jueves, 2 de febrero de 2012

LUCES EN LA SOMBRA

DÍA DE LA LUZ

Hoy nace los cuarenta días desde Navidad. La cuarentena de la mujer que dio a lu. De ahí que tantas veces se hable del día “de la purificación”. En realidad no es ningún rito ni acción sino que la mujer sale ya de la casa nuevamente. Sí es el día litúrgico de la PRESENTACIÓN DEL SEÑOR, según lo mandado en la ley de Moisés para los varones primogénitos, que son llevados al Templo para ofrecerlos a Dios. Aunque no es que se queden allí. “Se rescatan” haciendo una ofrenda al Templo. En el caso que nos ocupa, dos tórtolas o dos pichones. Y los padres se llevan a ese hijo para criarlo y educarlo en la Ley del Señor.

La liturgia va explicitando más. En Navidad se decía: El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; una luz les brilló”. Hoy esa LUZ sale a la vista de todos, como luz que alumbra y como lejía que lava y purifica, como el fuego que refina el oro.

Jesús es llevado al Templo por sus padres. De entre la gente que pulula por aquellos patios, un anciano se adelanta, toma al Niño y hace una emocionada oración a Dios: Ahora ya puedo morir en paz, porque mis ojos han visto al Salvador, Luz para el mundo entero. Ya está en marcha la Luz.

Por eso la liturgia solemne comienza con una procesión de luces o antorchas (=candelas) desde una Capilla próxima hacia el templo principal. La Luz ya va caminando para extenderse. Pero Simeón advierte que no es un camino de rosas. Ante la luz, unos quedan iluminados, porque la aceptan; otros deslumbrados, porque no la aceptan. Y la Luz de salvación, viene a convertirse en dilema, y se hace sino ante el que la humanidad se divide. Los que aceptan, son iluminados y hallan el gozo del camino de salvación. Los que no aceptan, se vuelve de espaldas a la Luz. Y eso, naturalmente, constituirá un intenso dolor en el corazón de aquella madre, que sentirá la espada que le atraviesa el alma, y que ser irá clavando hasta penetrarle su ser entero el Viernes Santo.

También hay una mujer, una viuda más de noventa y un años, con 84 de viuda a sus espaldas. Pero no como viuda que se echa a llorar su soledad, sino volcando en el servicio del Templo, y en el optimismo de la salvación, toda su capacidad de amar y dar. Y ahora, en concreto, anunciando al Niño a todos los que entran allí.

Un día como hoy atrae varias miradas y patronazgos, o sentidos ejemplares. LA VIDA CONSAGRADA encuentra en la presentación de Jesús en el Templo, para Dios, el sentido de su vida; su razón de ser. Se dejan muchas cosas, y se da la vida y el trabajo en amor a Dios y servicio a su causa. Es cierto que el Evangelio es para todos, pero afina más quien no se queda en vivir avanzando en ese género de llamada general, sino escogiendo las características más típicas y exigentes del Reino, las que Jesús pidió a quienes quisieron seguirlo de cerca: los llamados “consejos evangélicos”.

Las personas mayores encuentran en Simeón un ejemplo de hombre fiel y ejemplar. Con lenguaje moderno diríamos “los jubilados” activos, que saben que mientras hay vida, hay que dar algo de sí a favor del Reino de Dios. En los múltiples movimientos de Iglesia, la llamada “Vida ascendente”, o vida que avanza, encuentra en Simeón y Ana un estímulo para saberse llamados a una misión activa, según las posibilidades de cada cual. Simeón y Ana, las dos personas mayores de este momento evangélico, les están llamando a mostrar a Jesús en sus ambientes.

Ana, la viuda –la verdadera viuda-, la que de suyo sufre las inclemencias sociales…, y tantas más, ofrece a las Viudas Cristianas una razón para vivir con sentido activo, servicial, pacífico, y anunciador de esperanza.

TODO FIEL CRISTIANO es LUZ y está llamado a trasmitir luz por dondequiera que vaya. Luz que no está para guardarla en el pañuelo como los inútiles y los cobardes espirituales, sino para ponerla en el candelero y así alumbre a cualquiera que mire…, no contentos en quedarse pasivos a verlas venir, sino queriendo emprender en esa llama de Luz al mundo entero…, el de su entorno, en la acción; a todo el mundo, en su oración.

2 comentarios:

  1. Anónimo12:57 a. m.

    Dice el evangelio "Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño .
    Me preguntaba que misterio hay detrás ,San JOSÉ Y lA VIRGEN ,¿ no tenian conocimiento de lo
    que era su hijo ,que es aquello por lo que quedan admirados ?; si el velo de la FE en ellos está rasgado ,^¿de que se admiran ?.

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  2. QUERIDO ANÓNIMO o ANÓNIMA:
    Comentarios como éste son los verdadermente útiles y constructivos, sin mirarnos al ombligo personal, sino PONIENDO CUESTIONES, buscando luces.
    Pues bien: con tu comentario por delante, admírate más:
    En el RELATO del Templo, ese que llamamos "el Niño perdido", se dice más: "no comprendieron esas palabras" (la respuesta del Niño). Es un paso todavía mayor que el que citas.
    Y vamos adelante:
    MARÍA GUARDABA ESAS PALABRAS EN SU CORAZON. Es decir: si no las había entendido, no pasa otra cosa sino que hay que meditarlas una y otra vez, y rumiarlas despacio y con tiempo para avanzar en el conocer de la fe y de los misterios. Si no fuera así, es que ya sabían tanto como Dios. ¿Demasié! ¿No te parece?
    Y sigo:
    Si el NIÑO CRECÍA (y nada menos que "en Gracia"), es que aquí hay un proceso muho menos seráfico del que nos hemos hecho. O dicho de otra manera: la FE tiene sus pasos, y CRECER es lo propio. Un crecer que es precisamente lo que tú y yo necesitamos, y adonde nos conduce el Evangelio (lo que debemos aprender alguna vez), de que todo lo que es humanidad es humano, y sólo Dios es Dios. Por eso CRECER EN SABIDURÍA no era aprender geografía o historia, sino bucear en las cosas para ir descubriendo desde una fe que tiene que crecer, porque los zapatos de los 15 años no sirven a los 20, ni los de los 50 a los 60. Y esa impresionante lección es la que nos da el Evangelio, que así se acerca a nosotros y nos hace asequible la revelación: porque tú y yo tenemos también que ir creciendo entre las brumas de la fe. Que si no tuviera esas brumas, no sería fe.
    No sé si conoces mi libro, el que se anuncia en este blog. Si lo tienes, te remito a la reflexión del episodio de LA CANANEA, que todavía es más bonito porque más nos ayuda a comprender nuestra propia necesidad y realidad en el CRECER, AVANZAR Y PURIFICAR nuestra fe. Y entonces el Evangelio servirá para algo más que para pía meditación.

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