lunes, 18 de enero de 2016

18 enero: Obedecer es mejor que sacrificarse

Liturgia
          1Sam 15, 16-23 es una gran lección para todos los tiempos. Samuel reprocha a Saúl que se haya tomado parte del botín, siendo así que el Señor había dicho que no lo hicieran. Saúl dice que él ha obedecido y que la tropa tomó lo mejor de las ovejas y vacas para ofrecerlas en sacrificio de acción de gracias a Dios. La respuesta del profeta es muy clara: ¿Quiere el Señor sacrificios y holocaustos o quiere que le obedezcan? Obedecer vale más que un sacrificio; ser dócil más que la grasa de carneros.
          He ahí uno de los más importantes argumentos para saber que la adoración y servicio a Dios no se ha de hacer “a nuestra manera” sino “a la manera de Dios”. El humilde y el sencillo puede parecer que se queda corto haciendo sólo lo que Dios manda; el endiosado llega a ser “más papista que el Papa” y quiere llevar las cosas a la exageración. Pretende ser así “más fiel”. Sin embargo Samuel le tilda de “pecado de adivinos”, que provoca el rechazo de Dios.
          No sé si muchas de esas tendencias exageradas de quienes quieren ir más allá de lo que la Iglesia ha puesto como forma de comunión, posturas litúrgicas, etc., pudieran estar adorando más al propio yo que a Dios. Que quiere más el Señor que le obedezcan que otros sacrificios y holocaustos.
          Samuel anunció a Saúl que Dios lo rechazaba como rey
          No anda lejos de este tema el evangelio de Mc 2, 16-22: los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos vienen a preguntarle a Jesús por qué no ayunan sus discípulos, siendo así que los de Juan y de los fariseos sí ayunan. Jesús respondió que sus discípulos estaban de fiesta y en la fiesta no se ayuna. Ya tendrán momento de ayunar… Y Jesús ahora ha dado un salto mental enorme y se ha puesto en la perspectiva de su muerte: cuando un día se lleven al novio. Ese día será día de sacrificio en el que sus discípulos tendrán que estar a la altura: “ayunarán”.
            Pero donde Jesús pone la fuerza de su argumento viene después en forma de parábola breve pero muy honda. Lo que lleva a los ayunos, a los sacrificios externos…, es algo que ya se ha pasado: es un “odre viejo”, un “vestido viejo”. Lo que él trae es nuevo: el vino que trae es un vino de muchos grados. No le valen los odres viejos porque no tienen ya la consistencia para soportar esa fuerza diferente que trae su nuevo planteamiento. Desde la mentalidad de una religión de obligaciones externas, no puede encajarse una religión que va a lo profundo de la persona: a sus pensamientos y sus intenciones, a una forma de adoración “en espíritu y en verdad” y no “en mover la cabeza como un junco”. Por eso, para que los discípulos de Juan y de los fariseos entiendan este nuevo panorama, necesitan cambiar la mentalidad. Con la mentalidad antigua –con sus “vestidos viejos”- no pueden ni captar LA FIESTA que trae Jesús.
            Hace falta un cambio de mentalidad. Y posiblemente sigue valiendo la advertencia de Jesús en el momento presente nuestro, porque el ser humano es muy dado a tocar y palpar, y aun en la fe, sigue queriendo hacer las cosas muy tocando y palpando. Sigue, en el fondo de su sentir, con la idea de que es la persona la que escala el cielo… No llega a admitir que es Dios quien viene a la criatura. No “se gana” el Cielo. Dios lo ofrece gratuitamente. No necesitamos hacer méritos. La Gracia de Dios se nos da por iniciativa de Dios. Y ha de llegarse a esa convicción en la mentalidad del creyente para vivir el la fiesta de Jesús.
            Con un mínimo de “pesqui” se observa frecuentemente en el lenguaje y en las formas concretas de los cristianos un “sí pero no” en esto de la gratuidad de la gracia. Queremos decir que sí…, y nos surge el “PERO” a la palabra siguiente y no acabamos de aceptar en toda su dimensión la enseñanza que tanto se está esforzando el Papa por trasmitir. Su insistencia en la misericordia no es una palabra bonita que dé matices a la doctrina de la Iglesia. Lo que se está esforzando es por hacernos llegar en toda su fuerza que por pura gracia estáis salvados, y que la Sangre redentora de Jesucristo es la que salva.

            Todo lo demás está ahí como ayuda, pero no como suplantación de la doctrina. Las prácticas en tanto ayuden a caminar, serán las muletas útiles. Pero sólo muletas. Y tienen el valor condicional de la muleta. Hacer de “cosas” o “formas” un absoluto (y estar peleando por ello) es no haber llegado al odre nuevo, al vestido nuevo, al “obedecer que vale más que los sacrificios”.

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad9:20 a. m.

    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÒLICA (Continuación)

    LA CONCIENCIA MORAL.

    En lo màs profundo de su conciencia el hombre descubre una ley que èl no se da a si mismo, sino a laque debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, llamándole siempre a amar y hacer el bien y a evitar el mal.
    Dicho de otra forma: la conciencia es la voz interior en el hombre, que exige hacer el bien y evitar el mal. Es, a la vez la capacidad de poder diferenciar el uno del otro. En la conciencia, que es testigo de la Verdad, Dios habla al hombre.
    La conciencia es comparada con una voz interior en la que Dios mismo se muestra dentro de hombre. Es Dios quien se hace perceptible en la conciencia. Cuando decidimos:" Esto no puedo conciliarlo con mi conciencia", para un cristiano quiere decir:"Esto no lo puedo hacer en presencia de mi Creador".Por fidelidad a su conciencia muchas personas han sido martirizadas.
    Todo lo que sucede contra la conciencia es pecado.

    Continuarà

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  2. La vida cristiana exige sacrificio; lo mismo si es personal como si es comunitaria...conoce muchas dificultades; pero la salvación y las garantías que nos ofrece Jesucristo nos reportan una gran paz y nos sosiegan, nos libran de cualquier desánimo y de la tristeza que en un momento dado, debido a las tentaciones del maligno, pudieran aparecer. Jesús es el Novio que sella la Alianza para siempre entre Dios y los hombres. Si vivimos en Cristo, si creemos en Él,el amor con que Dios nos ama será una fuente de renovación constante para nuestras vidas.No tenemos ni que morir para experimentar ya las dulzuras eternas.

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