viernes, 11 de enero de 2013

Vida diaria


                   Hoy habrá un poquito más, supliendo lo que faltó ayer.  Y como hay que ir dividiendo materia, porque Nazaret da para mucho, yo pienso que antes de hacerse un juicio a esta exposición será oportuno esperar al desarrollo que -Dios mediante- pueda hacer de la descripción de Pablo en la Carta a los Colosenses.

UNA VIDA NORMAL
Se levantan. Podemos pensar que temprano (porque la hora de las primeras contrataciones de trabajo las expresó Jesús en las 9 de la mañana (al contar una parábola). Desde el primer momento hay alegría, -porque tienen paz de espíritu-, y a la vez es alegría silenciosa, porque tienen vida interior y ahora es un nuevo momento de ponerse a disposición de Dios, y ofrecerle ese día.
             Se suben a la azotea donde de cara al levante, hacen su oración (o parte de ella) con las manos elevadas al cielo, símbolo de aquellos corazones que se entregan totalmente a Dios...; y van recitando sus salmos.  Jesús va aprendiendo de José y de María, de viva voz, como todo niño. Y de observar con atención de niño, al que le va entrando como en una esponja.

             Podemos pensar que toman algo para reponer fuerzas y realizar cada uno su labor: María en la casa, José en el taller (o yéndose a la Plaza para esperar ser contratado). Jesús, según su edad....  María lo llevaba con Ella a la fuente cuando iba por agua...; luego lo tenía junto a Ella en el arreglo de la casa, mientras hacía el pan...., o se salía a la puerta a jugar con los niños...; travieso como lo propio de un niño..., muy noble... 
             Cuando es un poquito mayor, Jesús es el que va a la fuente..., el que va a entregar o a cobrar los trabajos de José... Y poco a poco José le va enseñando a trabajar..., y trabajará y encallecerá sus manos en el trabajo primitivo que entonces podía hacerse, y hasta dándose alguna vez un martillazo en un dedo..., y equivocándose al cortar un trozo de madera... Pidámosle a Jesús que nos enseñe sus manos encallecidas..., de niño, de joven. Y besémoslas.  [Parecen gestos que se salen de “la historia”, pero son precisamente gestos que nos meten a nosotros en ella.  Y eso es de particular importancia para el que está haciendo oración, y lo que le importa –sobre todo- es encontrarse metido en la escena…, ¡porque hay mucho que aprender!].

             María trabaja con ilusión: quiere tener su labor a punto... José es un honrado trabajador que tiene que ganarse el pan con el sudor de su frente... (y a veces está parado sin trabajo), sufriendo porque no tiene para dar de comer a su mujer y a su hijo). Compartamos con él sus sentimientos de hombre justo, honrado, que sabe ir adónde haya donde ganar unas monedas.

             María manda a Jesús... José manda también y Jesús obedece. Es un niño obediente... que alguna vez habría que llamarle la atención por alguna travesura.

             María cocina... Aunque alguna vez se le quemaba el pan en el horno o se le iba la leche. Pero nadie lo llevaba a mal. También José y el Niño se metían alguna vez en la casa con los pies llenos de barro, porque había llovido... y ensuciaban la casa que había dejado María tan limpita.  Pero estas son las cosas normales de cada día, y nadie hacía de eso una tragedia.
                Es que es ahí donde están los puntos interesantes de reflexionar, porque son ahí donde se producen tantas veces las dificultades de la convivencia.  Si sabemos analizar esas situaciones de tensión en una familia, en un colectivo, en una comunidad, en una asociación…, veríamos que son mínimas cosas las que provocan bienestar o malestar. Cada una de por sí no tiene importancia. Irlas “cargando”, acumulando, perdiendo pie en ellas, es lo que acaba rompiendo armonía, paz, tranquilidad.  Y cualquier persona que piense en Nazaret con un mínimo de realismo, tiene que caer en la cuenta que aquello no era eso de abrir la boca y ya le meten a uno el bollo.  Cualquier familia estupenda se distingue no porque no haya ni brizna de dificultad, sino por el talante con que se viven esas cosas.

