sábado, 22 de octubre de 2011

22 actubre.- EVANGELIO DEL DÍA

Lc 13, 1-9


Hoy hay un tema de los que son apsionantes para la mayoría: el problema del mal tratado por el propio Jesús. Dos hechos desgraciados, uno con partcipación humana; otro, una desgracia sin culpa de nadie. En uno, una torre se desploma y mata a 18 personas. En otro, los soladados de Pilato aplastan a un grupo de galileos (que seguramente protestaban de algo).


La respuesta de Jesús es: ¿y pensáis que esos galileos o aquellos desgraciados sobre los que se desplomó la torre eran peores que otros a los que no les pasó nada? - OS DIGO QUE NO. Y lo mismo puede pasarle a cualquiera, pecadores o no pecadores.


No ha intervenido Dios, no ha castigado Dios, no tiene la culpa Dios. El mal existe porque existe, unas veces con culpa de alguien y otras sin que nadie tenga la culpa. El mal existe porque tiene que existir, porque la vida lleva consigo tantos millones de posibilidades. Y todos quisiéramos a un Dios prestigitador infinito que fuera echando imanes sobrenaturales para evitar las penas naturales. Un Dios que rayaría en lo extraño, porque tendría que no parar para evitar los males que provocamos los humanos, los que vienen de la naturaleza, los que son consecuencia de imprudencias temerarias, y los mil etcéteras posibles en cada minuto, en cada geografía del globo terráqueo.


No sabe uno si eso sería un Dios o un tapahuecos..., un Dios que ha puesto el mundo en manos del hombre o un dios que ha hecho el mundo para jugar con él como con una marioneta.




Por contra, presenta Jesús su parábola, su cuentecillo pedagógico, para explicar que a Dios no es que no le importa la vida y la historia; que Dios actúa, que tiene sus delicadezas, que -podríamos decir- le duelen las fallas de la vida. Fue el caso de aquella higuera que no nunca daba fruto, y el dueño está dispuesto a cortarla, porque en realidad ¿qué ventaja tenía mantenerla, cuando lo único que era claro es que chupaba jugo de la tierra, haciendo daño a lo que se sembraba alrededor?


Pero Dios no desespera. Todavía pide al dueño que no la arranque. Que Él va a cuidarla especialmente ese año; la va a abonar, regar, cuidar muy esmeradamente, a ver si la huguera responde. Que si no..., el año que viene la cortas.


¡Un año más! Una oportunidad más. Un cuido especial más. Y a lo mejor acaba siendo higuera útil. Y la paciencia de Dios estará ahí presente.


De seguro que alguien piensa de momento: ¿y por qué no hace eso mismo con "cada higuera"? Mi respuesta es -primero- que es posible que lo esté haciendo a su manera. Lo segundo es que quedaría ridículo el padre de familia que, para hacerse obedecer, atara al hijo a la pata de la cama para que no salga a la calle porque está castigado ese dia. Porque pienso que a ese padre le tiene que bastar decirle al hijo: "hoy no sales a la calle con tus amigos". Lo que no quita que a otro hijo le dedique más tiempo y resuelva el caso de otra manera. Cada uno es cada uno, y cada caso tiene su trato. Y en difinitiva, porque "como dista el cielo de la tierra, así distan de nuestros pensamientos los pensamientos de Dios".


4 comentarios:

  1. No tengo muchas ganas de comentar, pero dado que ayer animé a los presentes a participar, y que el Padre Cantero me animó antes a mi, a que participara, voy a hacer fuerza contra mi pereza y mis miedos, con la confianza de que alguien más me siga.

    LC 13,1-5

    Si vas al Evangelio y lees primero...
    ¿Ya lo hiciste?

    Bien. ¿Que veo yo aquí? Pues veo, que TODOS SOMOS pecadores, y que hay una MUERTE que está por encima de la muerte del cuerpo y de todos los males físicos o no físicos que nos puedan suceder en nuestra vida.

    Según este pasaje, no se trata de buscar en el mal que sufrimos en la vida, sino DE RECORDAR que HAY UN MAL que es el que tenemos que EVITAR SEA COMO SEA.

    Que la torre te puede aplastar a ti y a mi, pero que eso no es lo importante ni relevante. Que eso puede pasar o no.

    Que lo importante y RELEVANTE es saber que hay UN MAL que está más allá de esa torre que te puede aplastar y quitar la vida. (accidentes, enfermedades, etc).

    Y ese mal, si se puede EVITAR.

    Dos hombres son aplastados por un derrumbe. Ambos mueren en el acto. Pero no se preguntará después CÓMO MURIERON, sino COMO VIVIERON.

    Y ahí es donde entra nuestra libertad. Vivir en la fe de Cristo, o vivir contra la fe de Cristo.

    Vivir como cristianos, o vivir como anti-cristianos.

    Vivir como cristianos comprometidos con su fe, o vivir como cristianos tibios (ni fríos, ni calientes)


    ¿Cual es?

    Aquel que de verdad NOS HARÍA PERECER si no lo evitamos.

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  2. De este trozo de evangelio Lc 13, 1-5 yo apuntaría algo más. No entiendo yo aquí, que porque tenemos una vida preparada más allá de este breve espacio que es la vida humana, sea eso excusa como para descuidar nuestra vida en la tierra. Me explico.

    Todo efecto tiene una causa.

    Todo lo que se siembra se recoge.

    Somos como somos, porque somos y hacemos cada uno de una forma.

    Dios no castiga en la tierra con horribles enfermedades o males, sino que estos son consecuencia unas veces del mal mio y otras del mal de los otros.

    En la medida que el hombre vive más apegado a la Ley de Dios y a la Ley natural, los efectos del mal sobre nosotros son menores. Pero el mal existirá siempre, hasta el día en que lleguen los cielos nuevos y tierra nueva que van a venir si o si.

    A cada uno de nosotros nos toca hacer todo lo posible por colaborar con el bien, para luchar contra el mal.

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  3. Y respecto a la segunda parte del Evangelio de hoy:

    Lc 13,6-9,

    a mi me habla de la paciencia de Dios con cada uno de nosotros. El no está interesado en "cortar", y aún "espera" a que de algún fruto. No dice cantidad. Algún fruto le vale.

    A nosotros no nos vale, y nos impacientamos, pero a Dios le vale, aún poniendo en riesgo que con nuestra actitud infructuosa perjudiquemos a otros que den frutos.

    Pero también veo la actitud que tenemos que tener nosotros, en imitación de Dios.

    Ser pacientes cuando no veamos fruto. Que para "cortar" siempre habrá tiempo después. El tiempo es limitado, pero hay que aguantar al menos un año (u otro tiempo a elegir), y evaluar después como va la cosecha.

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  4. Anónimo1:17 a. m.

    San Juan de la Cruz gozaba de una unión con el Señor que lo llaman los místicos si no me equivoco matrimonio espiritual , un día se hallaba en la capilla rezando , cuando se le aparece Jesús y
    le dice ;" Juan pideme cuanto deses que yo te lo
    daré" ; San Juan de la Cruz reponde ;"Señor sufrir y más sufrir .

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