domingo, 31 de enero de 2016

31 enero: Domingo 4C, T.O.

Liturgia
          La 1ª lectura (Jer 1, 4-5.17-19) abre el camino a una predicación sincera, incluso arriesgada, en la que hay que decir toda la verdad. Y Dios está detrás para hacer del que trasmite esa Palabra, una plaza fuerte, una muralla de bronce frente a todos. Se opondrán pero no te podrán porque yo estoy contigo para librarte, dice el Señor.
          El evangelio de Lc 4, 21-30 es ese anuncio hecho realidad. Jesús está en la sinagoga de Nazaret. Ha leído una parte del profeta Isaías: El Espíritu del Señor está sobre mí…, que expresa las características del Mesías. Y, de primeras, ha sido bien acogido, porque –además. Ha llamado la atención que al leer esa parte, ha omitido un renglón que hablaba de la venganza. Y les ha gustado a los fieles que sólo leyera las palabras que hablaban de la gracia, del favor de Dios.
          Pero –como suele ocurrir- hubo ese tipo exagerado que reacciona siempre a la contra, y entre curioso y mordaz, levanta la voz para señalar que Jesús es el hijo de José. Podía tener dos lecturas: admiración porque un hijo del pueblo pudiera ser hoy un personaje nuevo en el plano mesiánico…; y podía ser una manera de rebajar la atención, porque Jesús sólo era el hijo de un hombre del pueblo y no podía hablar de mesianismo.
          La crítica surtió efecto, y la gente se dividió. Y Jesús tuvo que hacer patente que un profeta no es bien recibido en su pueblo. Y como debía ser un predicador sincero, “plaza fuerte y muralla de bronce”, les puso delante una realidad dolorosa: mientras su pueblo lo rechaza, otros pueblos lejanos lo van a recibir. Y les puso dos casos bíblicos ante los ojos: Naamán, el pagano, el sirio, fue curado por el profeta Eliseo… La viuda pagana, fue socorrida por el gran profeta Elías…
          Dejaba claro que mientras el pueblo elegido, sus paisanos nazaretanos, las gentes “de dentro” no le aceptaban, otros vendrían de fuera que sí lo acogerían. Y aquello le puso enfrente de los más exaltados, que a empellones lo sacaron de la sinagoga y pretendieron hasta matarlo. Se estaba cumpliendo la palabra que acababa de decirles: lo de su tierra intentaban poner silencio al Espíritu del Señor que estaba sobre él.
          La persecución duró hasta el momento en que Jesús se detuvo y los miró de frente. Todos se quedaron parados. Y Jesús pasó entonces por medio de ellos y se alejaba. Expresión que en la expresión griega en que está escrita, indica una alejarse para siempre, un no volver Jesús a su pueblo de Nazaret.
          Dos puntos que encierra esta lectura de aplicación muy práctica: uno, el daño tan fuerte que hace la crítica, la ironía, la palabra desdeñosa, capaz de cambiar toda la admiración primera en persecución.
          El otro punto que hace reflexionar fuerte es el de Jesús que se aleja para no volver. Algo de lo que estamos viendo en una sociedad que ha abandonado a Jesús y que incluso lo persigue: Jesús se aleja y la sociedad se desmorona, como lo comprobamos cada día en las noticias que nos hacen exclamar que “el mundo está loco”. Sencillamente el mundo está caminando al margen de Jesús, y la consecuencia es que el propio mundo se está destrozando a sí mismo.

          Mención parta, la 2ª lectura (que ya sabemos que va al margen del tema central, pero que tiene una belleza especial. Tema tan escuchado en las bodas, y tema tan poco vivido en la vida. Porque donde haya amor sincero no hay incomprensión, ni falta de respeto, ni egoísmo, ni injusticia. Amor que es capaz de disculpar, mantener la fe en la otra persona a pesar de todas las dificultades, y de permanecer vivo siempre en medio de las  dificultades. EL AMOR NO SE PIERDE NUNCA cuando una vez se ha amado de verdad.


          Todo lo cual nos lleva hasta la Eucaristía para que tengamos una acogida plena de Jesús, lo que significa que también una acogida del prójimo, evitando críticas y sospechas. Y viviendo el amor cristiano que lleva consigo sobrepasar todas las dificultades.

