lunes, 14 de enero de 2013

Con el alma en el Cielo


CONCLUYENDO "COLOSENSES"
Y todavía queda la raíz y el motor de toda esa vida de amor familiar (en cualquier tipo de vida colectiva que pretenda ser asimilable a una familia).
San Pablo, tras haber bajado a esa finura de los detalles que caracterizan el verdadero sentido del AMOR, concluye: “Cantad a Dios dadle gracias de corazón, con salmos, himnos, cánticos inspirados. Y TODO LO DE PALABRA O DE OBRA REALICÉIS, SEA TODO EN NOMBRE DE JESÚS, OFRECIENDO LA ACCIÓN DE GRACIAS A DIOS PADRE POR MEDIO DE ÉL”.
Por tanto, si vamos a entender la vida familiar de José, María y Jesús, hemos de concebirla desde la posición de una familia y unas personas que miran al Cielo y refieren todo a Dios: digan o hagan, ¡siempre para agradar a Dios!  Y para agradar a Dios, es indispensable la oración, de una u otra manera. Cierto que en el mundo judío los salmos eran fuente de oración (y así los conserva la Iglesia); los cánticos inspirados por almas que rezuman a Dios y se dejan tocar por Dios, son otra fuente de comunicación con Dios. “La acción de gracias”, que es igual que decir “Eucaristía” es raíz y fuente de oración inmensa.  Y San Pablo (que ya escribe años después de la resurrección de Jesús) está refiriendo cada hecho de éstos a algo que pertenece ya al acervo cristiano fundamental. Pero si llevamos todo esto –como es la finalidad de esta reflexión, a la vida de Nazaret, esa acción de gracias es la permanente actitud de una familia que, desde su situación y su misma pobreza, vive mirando a Dios, al Dios santo de Israel, y queda colgada y prendida en Él. Y ese es su motor y su fuerza.
Lo que Pablo va concretando después para maridos, esposas, hijos…, es precisamente la vivencia diaria de Nazaret, con un padre de familia cuya referencia especial es la de ser esposo de María (y eso ya expresa la forma de relación delicada del que es hombre justo, cabal, respetuoso y basado en un amor), y por ende es “el padre de Jesús”, otra realidad que Dios le ha encargado, y que José vive con toda su fuerza.
Tantas veces se hablan de los sueños de José, siempre aplicados a situaciones extremas especiales.  Y yo me quedo pensando cada vez en que el sueño es un tiempo de “enajenación”…, un tiempo en que la persona no es ella misma… Y traslado inmediatamente esa consideración a “la bruma”, “la oscuridad”, “la enajenación” (salida de uno mismo), que es LA FE…, ahí donde uno deja de ser él mismo para dejar paso a una realidad tan distinta y sublime como es vivir “fuera de sí mismo” para dejar espacio a Dios…, o porque uno mismo vive y EN DIOS.  Y entonces no puedo menos que pensar que también María soñaba permanentemente y vivía con el cuerpo en la tierra y con el pensamiento en el Cielo…, en ir viviendo de manera que con los pies y la vida real en la tierra, en sus obligaciones, en su labor familiar…, Ella (como José), cuando hablaban de palabra o hacía en su vida, todo iba siempre pensando en agradar a Dios.
Y no dejo de pensar que nos haría mucha falta concebir así nuestra vida, en lo espiritual, en lo que vivimos, en lo que escribimos, en lo que hacemos, en la proyección de cada una de nuestras cosas.  Porque donde está nuestro tesoro está nuestro corazón, y de lo que llevamos en el corazón hablan los labios.  Y San Juan añadirá que quien es de la tierra, es de la tierra y habla de la tierra; el que es del cielo habla del Cielo. Así, con los pies en la tierra pero el corazón en el Cielo, concibo la vida diaria de la Sagrada Familia.  Y así sueño en la vida de una comunidad –del orden que sea, cuando se va en dirección común-: ¡que no tiene más remedio que vivir con el corazón en el Cielo!, y así superar y sobrepasar –sobrellevar, que decía Pablo- todo lo que sucede alrededor.

2 comentarios:

  1. franciscadedioa12:49 p. m.

    EL Evangelio ,de hoy veo como Jesuscristo,se marcho a proclamar elEvagelio de DIOS,.y como elige ,a Simòny a Andre aSantiago y a Juan lo dejaron todo y se marcharon , y mi meditaciòn del dia de hoy frente a esta llamada, ,,, soy yo fie,a DIOS ,que tanbien me ha elegido ,,,,,,

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  2. Ana Ciudad3:31 p. m.

    Los Apóstoles fueron generosos ante la llamada de Dios.Estos cuatro discípulos conocían ya al Señor,pero es éste el momento preciso en que responden a su llamada y deciden seguirle,sin condiciones,sin cálculos,sin reservas.
    Desde el momento en que nos decidimos a poner a Cristo en el centro de nuestras vidas todo cuanto hacemos queda afectado por esta decisión.¿Somos consecuentes ante lo que significa que el trabajo se convierta en el lugar para crecer en esa amistad con Jesucristo,desarrollando las virtudes humanas y sobrenaturales?.

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