martes, 4 de octubre de 2011

4 octubre.- EL EVANGELIO DEL DÍA

Sigo con lo que litúrgicamente se llama la LECTURA CONTINUA, que prescinde del santoral (salvo allí donde el Santo del día es titular). Por eso no hablaré de San FRANCISCO DE ASÍS, aun siendo un santo tan profundamente atractivo.

En el Evangelio de este martes tenemos la muy conocida estancia de Jesús en la casa de las hermanas Marta y María. [Que San Lucas no hace mención alguna a Lázaro; como si no existiera]. San Lucas va por otro tema y es el que quiere dejar claro. Marta y María son -ya se ve por el texto- personas con las que hay una recíproca profunda confianza con Jesús, y Jesús con ellas.
MARTA es la activa, la que tiene que estar haciendo cosas, a la que todo le parece poco para agasajar a Jesús. La que se pone nerviosa, la que protesta cariñosamente, la que siempre está pensando en algo más.
MARÍA es la contemplativa. La que, a los pies de Jesús (como discípula), lo que le interesa es oír a Jesús, sus explicaciones, sus enseñanzas. Y todo pasa a segundo plano si ella puede estar en ese aprendizaje de nuevas exposiciones del Maestro. Y no se cansa de ello.
Y Marta, que no para de aquí para allá, llega ya a molestarle de alguna manera que María esté allí con Jesús. Y con esa confianza que tiene con Él, llega a hacerle una protesta cariñosa: "¿No se te da nada de que mi hermana me deje sola con todo lo que hay que hacer?".
Jesús le da doble respuesta, con un significativo doble "Marta, Marta"... "andas inquieta con tantas cosas; sólo una es necesaria". La otra respuesta es: "María ha escogido una cosa buena y no se la voy a impedir".
Hay autores que piensan que Jesús está viendo que Marta está como esas amas de casa que, para agasajar al huésped y amigo, no paran de hacer "platitos" de comida variada, y de ir y venir para coger un plato pequeño y otro grande, y guisar una cosa por aquí y otra por allí. Y Jesús le llega a decir: ¿Para qué tantas cosas? Con un buen plato normal, hay suficiente, y te ahorras ese nerviosismo de idas y venidas, y la inquietud por hacer más... [Yo estoy bastante de acuerdo con esta explicación. Yo no estoy por el sibaritismo de "cosas"; ni por el detallismo amistoso que, en el fondo no deja vivir..., que quita tranquilidad y hasta intimidad. Si voy a una visita, me gusta que el anfitrión se quede sentado allí, que podamos conversar, pasarlo en familia, bien. Si está pendiente de otros detalles nimios e innecesarios, será muy de agradecer pero la verdad es que no me está atendiendo a mí. Y prefiero decir: un plato es suficiente. Me vale más estar departiendo con vosotros].
Por eso María "ha elegido la mejor parte". No es hacer una comparación y contraposición entre el trabajo que hay que hacer y la pasiva postura contemplativa de oración. Es afirnmar que María está haciendo bien (no se está equivocando) con "hacer la visita al huésped" y no andar por casa resolviendo detallitos. Ha escogido una parte buena. ¿Mejor que la de Marta? - Según y cómo. Mejor que el nerviosismo afanoso de Marta, por supuesto. Mejor que preparar lo que hay que preparar y hacer lo que hay que hacer, no. Bueno lo uno y lo otro, pero cada cosa en su medida.
Aquí no entra esa falsa contraposición entre "obligación y devoción" porque tan obligación es atender a Jesús, escuchándolo, como preparándole la comida. Y quienes se esconden bajo ese falso dicho para dejar las cosas de Jesús para la última hora, fallan por su base. Porque "parte buena " es lo uno y lo otro si se hace cada cosa a su tiempo y con medida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡GRACIAS POR COMENTAR!