lunes, 3 de octubre de 2011

3 octubre.- EL EVANGELIO DEL DÍA

Hace poco saqué -y por error- un comentario a algo parecido, apoyándome en San Marcos. No parece que sea el mismo hecho ni el mismo contexto, porque en Marcos el doctor de la ley lleva buena fe y el de Lucas -dice el autor- que "vino con intención de (tentar) liar a Jsús".
La pregunta ahora es: "¿qué tengo que hacer para heredar vida eterna" Demasiado simplista para un doctor. Y Jesús le responde con nueva pregunta: "¿Qué está escrito en la Ley..., qué lees en ella?"
El doctor tiene que decir lo que todos sabían, lo que era "su padrenuestro": "Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas, con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo".
¡Bien claro estaba y no había que haber venido a preguntarlo! (si no fuera porque había en el doctor una intención malévola para "examinar" a Jesús). Tan claro, que la respuesta de Jesús es: "Hazlo y tendrás la vida".
El legista necesita dar una justificación de su pregunta tan simple y sabida. Y lo hace con una segunda pregunta: - "Y quién es mi prójimo?
Ahí es donde se luce Jesús, porque su cuentecillo no tiene desperdicio. Un hombre atacado por ladrones en camino a Jerusalén, que da tendido, medio muerto, en pleno camino. Por allí han de pasar muchas personas, incluídos los ministros religiosos que han de realizar su ministerio en el Templo. Y pasó un sacerdote, vio al caído... Si vivo o muerto, no sabe. Pero ¿y si está muerto y él toca un cadáver y queda impuro y no puede oficiar en el Templo? Mejor hacerse el tonto (¿o el "santo"? y dar un rodeo para evitarse complicacuiones. Y lo mismo el levita, también servidor del Templo. El mismo razonamiento.
Viene ahora de camino un samaritano, un cismático, un "enemigo" de los judíos religiosos. Y ve al caído y se acerca a él; lo ve herido, lo atiende, le hace una primera cura de sus heridas, y se lo carga en su mula y lo lleva a la posada. Lo sigue cuidando hasta que tiene que partir, paga al posadero por adelantado para que atienda al enfermo, y se compromete a suplir -a su vuelta- si hubiera gastado algo de más.
Jesús ha puesto al doctor en un brete. El sacerdote y el levita, los cumplidores de la Ley..., fallaron a la ley no atendiendo al otro como a sí mismos. El cismático enemigo, el samaritano, sí ocupa su tiempo, su atención y su dinero en el herido. Y pregunta Jesús: -"¿Quién te parece que se portó como prójimo del sufriente?
El letrado doctor tuvo qyue tragar saliva. No sólo porque "los suyos" no habían atendido al enfermo, sino porque tenía él que proncira la palabra que menos quería... "El prójimo fue el samaritano". Pero no quiso decirlo, y también él dio un rodeo. Y dijo:
- El que practicó la misericordia.
De una u otra manera había definido perfectamente quién es EL PRÓJIMO: el que practica la misericordia.
Y Jesús respondió así a la pregunta del doctor:
- ANDA; HAZ TU LO MISMO.

No hace falta explicar más.

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