21 octubre.- EL EVANGELIO DEL DÍA

Jesús, pedadogogo excepcional, no se le ocurre poner grandes teologías para hacerse entender. Le basta esa observaión simple y sencilla de la vida. Y hoy se fija en algo tan habitual en la gente como su mirada al firmamento, y saber predecir por el tipo de nubes del horizonte si el día amenza lluvia o anuncia calor. ¿Habrá cosa más simple y más de la vida ordinaria?
Pues ahí tiene hoy su apoyatura para expresarle a los fariseos su incongruencia: tan capaces de saber fijrse en lo simple y tan torpes para leer las cosas grandes en los signos del tiempo pesente (que es el tiempo mesiánico).
Y sigue con sus juegos de ejemplos fáciles de entender: un enemigo te lleva al tribunal con un pleito que te puede dar la lata (cuando menos). ¿No sería más lógico entrar en conversación de personas durante el camino, y buscar una posible solución al conflicto? ¡Os vais a gastar más dinero en resolverlo ante el tribunal que en saber ceder un poco de aquí y un poco de allí, daros la mano y firmar ese pacto de personas sensatas que arregla sus diferencias por las buenas.
¡Pedagogo Jesús; excelente pedagogo! ¡Cómo has perdido el tiempo a lo largo de los siglos! Y no porque Tú te equivocabas, sino por lo necios que somos nosotros. Necios, cabezones, egoístas, que no sabemos dar el brazo a torcer, que guardamos la peste en la recámara del alma...
Que estamos viendo el sol en toda su fuerza, y todavía tememos que haya que ponerse el abrigo de pieles. Que está todo el mundo viendo la locura de nuestras actitudes, y permanecemos tan cegatos en lo propio. Que podríamos solucionar las cosas con sentido común, y no somos capaces de ver que el sol luce de día y se oculta de noche. Y basta situarse a medio metro de distancia de las cosas, en vez de tenerlas pegadas a la nariz, para darse cuenta de que son de otra manera. Que nos pegamos a un árbol y perdemos la visión del bosque. Que acabamos por no ver ni las nubes que presagian tormenta, ni las que nos anuncian un día de sol. Que somos capces de llegar al tribunal, salir condenados y pagar las costas, antes que saber entrar en razones por el camino.
¡Qué listo era Jesús! ¡Cómo nos advierte con ejemplos tan fáciles! ¡Que torpeza nos mete dentro nuestro amor propio para no ver lo que todo el mundo está viendo a diez leguas!
PUES ESTO ES EL EVANGELIO.