domingo, 30 de octubre de 2011

30 octubre.-DOMINGO.- ENTREGAROS NUESTRAS PROPIAS PERSONAS

No sé si acierto o no, pero yo vería en las lecturas de este domingo la contraposición evidente entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Aunque parezca un poco absurdo, el mismo Evangelio nos retrotrae al Antiguo.
Con esa típica expresión judía de llamar al "Dios de los ejercitos" (tres veces repetida en la 1ª lectura), expresa el autor judío la POTENCIA o poder de Dios. Antes o ahora, los judíos entienden de guerras y fuerza. Pues -según eso- Dios tiene que ser "ejército". No saben concebirlo de otra manera para hablar del Dios poderoso. Ese Dios que, desde su poder "amenaza" (y como en tantas ocasiones, no es para realizar la amenaza sino para que cambien de conducta). La prueba de que su amenaza es favorable y no para destruir, es ese final que recurre a expresiones tan cordiales como: "¿No tenemos todos un solo Padre? ¿No nos creó el mismo Señor? ¿Por qué, pues, el hombre despoja a su prójimo profanando la alianza de nuestros padres?". [Alianza es "pacto amoroso gratuito de parte de Dios"
En el Evangelio se está encontrando Jesús con la misma situación: los fariseos y doctores se sientan en la cátedra de Moisés y trasmiten la palabra de Moisés" (que es la de Dios). Pero una cosa es lo que dicen -que es correcto- y otra cosa muy distinta lo que hacen, porque cargan los pesos sobre las espaldas de los demás, y ellos no mueven ni un dedo. Ellos aparentan mucho con sus símbolos de hombres religiosos, pero todo es cáscara de cebolla.
De ahí que llamar "padre", "maestro" o "jefe" a personas así es una profanación. No lo es cuando esos tales "padres", "maestros" o "jefes" están siendo trasmisores de la bondad y la enseñanza y el dominio creativo de Dios.
Por eso hoy es un bálsamo la 2ª lectura que presenta al "padre", "maestro" y "señor" que se deshace en delicadezas con su comunidad de Tesalónica; "os tratamos con delicadeza, como una madre cuida a sus hijos. Os teníams tanto cariño que deseábamos entregaros no sólo el Evangelio de Dios sino hasta nuestras propias personas, porque os habiais ganado nuestro amor". ¿No es parece que esto es lo que suena a Reino de Dios, Nuevo Testamento, Corazón del propio Jesús?
Pablo ha pasado fatigas y esfuerzos para no ser gravoso a aquellos hijos suyos. Y no es que les dice: ¿y qué habéis hecho vosotros? Sino que les alaba, dando garcias a Dios por ellos, porque acogieron la Palabra de Dios como tal Palabra de Dios y no porque la decía Pablo. No era "palabra de hombre" como ellos acogían. No era admiración por Pablo. Sino porque era Palabra de Dios., y ese es el mayor tesoro que puede actuar en los corazones de auténtica fe.

1 comentario:

  1. Tanto Malaquías como Tesalonicenses es Palabra de Dios. La palabra del profeta va destinada a que los que la reciben se den cuenta de su camino errado y rectifiquen. Eso es para mi lo importante. El Evangelio me viene a certificar que el poder transformador de Dios está en su Palabra (haced lo que dicen), pero que hay que estar atentos a los frutos, es decir a las obras del que lo dice, no vaya a ser que acabemos imitando lo que no debemos.

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