miércoles, 20 de enero de 2016

20 enero: Goliat contra David

Liturgia
          Dos personajes muy distintos nos muestra 1Sam 17, 32-33. 37. 40-51. Goliat, arrogante, soberbio, despreciativo, maldiciente, blasfemo. El propio Saúl quiere disuadir a David de salir a pelear en el cuerpo a cuerpo, porque Goliat es muy alto y David es un muchacho.  Goliat viene con su escudero, avanzando hacia David, armado de espada, lanza y jabalina, y desafiante.
          David tiene confianza en sí; ha salido victorioso frente al oso y al león. Es un pastor que maneja la honda con destreza, y que sale hacia Goliat con un cayado, una honda y unas piedras cogidas en el arroyo. Pero plenamente confiado en el Señor, grita al gigantón que le va a vencer.
          Goliat sale ya de su formación para dirigirse a David, y éste –corriendo- echa mano al zurrón, coge una piedra, blande la honda y lanza un peñasco contra la frente de Goliat, clavándole la piedra entre los ojos. El gigante se desplomó al suelo y David se le acercó y le remató con la misma espada que traía Goliat.
          Es la lucha desigual del grande contra el pequeño, pero el pequeño va apoyado en su confianza en Dios, en la defensa de la justicia y para el servicio de su rey y de su pueblo.
          De ahí el SALMO (143): Bendito el Señor, mi Roca, que es una acción de gracias porque adiestra mis manos para el combate. Y aquí entraría una parte interesante en el discernimiento para ese combate interior que hemos de mantener constantemente. Lo que viene de Dios y donde Dios ayuda es en la sencillez, en la buena fe, en los medios sencillos con los que hemos de vivir el bien. Y al mismo tiempo drásticos y contundentes para atacar al mal. David vendría a ser un símbolo. Incluso el detalle final de “cortar la cabeza” del mal con sus mismas armas con las que pretendía derrotarnos.
          Goliat representa al mal, la soberbia, el engreimiento… Es el fanfarrón que se basa en su “estatura”, en su poderío físico, pero menosprecia a Dios y a quien va en nombre de Dios, a quien cree poder vencer con sus pertrechos humanos. Es la imagen de la tentación, del endiosamiento, del mundo actual que se agiganta por su “ciencia” y su poder, cortando cabezas de todo lo que se le opone.        El discernimiento debe saber conocer las características de lo bueno y de lo malo, de lo verdadero y lo engañoso.
          Mc 3, 1-6 continúa la secuencia de acoso farisaico contra Jesús. Estamos en la sinagoga, un sábado, quizás el mismo sábado en el que lo discípulos habían cortado las espigas del sembrado. En la sinagoga hay un hombre con un brazo paralítico. Y los fariseos, que lo han advertido, están ya al acecho de la actitud de Jesús ante aquella contingencia.
          Jesús se sabe observado, y sabe que los ánimos están alterados contra él. Lo “prudente” sería pasar de largo sobre aquello… Pero en Jesús no vale esa cómoda prudencia cuando lo que tiene delante es una necesidad. No obstante quiere actuar con la razón por delante, y que sean los mismos fariseos quienes comprendan que no se puede dejar sufrir a una persona cuando se le puede ayudar. Y le dice el paralítico: Levántate y ponte ahí en medio.
          Ahora, con el enfermo a la vista de toda la sinagoga, Jesús pregunta: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o dejar vencer al mal?; ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir? Para el conjunto de los asistentes era muy clara la respuesta: Pudiendo hacer el bien, lo  primero es hacerlo, máxime cuando no hay que hacer un especial esfuerzo de trabajo.
          Los fariseos no es que no lo comprendieran igual en sus adentros. Pero tenían que salvar sus principios y en esos principios estaba no poder hacer nada de nada los sábados. Claro: había cosas que sí se podían hacer como atener las necesidades de sus animales. Y en esa cerrazón de sus mentes (y sobre todo, de sus corazones), no abren la puerta a la posible acción de Jesús. Y se callan y no responden a lo que Jesús ha preguntado.
          Nos dice el evangelio cómo Jesús sintió ira dentro de sí, porque no cabía mayor cerrazón ni menos sentimientos. Quedó dolido por la obstinación de ellos. Y paseo la mirada por la sinagoga, que contenía la respiración. Jesús entonces se dirigió al enfermo y le dijo que hiciera la cosa más sencilla que podía hacerse un sábado: Extiende tu brazo. Lo extendió y quedó restablecido. Ni había trabajado él ni había hecho trabajar. Sólo el simple movimiento que tenía cualquiera de los presentes: extender el brazo.

          Y como no tenían por dónde reaccionar con lógica, los fariseos salieron por la decisión más absurda que podían tomar: Buscar la manera de matarlo. Éste era “su discernimiento”.

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad9:31 a. m.

    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÒLICA (Continuación)

    LA CONCIENCIA MORAL

    " Si nos sentimos responsables, nos avergonzamos, nos asustamos ante una falta contra la voz de la conciencia, esto implica que hay aquí alguien ante quien somos responsables, ante quien nos avergonzamos, cuyas exigencias tememos".(BEATO JOHN HENRY NEWMAN)

    ¿Se puede formar la conciencia?.-Sì, es màs se debe. La conciencia que todo ser humano tiene por nacimiento, puede ser conducida en mala dirección o adormecida.Por eso debe ser formada para llegar a ser un instrumento, cada vez màs sensible de la actuación justa
    La primera escuela de la conciencia es la autocrìtica, a la luz de la Verdad sinceramente buscada. Pues lo hombres tenemos la inclinación a juzgar a favor nuestro. La segunda escuela de la conciencia es la orientación al buen obrar de los otros.La fomaciòn correcta de la conciencia conduce al hombre a la libertad de hacer el bien conocido rectamente. La Iglesia, con la ayuda del Espíritu Santo y de la Escritura ha acumulado en su larga historia mucho conocimiento acerca del buen obrar; pertenece a su misión es enseñar a las personas y darles también directrices.

    Continuarà

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  2. "Ponte ahí en medio"Para Jesús la atención a los enfermos y a los necesitados debe ser la tarea preferente de la comunidad cristiana. Es lamentable la actitud de los fariseos que empeñados en cumplir unas normas se olvidan de la ley más importante: la ley del AMOR. Y, aún más preocupante que eso provoque oposición e incluso odio hacia Jesús. Mientras Él va haciendo todo el bien que puede y comunica salvación y vida, los fariseos ya están planeando su muerte. Nosotros debemos de reflexionar sobre esta ofuscación, provocada sin duda por su orgullo y por sus celos, porque se habían empeñado en contemplar a Jesús con sus propios ojos sucio llenos de legañas...

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