domingo, 24 de enero de 2016

24 enero: Domingo 3ºC, T.O. LA PALABRA

AL LLEGAR A LA TARDE observo que no quedó puesto el tema del domingo. Aquí lo brindo.

Liturgia, Domingo 3 C, T.O.
          El tema al que nos lleva hoy la pedagogía litúrgica es LA PALABRA DE DIOS. Desde la 1ª lectura, del libro de Esdras (8, 2-10), el protagonismo lo tiene el LIBRO DELA LEY. Y es un capítulo de la Biblia que merecería leerse y pensarse en particular, con una reflexión sobre la acogida que hacemos nosotros a la Palabra que Dios nos trasmite. De aquella situación que nos narra el libro de Esdras nios queda clara la atención, la reverencia, el respeto y la emoción que levanta en el pueblo aquella lectura que hace el sacerdote. Al principio los fieles se ponen en pie para recibir el Libro de la Ley; luego, cuando han escuchado, se postran de rodillas. Y escuchan llorando por la emoción.
            Si se me permite una digresión reflexiva, yo me fijo ahora en la actitud de muchos fieles cristianos ante la lectura que se hace en la Misa de esa Palabra de Dios. Y observo, primero, los que llegan tarde y ni escuchan la Palabra, y por tanto ni se enteran. Pero lo peor es que no le dan importancia, y se repite una y otra vez esa llegada retrasada a la participación en la Misa.
            Me fijo también en quienes están físicamente presentes, pero no atienden. Parecen como estar dejando pasar ese momento de la proclamación de la Palabra. Y no digamos de los que están en otras cosas: otras lecturas, otros rezos…
            Verdaderamente no se está a la altura de aquella devoción con que aquella comunidad judía estaba asistiendo a la lectura de la Palabra de Dios. Y esto es revisable y necesariamente corregible.

          En el Evangelio (Lc 1, 1-4; 4, 14-21) esa Palabra de Dios, que Jesús lee ante la sinagoga de Nazaret, es una Palabra que queda personalizada en Jesús mismo. Porque una vez que ha leído de pie aquel trozo de Isaías, se sienta y afirma: Esta palabra que acabáis de oír se cumple hoy ante vosotros. En efecto: ya no es sólo una Palabra que se proclama sino Jesús mismo que la encarna y la hace realidad en él: él va a ser esa persona sobre la que ha llegado el Espíritu Santo, y así ha sido enviado a sanar los corazones destrozados.
          La palabra no se queda en Palabra: se personaliza. Y así acoger la Palabra es acoger a Cristo; no acoger la Palabra es no acoger a Cristo. Y acoger a Cristo es tomarse tan a pecho lo que él hace y dice que nuestras vidas tienen que captar severamente el mensaje de esa palabra para sentirnos llamados a vivirla en sus grandes o sus pequeñas aplicaciones a la vida práctica.
          Incluso se nos acentúa la importancia de esta Palabra del Evangelio que se nos ha dado, cuando Lucas expresa el interés que se ha tomado para informarse de los hechos reales, a través de testigos fidedignos, que le han manifestado eso que ahora él puede trasmitirnos. Por tanto, con la garantía de que Dios ha sido quien se ha hecho presente en LA PALABRA. Y la Iglesia nos sirve de garantía y de vehículo para recibir nosotros el mensaje de vida que contiene la Sagrada Escritura, por otra parte tan desconocida por muchos creyentes que quieren vivir de acuerdo con Dios, pero sin conocer la Palabra que Dios nos ha dejado como tesoro.

          Aunque fuera del tema, la 2ª lectura nos aportaría un dato importante: que –en la Iglesia- no somos personas independientes unos de otros sino que nos hemos de apoyar y ayudar mutuamente, pues Cristo nos ha instituido en Comunidad eclesial: Él queda como la cabeza de ese cuerpo total. De él recibimos la vitalidad pero somos nosotros –unos y otros- los que hemos de sentirnos unidos y ofrecidos a ayudarnos entre nosotros. Algo que muchas veces nos quedamos esperándolo de Dios, y no nos movemos a ser nosotros quienes ofrezcamos esa ayuda, a sabiendas de que cada miembro del cuerpo humano necesita de los otros. Pues así es también este Cuerpo Místico del Señor.
          Todo esto que tenemos hoy por delante se concentra en la Eucaristía, que es ya la Palabra hecha carne y hecha Hostia de Comunión para hacer posible que todos vivamos la Palabra y la vivamos como miembros unidos porque todos participamos del mismo Pan.


          Los que hemos escuchado tu Palabra, sentimos la necesidad de pedirte, Dios y Padre nuestro.

-         Para que tengamos inmenso respeto a tomar la Palabra de Dios como mensaje que Él nos dirige a cada uno, Roguemos al Señor.

-         Para que atendamos a la proclamación de la Palabra de cada domingo, Roguemos al Señor.

-         Para que sintamos que “la Palabra” está personalizada en Jesucristo, Roguemos al Señor.

-         Por la situación actual española, que puede redundar muy negativamente en la vida de la Iglesia y de la del pueblo, Roguemos al Señor.

-      Porque las diferentes confesiones religiosas se unan en un sólo y único Cuerpo de Cristo, Roguemos al Señor.


Te rogamos, Padre nuestro, que los creyentes en Jesucristo vivamos el misterio de nuestra necesidad de mutuo apoyo en el único Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia.

          Por Jesucristo N. S.

ZENIT del domingo está a continuación

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