5 comentarios:

  1. Nos queremos dejar tocar por la Palabra de Dios, que pide sinceridad y amor.

    - Que acojamos la Palabra de Dios sin sordinas, Roguemos al Señor.

    - Que aceptemos a Jesús que viene a decirnos la verdad, Roguemos al Señor.

    - Que nos dejemos admirar por las palabras de gracia que salen de la boda del Señor, Roguemos al Señor.

    - Que tengamos la humildad de aceptar que otros –de fuera- son capaces de responder mejor que nosotros, Roguemos al Señor

    - Que vivamos el verdadero amor cristiano, que está por encima de las dificultades que pueden surgir, Roguemos al Señor.

    Concede, Señor, a cuanto acudimos a ti la sinceridad necesaria para acoger tu Palabra sin intentar componendas que la suavicen. Y que tu misericordia nos haga sentir el amor siempre abierto de tu Corazón.
    Por Jesucristo N. S.

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    1. ...Y que sepamos agradecer, con humildad; pero con mucha satisfacción, los dones especiales con que Dios nos ha querido adornar, que sepamos usarlos siempre en bien de los demás. Al fin y al cabo, lo que cuenta es que todos hemos recibido la capacidad de amar, y en el atardecer de la vida seremos juzgados en el amor.¡Sálvanos, Señor Dios nuestro, y alabarte será nuestra gloria!

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  2. Ana Ciudad10:18 a. m.

    CATECISMO DE IGLESIA CATÒLICA (Continuación)

    LAS VIRTUDES TEOLOGALES

    LA VIRTUD DE LA ESPERANZA.-La esperanza es la virtud por la que anhelamos, con fortaleza y constancia, aquello para lo que estamos en la tierra: para alabar y servir a Dios; aquello en lo que consiste nuestra felicidad: encontrar en Dios nuestra plenitud; y en donde està nuestra morada definitiva:DIOS.
    Es doctrina de nuestra fe cristiana que Dios da a cada alma la suficiente gracia para que alcance el cielo.La virtud de la esperanza, infundida en nuestra alma por el Bautismo, se basa en esta enseñanza de la Iglesia y de ella se nutre y desarrolla con el paso del tiempo.
    Dios promete la vida eterna a los que le sirven y les da los medios necesarios para alcanzarla. Nadie pierde el cielo si no es por su culpà. Por parte de Dios nuestra salvación es segura.
    Por otra parte nuestra esperanza debe de ser " firme".Sostener dudas sobre la fidelidad de Dios en mantener sus promesas o en superar nuestras flaquezas con la ayuda de la gracia divina, sería un insulto a Dios.En resumen, no podríamos vivir una vida auténticamente cristiana si no tuviéramos confianza en el resultado final
    La esperanza es confianza en lo que Dios nos ha prometido en la Creación, en los profetas y especialmente en Jesucristo, aunque todavía no lo veamos. Para que podamos esperar con paciencia la verdad,se nos da el Espíritu Santo de Dios.

    Continuarà

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    1. Ana, de la esperanza no tenemos ninguna duda aunque también pone a la memoria en tiniebla de lo de aquí y de lo de la eternidad. Porque la esperanza siempre es de aquello que no se tiene, porque si se tuviera ya no sería esperanza. San Pablo en su carta a los Romanos lo confirma; pero apunta un vacío: "la esperanza que se ve no es esperanza, esto es lo que posee, ¿cómo lo espera?".Se nos queda la memoria en tinieblas esperando lo que Dios nos ha prometido en la Creación. Un beso. MªJosé.

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  3. Ana Ciudad8:23 p. m.

    Marìa Josè, agradezco mucho tu comentario, pero no he entendido que "pone a la memoria en tiniebla de lo de aquì y de lo de la etenidad".(según comentas).No veo aquí ni en la eternidad tiniebla sino brillante luz.Los cristianos creemoa, esperamos , amamos.
    Como lo que esperamos es ver a Dios cara a cara y gozar de su presencia ( de ahí viene la palabra "esperanza" y todavía no lo podemos ver, la memoria no se queda en tiniebla sino con la luz que el Espíritu de Dios nos anima a esperar.Un abrazo.

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