martes, 5 de enero de 2016

5 enero: El amor al hermano

LITURGIA
                Hoy hay una 1ª lectura (1Jn 3, 11-21) muy rica en ideas y enseñanzas. Y con el tema que obsesiona a Juan, comienza con el del amor al hermano, los unos a los otros, porque es el mensaje que habéis oído desde el principio. Y pone dos paradigmas de personajes bíblicos: Caín es malo. Procedía del maligno y mató a su hermano. Ya hablaba ayer de quién es el que procede de Dios y el que procede del diablo. Caín hacía obras malas. Y no como algo esporádico de lo que se arrepintiera después, sino con lo que se dice “un hombre de mal corazón”. Y no soportó que su hermano fuera un hombre bueno, un hombre que hacía obras buenas. Y como el corazón de Caín estaba muerto, acabó provocando muerte: asesinó a su hermano.
                A los que tenéis buen corazón –se dirige a sus cristianos- el mundo (fuente del mal) os odia: no os sorprenda. Nosotros amamos a los hermanos. El que no ama, permanece en la muerte. El que odia a su hermano es un homicida, y ningún homicida lleva en sí vida eterna.
                Y se trata no de palabras de amor, no de adulaciones, sino de un amor que se expresa en obras. Y eso dejará en orden nuestra conciencia, que así no nos reprenderá. Y si la conciencia no condena, estamos en plena confianza ante Dios.
                Es claro que hay mucho meollo en esa perícopa, que no debe crear sensaciones negativas en la conciencia de nadie sino un estímulo hacia el bien y la actitud ante el hermano. Cuando domina el recelo, los celos, el menosprecio, la envidia, el distanciamiento…, tiene que levantarse la voz de alarma de la conciencia, porque todas esas sensaciones son “del diablo”. Y lo importante es que cualquiera que tenga una conciencia medianamente amueblada, tiene que reaccionar, porque lo defectuoso puede arreglarse, si hay buena voluntad. Cuando ni se arregla ni se plantea arreglarlo, o ni se quiere arreglar nada, es lo ayer se definía como pecado de muerte.
                El evangelio (Jn 1, 43-51) es continuación del de ayer. Siguen produciéndose nuevas llamadas y nuevos encuentros con Jesús. Hoy es Felipe de Betsaida, la misma patria chica de Simón y de Andrés. Jesús caminaba y se topa con Felipe. No nos consta que hubiera un conocimiento o trato previo. Lo único que nos dice el evangelio es que Jesús encontró a Felipe y le dijo: Sígueme, esa palabra con la que nos consta que llamó a otros. Una palabra que no ponía por delante unas razones o explicaciones. Eran una vocación como tantas otras vocaciones que se han dado en la vida, en las que los llamados no pueden dar más explicación de su respuesta sino que “algo” les cogió por dentro y ya no hacía falta más.
                Comprendo que tiene que haber vocaciones “razonadas”, y que Dios tiene mil modos de dirigirse a mil personas, y que cada uno es un caso individual e intransferible. Pero también es evidente que hay llamadas de Dios que son mucho más de “flechazo”, en las que por mucho que se quiera dar razón de un determinado seguimiento, esa “razón” de la mente no puede encontrarse…, no existe. Porque el “flechazo” sucede porque sucede y viene como uno mismo no puede decir cómo ha sucedido. El “sígueme” que escuchó Felipe y al que respondió a ojos ciegas, es sencillamente ese caso al que no han precedido situaciones previas. “Ciega” (sin razonamiento) la llamada, y ciega (sin buscar razones) la respuesta. Se dice SÍ a Jesús porque se ha sentido uno cogido por dentro. Y no hay más.
                Felipe encuentra a Natanael y le dice a boca llena (así de gozoso se siente): Aquel del que escribieron los profetas lo hemos encontrado: a Jesús de Nazaret. Natanael no las tiene todas consigo. Hombre, por lo que se deduce, más intelectual, opone con cierta sorna su duda (aunque no es duda que vaya al fondo): ¿De Nazaret pude salir algo bueno? Era un dicho popular y el buen hombre hizo chanza de ello. Felipe sabía que no tenía él los recursos para discutirle y convencer a Natanael, y optó por lo más convincente: Ven y lo ves. Y lo llevó a Jesús. Ni iba en plan de negar ni en plan de afirmar. Quizás en plano de curiosidad, no exenta de cierto deseo de confirmar la explicación de Felipe.
                Y lo curioso fue el modo con que Jesús le ganó el alma: con un alabanza que respondía perfectamente a la realidad: He aquí un israelita cabal en el que no hay doblez. Sabía Natanael que eso era verdad. No era un cumplido ni una adulación. Pero lo que era verdad, ¿de dónde la conocía Jesús, personaje con quien Natanael no se había cruzado nunca? Y se encontró “cazador cazado”. Había pretendido “investigar” a Jesús y se sentía definido por él. Su admiración era grande, pero Jesús remató la faena declarándole un secreto privado del propio Natanael: Antes de que te llamara Felipe, yo te vi cuando estabas debajo de la higuera. Aquello fue la definitiva. Es el ejemplo de otra clase de vocación. Aquí no había razones pero había habido una gran razón: Jesús se había servido de las armas del propio individuo al que llamaba. Y al que era más intelectual le ganó el alma por la sorpresa, el misterio…, y en definitiva por el encanto ante algo inesperado. Le dijo Jesús: Porque te he dicho que te vi bajo la higuera ¿por eso crees? Pues HAS DE VER COSAS MAYORES. Así quedaba cerrada la llamada de Jesús.

