jueves, 28 de enero de 2016

28 enero: El que tenga oídos para oír

Liturgia
          A las predilecciones de Dios con David –que han ido viéndose en días anteriores- sucede hoy -2Sam7, 18-19. 24-29- una oración de reconocimiento y agradecimiento por parte de David. Una invitación que nos hace esta lectura a saber agradecer a Dios y no tenerlo como “una ventanilla de solicitudes”.
          El evangelio –Mc 4, 21-25- tiene sus expresiones un tanto enigmáticas y dignas de parada y atención. Queda claro el comienzo: la luz se enciende para que ilumine, y por eso se pone en el candelero y no bajo el celemín.
          Pero lo que dice a continuación no es tan claro: Si se esconde algo es para que se descubra; si algo se hace a ocultas es para que salga a la luz. No queda tan claro. Porque lo que se hace a ocultas se pretende que quede oculto y por eso se hace en secreto y lo que no se quiere es que salga a la luz.
          Entonces: ¿qué quiere decir ese dicho? Interpreto que nos advierte de que nunca queda oculto lo oculto, y que antes o después se acaba conociendo. Lo que supondría que Jesús nos hace la reflexión de que no vale escondernos porque –aun humanamente- lo que se pretende secreto no queda secreto. Ni lo bueno ni lo malo. Y si ya lo elevamos a la mirada de Dios, es bien claro que para Dios nada queda secreto, por muy en oculto que pretendiéramos actuar. Dios lee en nuestros corazones y aun lo más íntimo a uno mismo, es patente a sus ojos.
          Sigue con otra palabra que tiene su necesidad de comprensión: la medida que uséis la usarán con vosotros. ¿Quién unas esa “medida”? ¿Dios? No lo creo así, porque ¡pobres de nosotros si a nuestras mezquindades respondiera un Dios mezquino! O creemos de verdad en que MISERICORDIA es el otro nombre de Dios (y por tanto es su misma esencia), o estamos perdidos. No puede ser que sea Dios quien nos trata con la misma medida que nosotros usamos.
          Pero sí es cierto que nuestra medida con otros se acaba “cobrando” de los otros la misma moneda que hemos empleado. No es precisamente la misericordia y la comprensión lo que domina y reina en los humanos. Y ahí sí podemos pensar que vamos a recoger lo que sembremos. Y que Jesús nos lo advierte con una reflexión muy a ras de tierra…, la tierra de la realidad humana.
          Queda en medio ese toque de atención que es propio de Jesús: El que tenga oídos para oír, que oiga. “El que tenga oídos PARA OÍR”. Que no es simple “oír” sino actitud de escucha. Un oír que presta atención y pone los 5 sentidos en lo que oye. Un oír que no es simple “oír” sino “ver”, “oler”, responder, actuar. Porque Jesús no se queda en hablar para ser “oído” sino que habla al fondo del alma y habla para ser ESCUCHADO con el corazón, ahí donde la palabra halla eco y resuena más allá de los oídos. Ese “conocer” bíblico que no queda en lo externo de los conceptos sino que se aplica para expresar la íntima fusión del marido y la esposa (“conocer varón”), que supone una unión de la persona en todo su ser, una adhesión plena.
          Éste es el “oír que oye” en la expresión de Jesús.
          Queda por decir que aunque lleva un componente humano en la atención, en la reflexión, en la meditación y la oración, la verdad es que una última “escucha” es más gracia de Dios que esfuerzo humano. Y que Dios lo da a quien quiere y cuando quiere. Lo cual no nos libera de la sana tensión de la búsqueda, porque puede querer Dios esa cooperación humana para que sirva de bandeja donde él deposite sus bienes.

          Y por hoy no se me ocurre más.

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad11:49 a. m.

    CATACISMO DE LA IGLESIA CATÒLICA (Continuación)

    LAS VIRTUDES CARDINALES.

    LA VIRTUD DE LA TEMPLANZA:-La cuarta virtud cardinal es la templanza que nos dispone al dominio de nuestros deseos, y, en especial, al uso correcto de las cosas que placen a nuestros sentidos.Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintoa y mantiene los deseos en el lìmite de la honestidad.Esta virtud es a menudo alabada en el Antiguo Testamento." No vayas deyràs de tus pasiones, tus deseos refrena".En el Nuevo Testamento es llamada "moderación" o "sobriedad".
    Quien es intemperante se abandona al dominio de sus impulsos, arremete con tra otros por su codicia y se perjudica a sì mismo.
    Además de las cuatro virtudes cardinales, hay otras virtudes morales a saber:"veracidad,,paciencia, humildad, castidad...";pero, en principio,si somos prudentes , justos, fuertes y templados estas virtudes nos acompañaràn necesariamente, como los hijos pequeños acompañan a sus padres.

    Continuarà

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  2. "La luz se pone en el candelero para que dé luz, no se pone bajo el celemín". Nuestra fe, poca o mucha, ilumina nuestra vida. Y los creyentes debemos ser transmisores de esta fe, debemos iluminarnos mutuamente y trabajar para que la la Luz de Cristo se vea en todo el mundo. Hemos recibido la Fe como un precioso regalo de Dios ; y en la medida que se la agradecemos, la valoramos y la comunicamos, crece , pero si no la valoramos o si le damos poco valor y la escondemos, corremos el peligro real de perderla...

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