domingo, 9 de octubre de 2011

9 Octubre.- LA LITURGIA DEL DOMINGO

No entenderemos debidamente el mensaje de hoy si no arrancamos desde la promesa cierta e incondicional de la 1ª lectura: "Preparará el Señor amorosamente poderoso (=de los ejercitos) para todos los pueblos, en este mionte, un festín de manjares suculentos y vinos de solera; manjares enjundioso, vinos generosos. Y quitará en este monte el velo que cubre a todos los pueblos. Enjugará las lágrimas de todos... Aquel diremos: Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara".
Desde ahí, desde esa promesa sin condicione previas, sólo nacida de la infinita misericordia amorosa de Dios, podremos enfocar hoy el Evangelio, en la lección que quiere darnos la pedagogía litúrgica de este domingo.
Fallaron los jefes de Israel. (Parábola de la viña del domingo pasado). El dueño de la viña se vuelve directamente al pueblo -su Pueblo- y lo invita a las Bodas de su Hijo. Venid al banquete preparado (el de los manjares suculentios y los vinos generosos). Y el pueblo religioso se excusa. Todos tienen cosas que hacer, antes que acudir al Banquete.
El Rey no cae en desesperanza. No han querido los invitados de su pueblo. Pero por los cruces de los caminos pasan los gentiles, los paganos, los no religiosos, los despreciados del pueblo "religioso". Pues se invita a ellos (a los que no les tocaba). La promesa de la primera lectura ya preveía "quitar el velo de todos los pueblos y el oprobio de no ser pueblo de Dios". Pues ahora van a ser los invitados.
Y la sala se llenó de comensales, y el Rey, muy satisfecho entró a saludarlos y darles la bienvenida a cada uno. Ya no eran "extraños (extranjeros): ya formaban parte de los invitados. Pero no de cualquier manera. Invitados, sí, pero como personas dignas que saben presentarse ante el Rey en el Banquete de bodas. Aquel que se ha venido allí como si fuera su casa y "a su manera", no. En el Reino, en la Boda, ante el Rey, hay que mantener un decoro. No se puede ir "a mi manera" (no en relativismo de que "todo da igual"). Hay que tomar en cuenta EL MODO DEL REY, el TRAJE DE FIESTA. El Reino es, en definitiva, el Cielo, y al Cielo no se va "de matute". O el Banquete del reino eterno tiene ya su prenda (su invitación) en el banquete de la Eucaristía, y ahí no es digno meterse en la fila como el que va a una pastelería. El TRAJE DE BODAS, el traje de fiesta, el respeto y amor al anfitrión que nos recibe, está exigiendo una digna presentación.
Y no es "lujo" de ricos. es precisamente humildad amorosa de POBRES (como dice San Pablo en la 2ª lectura). Pero pobres que son ricos porque acuden humildes ante Jesús, y todo lo tienen y todo lo pueden en ese CRISTO QUE DA FUERZAS, con magnificencia. Pero al GUSTO DE DIOS y según el modo que redunda en alabanza de Dios.
El BANQUETE DE LA EUCARISTÍA es la "prenda de la Gloria futura". Comer aquí dignamente de ese manjar enjundioso, es sembrar ya la planta que crece y crece hasta dar la espiga en el Cielo, en el REINO DEFINITIVO DE DIOS.

2 comentarios:

  1. Dios de infinita misericordia y bondad: venimos invitados por Ti al banquete de Bodas de tu Hijo Jesús. Tú nos has llamado y aquí estamos con la alegría de llamada.

    - Por la Iglesia católica, heredera de las promesas hechas al pueblo judío, para que sea lugar de banquete que abarque a todos, Roguemos al Señor.

    - Por todos y cada uno de los creyentes en Cristo para que nos sintamos llamados al Banquete de sus Bodas, en el que rigen los designios de Dios, Roguemos al Señor.

    - Para que seamos muy fieles para presentarnos a ese Banquete con el traje de fiesta, sin el relativismo de que con las cosas de Dios da todo igual, Roguemos al Señor.

    - Por el pueblo judío, el primer invitado, que –sin embargo- se excusó y sigue aún al margen de la llamada de su Dios, Roguemos al Señor.

    - Por todos los bautizados y creyentes que viven sin traje de bodas, errados en sus convicciones, y sin dar una respetuosa respuesta al Dios que los llama, R al Señor.


    Señor Dios, siempre abierto a la misericordia, danos la finura de saber vivir en la tierra sin olvidarnos del Cielo.
    Lo pedimos por Jesucristo N.S.

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