                ¡Cuántos podríamos contar la llamada que nos hizo Jesús, tan personal y tan misteriosa!  Pues de la misma manera sigue llamando.

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad12:18 p. m.

    LOS SACRAMENTALES. (Continuaciòn)

    ¿Què importancia tiene la llamada "piedad popular"?.-La piedad popular que se expresa en la veneración de "reliquias",en procesiones, peregrinaciones y devociones, es una forma importante de la inculturación de la fe, que es buena en tanto sea eclesial, conduzca a Cristo y no pretenda ganarse el cielo por medio de obras al margen de la gracia de Dios.

    ¿Cuál es el sentido de las peregrinaciones?.- Quien peregrina "ora" con los pies y experimenta en todos los sentidos que toda su vida es un único gran camino hacia Dios.Ya en el antiguo Israel se peregrinaba al Templo de Jerusalén. Los cristianos retomaron esta costumbre. De este modo, especialmente en la Edad Media, surgió un verdadero movimiento de peregrinaciones a lugares santos (especialmente a Jerusalén, y a las tumbas de los Apòstoles:Roma y Santiago de Compostela). Con frecuencia se peregrinaba para hacer penitencia, y a veces la peregrinación no estaba libre del falso pensamiento de que había que justificarse ante Dios mediante una acción autotorturadora. Hoy dìa las peregrinaciones experimentan un renacimiento ùnico. Los hombres y mujeres buscan la paz y la fuerza que brota de esos lugares santos. Están cansados del individualismo, quieren salir de la rutina diaria, liberarse de lastres y ponerse en marcha hacia Dios.

    Continuarà

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  2. El testimonio de Juan Bautista fue decisivo para que muchos se acerquen y se sientan empujados hacia Jesús; quieren conocerlo. Son personas normales, pero tienen dudas y vacilaciones, como en el caso de Natanael: sólo puede creer quién se enfrenta honestamente así mismo, a sus dudas y, al mismo tiempo tiene el valor de acercarse a Jesús y escuchar su propuesta: La fe es un camino que se recorre a lo largo de la vida y que nos va descubriendo" cosas mayores" y que nos ata a un compromiso cada vez más fuerte con Aquél que camina con nosotros y que nos dice como a Felipe: ¡Sígueme!

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