             Jesús iba creciendo. María y José observaban lo hombrecito que se iba haciendo.         Y luego era un auténtico hombre con sus 18 y 20 y 25 años...
             La comida era un momento gozoso, reunidos los tres... Agradeciendo al Señor el alimento de cada día...  Eso sí: algunas veces era poco. No había habido trabajo y había que reducir..., pedir prestado a las vecinas o a algún buen amigo: “en cuanto cobre un trabajillo te lo devolveré”. Aunque algunas veces era tan poco lo que había para comer que María apenas comía...: “es que he comido un poquito mientras guisaba y se me han quitado las ganas...”  Era que no había..., y Ella se sacrificaba).
             Luego, otra vez al trabajo.  María estaba deseando terminar para coger el cestillo de su costura y llevárselo al taller y estar allí con José. Se sentían felices… Y Jesús jugaba allí junto a ellos, o iba haciendo sus primeros trabajos...,  o llevaba ya el taller Él solo, cuando murió José.
             José se quedaba pensando muchas veces durante su trabajo en aquel niño misterioso, que había nacido de una forma misteriosa, sin intervención suya..  Y adoraba a Dios que le comunicó aquella noche terrible que “era obra del Espíritu Santo”. Y hasta sentía pena de que se le hubiera a él ocurrido abandonar a María. ¡Quién iba a figurárselo!, se decía a sí mismo..., y seguía su trabajo, echado en brazos de una Fe obscura..., la que lo explica todo sin explicar nada...
             Jesús, de mozalbete, se iba a dar una vuelta con sus amigos, mientras José y María se quedaban mirándolo... Vayamos con Él... Dejémosle la iniciativa de la conversación... Que Él nos hable...  Tendrá muchas cosas que contarnos… ¡Hay tantas que nosotros ni caemos en la cuenta, ni nos gusta imaginar…, y que hemos soñado casi con una vida milagrosa y divina…!  Eso le pasó a aquellos primeros cristianos que recurrieron a inventar milagritos y hechos prodigiosos a derecha e izquierda, del Niño, o de María… Nadie se resignaba a admitir una familia normal.
             A mí, empero, lo que me embarga el alma es saber que yo puedo vivir una vida que se acerque a la vida de Nazaret, porque yo no hago milagros de convertir palomitas de barro en voladoras, y me estorba pensar en un Niño Jesús así.  En una madre, María, que va curando las gripes de sus vecinos con poner la mano en sus frentes…  (Yo no puedo hacer ni lo uno ni lo otro, y sin embargo la vida de aquella familia se me pone delante para que yo la imite… ¡Por algo será!   Y la Iglesia, escoge para la fiesta de la Sagrada Familia una lectura de San Pablo a los colosenses, que a mí me encanta porque baja a la arena de lo diario con toda naturalidad, mientras estaba describiendo la sublimidad del amor entre personas.  Ya nos pararemos en ello.

4 comentarios:

  1. Ana Ciudad4:04 p. m.

    JESÜS CRECÏA:Aprendió de José y María muchísimas cosas.Más tarde esas enseñanzas las aprovechó para su obra evangelizadora.Jesús quiere que nuestro crecimiento espiritual vaya acompañado de una madurez humana.La madurez humana se manifiesta,en cierta estabilidad de ánimo.en la capacidad de tomar decisiones y en el modo recto de juzgar los acontecimientos y a los hombres.
    Nuestra Madre,modelo y escuela de todas las virtudes,tambien de las humanas,nos ayudará a llegar a la EDAD PREFECTA según Cristo.

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  2. Anónimo8:03 a. m.

    Aparte de que lo venimos repitiendo durante siglos, cultivando una iconografía más voluntarista que fundamentada, ¿José y María eran tan pobres como para no tener qué comer?

    María era hija única y, según la ley judaica de la época, debió heredar la hacienda de su padre (hombre rico para su tiempo, según los textos que describen los festejos que organizó para celebrar el advenimiento de su hija). Y José era un maestro de obras calificado ("constructor", no "carpintero", y no un jornalero en situación de pasar hambre.

    ¿Reunidos los tres? ¿Y los hermanos de Jesús? ¿Estaban desaparecidos, o interesa no mencionarlos? Hijos de José, si no de María, ¿no compartían la vida familiar? No es imaginable que Jesús, María y José los marginasen, o que no contribuyeran al amor cotidiano y, por supuesto, al sustento común.

    No dudo de que Jesús y su familia vivieron la pobreza, y que hablaron por los pobres. Aún lo hacen. Por éso mismo, su amor y su pobreza merecen aproximaciones más rigurosas.

    Las contemplaciones limitadas y sesgadas, que buscan sólo la emotividad superficial, son manipulaciones. ¿Qué clase de oración son, o qué fe se pretende desarrollar con ellas?

