, de asistir a su muerte, se pensar que en aquel momento Jesús había entrado dentro de ellos. Pienso que tendrían que recibir el Espíritu Santo de Pentecostés para entrar en la sublimidad de lo había ocurrido. Y sólo que “había ocurrido” sino que Jesús acabó aquel momento tan especial con una nueva palabra no menos maravillosa: CANTAS VECES HAGÁIS ESTO EN MI NOMBRE, ANUNCIÁIS MI MUERTE HASTA QUE VUELVA Porque Pentecostés lesa reveló que aquella acción que habían vivido, era una acción actual, permanente, que se trasmitía y se prolongaba –se revivía- cada vez que ellos repitieran aquel mismo gesto y palabras de Jesús.

Para nosotros todo esto es ya algo “casi natural”. Y también necesitamos Espíritu Santo para concienciar la inexplicable realidad a la que asistimos y en la que participamos los católicos en cada “Misa”. Aunque les llevamos de ventaja a aquellos hombres toscos de la Cena de Cristo, toda la fe de la Iglesia, ¡la maravilla de la fe que hemos recibido!, y con ella la capacidad para asentir sin dudar que la Palabra del Señor ha transformado el sentir y pensar de nuestra mera capacidad “intelectual” humana. Tenemos el llamado “sentido de la fe”, que nos hace “fácil” lo más difícil, cuando se desenvuelva bajo el manto del poder de Dios y de la acción en nosotros de Jesús a través de su Espíritu Santo. En definitiva, de la Iglesia.

El domingo 1º de Cuaresma nos sitúa ante la tentación o el escándalo que hemos de pasar los creyentes, cuando nos encontramos entre las dos aguas del mundo que nos ofrece, goces, dinero, triunfalismos, y el intento permanente de las dos velas, una a Dios y otra al diablo. Nos metemos en Cuaresma siendo lo que somos y ambicionando los placeres humanos que se nos vienen a las manos…, y hasta vestidos con piel de oveja. Lucha entre la atracción sutil de los bienes humanos, y la fuerza hacia arriba de los ángeles de Dios que nos vienen a ayudar. Pero al mismo tiempo Jesús anuncia que se ha cumplido el plazo y que está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed la Buena Noticia. Y es que, pese al diluvio devastador del mundo –sus engaños y dulzuras venenosas-, hay ya una SEÑAL EN EL CIELO COMO ARCO DE PAZ, que Dios establece. Y que San Pablo nos concreta claramente en ese Cristo que murió por todos los pecadores de una vez para siempre –el inocente por los culpables- para conducirnos a Dios. Es el comienzo, con sabor a sangre derramada. Pero con el arco que une ya con la conciencia pura, por la resurrección de Cristo Jesús, Señor nuestro, que esta sentado a la derecha de Dios.

2 comentarios:

  1. He puesto ahí una pregunta que no tendrá respuesta: ¿qué supieron entender los apóstoles en ese momento misterioso que estaban viviendo?
    Queda una pregunta de mucha más fuerza: Cuál era el sentir íntimo, profundo del propio Jesús? Jesús estaba entrando en las entrañas del alma de cada uno. Jesús estaba viendo un horizonte se siglos, entrando en corazones del mundo entero. Y -personalizando- Jesús vio mi momento concreto en que yo acepto su entrada en mí. La pregunta es obligada: ¿Qué ve? ¿Qué efectos descubre de esa su divina "medicina", Presencia suya QUE NO ES un caramelo para endulzarse un rato...
    Vio su llegada sacramental a aquellas primeras comunidades de cristianos ardientes por vivir la vida de su Maestro y Señor, y fueron sus Testigos que hacían exclamar a los paganos: "Mirad cómo se aman". Era el distintivo. Era el testimonio. Nadie tenía nada como propio, sino que quien tenía, ponía lo suyo a disposición de quien no tenía. Había una emulación por contender quién podía ser más "doble" de Cristo Jesús, más hostia que se inmola dándose y compartiendo. UN SOLO CORAZÓN, UNA SOLA ALMA, UN SOLO BAUTISMO, UN SOLO DIOS Y PADRE DE TODOS.
    Vio aquella certera advertencia de Pablo al grupo corinto que se reunía para la Eucaristía, en dos grupos diferenciados: pobres necesitados, y "cristianos" satisfechos de sí. Y Jesús ratificó que "eso no es Eucaristía", no es Cena del Señor. Él está ya ausente, por mucho que externamente parezca que "celebran". Es un pan vacío, huero. Le falya la levadura del amor, ingrediente esencial del Sacramento
    Vio la Eucaristía de Agustín, Domingo, Francisco, Ignacio, Teresa de Jesús, y la otra gran pequeña Teresa de Lisieux, que encontró su vocación central en la Iglesia, precisamente en SER CORAZÓN Y AMOR.
    Sigue viendo nuestras Eucaristías. Grandes momentos de su acción santificadora. Penosos momentos de comuniones aparentes en que parece recibirse a Jesús, mientras se albergan recelos y odios y negativas a perdón..., y se sale con el juicio negativo, la crítica e incluso envenenamientos del alma por algún motivo personal...
    ¿Qué panorama vio Jesús desde aquel Cenácumo, cuando miró hacia los otros cenáculos de la historia?

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  2. José Antonio9:05 a. m.

    Me parece muy importante su propia reflexión sobre el comentario del Evangelio. Gracias por regalarnos sus reflexiones y comentarios, sin duda, impregnadas del Espíritu y que tanto bien nos están haciendo a algunos.

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