lunes, 21 de enero de 2013

Relaciones "sociales" de la Sagrada Familia


LA VIDA “SOCIAL” DE NAZARET
             Reconozco que así como tal, nunca me la he planteado.  Y pienso que puede tener sentido intentarlo, aunque no tenemos datos para poder avalar una meditación sobre el  tema.  O sí: uno por lo menos, porque el día que María tuvo noticia de su pariente embarazada de 6 meses, no se quedó en Nazaret, envuelta en su halo espiritual de muchacha a quien le habían anunciado su gran misterio. Nos revela una sensibilidad expresa para abrirse al exterior. Y bien podemos concluir que es precisamente la sensibilidad mucho más fina que da a la persona su propia vida interior.
             A ese tenor podemos ya “reconstruir” otros detalles de la vida de María, muchacha alegre que sabe llevar alegría, compañía, ayuda en cuanto sabe de alguna situación de aquella pequeña población de Nazaret, o de su entorno más inmediato.  Y no le era difícil enterarse porque ya la conocían y era casi instintivo en sus vecinas acudir a ella, sabiendo de antemano que tenían acogida cariñosa.
             Ya era normal en María que –a la caída de la tarde, y mientras José salía a la Plaza- se sentara en la puerta de una u otra de aquellas vecinas cercanas, o se vinieran ellas a la casa de María. Eran ratos de asueto, conversaciones que no tenían otra trascendencia, pero que servían para compartir muchas cosas.  Eso sí: no me la imagino metida en dimes y diretes, y sí con ese gracejo especial para saber desviar hacia lo positivo lo que hubiera surgido menos acorde con su pensamiento limpio.  Que eso mismo era uno de los motivos que atraían hacia ella y que hacían gustar de su compañía, porque todos se sentían con las espaldas guardadas.

             José era también un hombre normal. Por su profesión o su trabajo no tenía más remedio que alternar en conversaciones, visitar casas para tomar medidas o instalar algún mueble que le habían encargado. Quien depende de un trabajo fuera de casa no tiene más remedio que estar en contacto con unos y otros; tiene que salir a dar unas vueltas para asegurarse encontrarlos en el momento oportuno.  Y porque  también eran momentos de alternar con los paisanos del pueblo, porque José vivía la vida normal de un paisano.  A más profundidad interior, a más capacidad para captar “los sueños” de Dios, hay también más finura para estar abierto a lo que viven sus paisanos, intuir sus necesidades, y presentarse José –como quien no hace la cosa- allí donde puede echar una mano.

             Y Jesús… Tenía que ser un niño muy vivaracho; esos niños que llevan la alegría en su ser entero y que disfruta uno con solo mirarlo. Y como tenía tan buena índole, con mucha más razón estaba siempre buscado por todos los otros niños, fuera en la escuela, fuera a la hora de jugar un rato, o de estar juntos en pandilla.  Ya adolescente, joven, las relaciones eran mucho más personales.  Cuando llegaba la hora de salir a pasear por las afueras, era también un rato gozoso en contacto con la naturaleza, una expansión que se agradecía, y que agradecían aquellos compañeros o amigos, porque había en Jesús una capacidad de admiración que contagiaba.  Si hablamos del tiempo en que ya tuvo que trabajar, que estar en contacto necesario con unos u otros, su nobleza, honradez, actitudes de sinceridad, atraían y ayudaban a los que lo trataban
             Que no descartaría yo los días de “excursión” de la familia, y posiblemente junto a otras familias. Días más especiales, situaciones más festivas, y era una manera de romper la monotonía y tener una salida de lo corriente.  Porque celebrar es una forma muy positiva en la vida de la persona, de la familia.

             ¿Por qué he tomado este tema de “poco uso” al contemplar a la familia de Nazaret?  Precisamente porque se use poco.  Porque los pensamientos humanos tratan de identificar “persona espiritual” con persona apartada, extraña, reservada…  También lo que planteado porque ahora surgiría la pregunta: ¿lo imaginas de otra manera?  ¿Pensarías en esas tres personas de la Sagrada Familia metidos en sus cuatro paredes sin más relación que la necesaria,  basándonos precisamente en la profundidad de su vida interior?  Es claro que a mi pensamiento se despega esa concepción de la vida espiritual.  Y entonces pienso que puede ayudar esta explicitación de que el hecho de una profundidad interior, proyecta hacia una comunicación fluida con los semejantes.

1 comentario:

  1. Ana Ciudad3:44 p. m.

    Vivir en sociedad nos facilita los medios materiales y espirituales necesarias para desarrollar la vida espiritualy la sobrenatural.Esta convivencia es fuente de bienes,pero también de obligaciones en las esferas que tiene lugar nuestra existencia:familia,vecindad,trabajo...Estas obligaciones tienen un carácter moral por la relación del hombre a su último fin:DIOS.Su observancia o incumplimiento nos acerca o nos separa del Señor.

    ResponderEliminar

¡GRACIAS POR COMENTAR!