viernes, 29 de enero de 2016

29 enero: Proceso del pecado y de la Gracia

Liturgia
          2Sam 11, 1-10. 13-17 es una joya de pedagogía moral para mostrar el terrible proceso de una ocasión peligrosa que no se desecha. Davis –partamos de ello- es un privilegiado de Dios, un hombre definido bíblicamente como hecho según el corazón de Dios en tanto se pliega a los caminos de Dios. Y ha quedado patente en temas anteriores. Pero –cuanto a lo humano- capaz de la fechoría. Y en el momento en que David se deja influir por esa parte humana, capaz de cualquier cosa.
          Ve a una mujer hermosa. No corta esa mirada sino que se interesa por ella. Y –un paso más- consiente y la manda llamar. El resto es ya la cuesta abajo y acaba en el adulterio. Betsabé queda encinta. Y David, obnubilado por lo que ha hecho, no reacciona rectamente reconociendo su culpa, sino que intenta taparla. Es lo peor. Porque pretende que venga desde la guerra Urías, el marido de la mujer, y que así quede tapado su pecado porque ¡vaya Vd luego a saber de quién es la criatura!
          Pero Urías es noble y cabal y no considera digno ir a estar con su mujer mientras los compañeros están en la guerra. David se enfanga más todavía y pretende con engaño que Urías se emborrache y que así, borracho, baje a su casa y esté con su mujer. ¡Pues ni así! Y en el torbellino del mal, David comete la felonía de enviar, por medio del mismo Urías, la sentencia de muerte de tan noble soldado. Y Urías muere.
          O sea: una mirada no apartada a tiempo ha degenerado en adulterio, engaño, y hasta homicidio. Interesante historia para tantos que no cortan la trama en el momento en que empieza… Con razón Jesús dijo, con un estilo tajante, que hasta el ojo hay que sacárselo si es ocasión de pecado, porque más vale entrar tuerto en el Reino que con los dos ojos perecer en el pecado.
          Mc 4, 26-34 es otra gran parábola, aunque sea corta de exposición. Bien puede verse en ella una continuación de la gran parábola del Sembrador, vista hace pocos días. La semilla echada en tierra buena tiene potencia en sí misma para germinar por sí misma, mientras el labrador duerme por la noche y se levanta por la mañana. Y esa semilla, sin que el labrador sepa cómo, crece, produce el tallo y la espiga…
          Jesús ha descrito magistralmente la gratuidad de la Gracia, la potencia que encierra la Palabra por sí misma, en orden a ese fruto del 30 o del 60 o del ciento por uno. Nunca es efecto directo de la labor “del labrador”. Lo que al labrador se le pide es que tenga la tierra esponjada, que riegue a su tiempo, que haga las labores  que le corresponden para no estorbar el crecimiento. Pero la fuerza de la semilla va en ella misma, y ni el labrador sabe cómo se va produciendo el desarrollo de la planta. Lo que a él le corresponde finalmente es meter la hoz y recoger en el granero.
          La SEMILLA de LA PALABRA y de la GRACIA de Dios lleva en sí la potencia para desenvolverse, si no se le ponen obstáculos. El Reino no es el efecto del esfuerzo humano, aunque requiere de la libertad de la persona para desarrollarse debidamente. Y al final va a tener efectos benéficos cuando mete la hoz porque ha llegado el momento de la siega.
          Potencia Jesús esa parábola con otra pequeña parábola: la del grano de mostaza, una semilla muy pequeña, y sin embargo capaz de dar de sí un arbusto lo suficientemente frondoso como para que aniden los pájaros en él. Volvemos al argumento principal: la tal semilla es mínima. Los frutos de sembrarla son amplios. ¿Quién le ha dado tal fuerza? – Tampoco ha sido el labrador, que se limitó a sembrar la pequeña semilla. Lo que sale después es ajeno al labrador.
          El evangelio es exigente y está constantemente pidiendo la participación directa de la acción humana. Pero a su vez nos está diciendo que la eficacia de LA SEMILLA está en el don de Dios. San Ignacio lo sintetiza así: Hemos de hacer las cosas como si sólo dependieran de nosotros…, y luego hemos de estar seguros de que todo depende de la acción de Dios. Aprender la gratuidad de la acción de Dios es esencial para una espiritualidad sana y evangélica. Nos toca poner la carne en el asador…, pero con la certeza de que “el fuego para asar” es la Gracia de Dios, que Él da en el momento oportuno. Todo ello nos lleva a una actitud de hijos que trabajan para agradar a su padre…, y luego es el padre quien reparte la ración a sus horas: cuando él quiere, como él quiere, lo que él quiere.

          Y esa es la gran fuente de paz para todo fiel creyente.

1 comentario:

  1. Ana Ciudad12:48 p. m.

    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÒLICA.

    LAS VIRTUDES TEOLOGALES

    La VIRTUDES TEOLOGALES:-Son tres las virtudes teologales: FE, ESPERANZA y CARIDAD. Se llamam teologales porque tienen su fundamento en Dios, se refieren inmediatamente a Dios y son para nosotros lo hombres el camino para acceder inmediatamente a Dios.
    Estas virtudes son verdaderas fuerzas, ciertamente concedidas por Dios, que el hombre puede desarrollar y consolidar con la ayuda de Dios para obtener "vida abundante".

    Continuarà

    ResponderEliminar

¡GRACIAS POR COMENTAR!