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  3. PARTE PRIMERA
    Ilustre “Anónimo”. Con el “diálogo” que venimos teniendo, podría ser más bonito si sabe salir de su anonimato. Pero sea como sea, su última anotación es digna de respuesta, por respeto a los que siguen el blog y pueden sentir más desazón que ayuda –en determinados casos- por sus aportaciones. Y en otros, como éste, pueden resultar interesante por la necesidad de aclarar términos, o explicar los datos que he dado en la contemplación (esa “enemiga” suya tan declarada). Los lectores del blog necesitan saber lo que escribo y por qué.
    Si en vez de ir a historias sin mayor fundamento científico ni bíblico, nos reducimos a datos evangélicos, “las zorras tienen madrigueras y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tienen donde reclinar su cabeza”.
    ¿Es extrapolable a la vida de Nazaret? Puede que sí y puede que no. Tanto como no tener que comer (como Vd lo traduce), digamos que puede quedar exagerado. Pero un trabajador puede tener para comer, pero con su trabajo diario.
    ¿María era de familia acomodada? Ni lo sé, ni lo afirmo, ni lo niego, porque no lo sé. Pero hay familias acomodadas e hijos pobres. Yo lo tengo aquí mismo a la mano, y sobrevive el trabajador –y malamente- a base de adelantos que nunca podrá pagar.
    ¿José era “constructor” y no “carpintero”? El término utilizado en el texto griego equivale a “obrero”, salvo que Vd tenga más datos filológicos. Por eso yo no he hecho hincapié en “la carpintería”, y sí más en “salir a la plaza a esperar ser contratado”. [Que Jesús no contó sus parábolas de pura fantasía sino porque él había vivido esas situaciones].
    Puestos a irse a “historias” (sin ningún apoyo crítico), hay escrita una Vida de Jesús donde José no sólo tiene carpintería sino herrería, y de alto copete, para servir a las “empresas de Cafarnaúm” y alrededores. Sería un gran empresario de su ramo. ¿Eso le parece a Vd más verosímil? Desde luego no casa mejor con el fondo de los relatos evangélicos.
    (CONTINÚA)

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  4. Del tema de los hermanos y hermanas de Jesús se ha escrito tanto…, y se seguirá siempre escribiendo… ¿Por qué? Porque no hay datos. Al fin y al cabo Vd ha utilizado otra fuente de “contemplación” (¿Armand Puig?) tan imaginativa como la mía (Meschler, Oraá…) Porque si tomamos datos bíblicos, está muy repetido en la Biblia el término “hermano” para designar otra relación amplia de parentesco.
    ¿Prefiere Vd a José tan maduro como para ir ya al matrimonio con María con 7 u 8 hijos e hijas? Aparte de que el mismo Evangelio contrastado, demuestra que algunos de esos nombres corresponden a otras personas que aparecen en el mismo Evangelio con otra relación familiar, estaría Vd con los puritanos apócrifos que pretendieron un José anciano, con su vara florecida, “para preservar la virginidad de María”. En una cultura, la nuestra, donde “el viejo” no es más puro por ser viejo (omito el dicho popular, por respeto a José), esa razón de “ancianidad” no sería la más congruente.
    Por eso, si José aportó 8 hijos al matrimonio con María, tendremos que poner un José que duplica con creces la edad de la esposa. A mí no me causa devoción, precisamente.
    Por eso, tan sesgado puede ser Armand Puig (y seguidores) como yo en mis contemplaciones (con mis seguidores que encuentran alimento para una oración de encuentro con Dios). ¿Sólo emotividad? Seguramente Vd no ha tenido la suerte de vivir una familia como la mía, que éramos verdadera familia y vivíamos esa “emotividad” natural, sin sentimentalismos sino con el día a día, pero al detalle y en continua relación de mesa de camilla (cuando no se estaba en los deberes profesionales). Porque hijo de un profesional del derecho, he visto a mi madre hacerse tortazas de harina para acompañarse la comida, porque hubo tiempos (que Vd seguramente no vivió ni imagina) en que no había un trozo de pan para todos. Yo tuve esa suerte y mi “emotividad” es la vida familiar vivida a tope. Y no tengo mucho que imaginar para expresar mis contemplaciones.
    Ya sabe mi e-mail. Se lo repito: mcantero@probesi.org
    Sería bueno conocer cada rostro. Eso da valor a lo que se dice.

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