miércoles, 5 de octubre de 2011

La Lectura continuada en la Liturgia diaria

Ya he hecho referencia a ese tema de LECTURA CONTINUA. Cabríann muchas explicaciones previas y útiles, pero me reduzco a lo que hubiera sido hoy.

Llevábamos 2 dias con el libro de Jonás, con todo su colorido de leyenda, fantasía, enseñanza, viveza y dramatismo. Jonás que desobedece a Dios y en vez de ir a Nínive (como Dios le ha mandado), se embarca para Tarsis. Tormenta, peligro inminente de zozobra, reconocimiento de Jonás de que él es el culpable porque ha desobedecido a Dios, y petición de él mismo de ser arrojado al mar para que se calme la tempestad.
El misterioso pez que se traga a Jonás para vomitarlo ileso en la playa de Nínive. Y Jonás que no tiene más remedio que predicar en la gran ciudad esa amenaza terrible de destrucción, porque la ciudad vive ofendiendo a Dios. Y Nínive que se lo toma en serio, hace una profunda conversión, esperando que Dios puede arrepentirse de la amenaza. Y Dios que ve aquella conversión "se arrepiente" y no ejecuta la amenza.

Aquí venía hoy lo mejor. Jonás conocía muy bien a Dios. Por eso no quiso ir a pregonar amenazas, porque se sospechaba que si el pueblo se arrepentía, Dios no ejecutaba la amenaza y Jonás quedaba entonces mal. Y así ha ocurrido. Y Jonás -hoy vendría esta Lectura- se irrita mucho con Dios, y le echa en cara que "eso era lo que yo me temía, y por eso me apresuré a irme para Tarsis, porque sé que Tú eres compasivo y misericordioso".
Dios le dice: -¿Y tienes derecho a irritarte?
El disgusto de Jonás le lleva a salirse de la ciudad y hacerse una choza en las afueras. Y Dios le hace crecer un arbusto que le da sombra y le resguarda de los ardores del sol. Y Jonás está tan satisfecho de quel arbol misterioso y benéfico. Pero un gusano roe la raiz y se seca el arbusto. Y Jonás vuelve a coger un disgusto muy grande: - "Más me vale morir".
Y viene Dios a dartle la lección que necesita el temperamento exaltado del profeta.. Otra vez la misma pregunta de antes, calcada: -¿Y tienes tú derecho a irritarte por el arbusto? - Sí -dice muy malhumorado Jonás; siento un disgusto mortal.
Responde Dios: -Tu te lamentas por un arbusto que no plantaste con tu trabajo, que tú no cultivaste, que brota una noche y se seca la siguiente. ¿Y yo no voy a sentir la suerte de Nínive, la gran ciudad, que habitan más de ciento vente mil personas, de las que muchas son niños que aún no distinguen la mano derecha de la izquierda?

Hoy nos quedaremos sin esta lectura tan preciosa, tan práctica, tan estupenda para comprender el Corazón de Dios. Incluso para orarla a fondo. Y para que alguna vez sean capaces de cambiar su idea absurda de Dios los que lo creen un Dios cruel, injusto, que disfruta en condenar... el Dios lento a la cólera y rico en piedad...

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