miércoles, 2 de enero de 2013

Distancias cortas


A CORTA DISTANCIA
Hay cosas que puede ser conveniente saberlas mirar pronto para poderlas mejorar antes. No hemos hecho más que entrar en el año nuevo. Significa que sólo hace 8 días que las estábamos celebrando y que las estábamos viendo como un punto de arranque, un punto de inflexión interesante para crear novedad más coherente hacia adelante. Sólo con escuchar a Pablo en su carta a Titi, leída en la Misa de Nochebuena, ya teníamos un programa bien definido, como brotando de los labios de ese NIÑO (“Niño”, aquí, suponía nacer, novedad, posibilidades de futuro, planteamientos básicos de arranque; “aparición de la gracia de Dios” llamaba  doble movimiento: de siega que arrasa cizaña y semilla se buen trigo).
En concreto era: Hay que desterrar ese “YO” que sigue los postulados del “mundo” sin Dios y sin consideración al prójimo, y vamos a plantearnos lo que enseña Dios: dominio de sí, apertura al otro, honradez de planteamiento en el que mueva algo superior (más justo, menos egoísta, menos personalista y más capaz de empezar a pensar junto al otro…), y de esa manera hacernos más acordes al estilo de Dios.
Poco tiempo va desde la Nochebuena hasta a aquí, y no voy a dar por perdida la reflexión tan seria a que se nos llamaba…, ahondada todavía el día de Navidad por otra reflexión dl mismo Apóstol para decirnos a qué nos llama y acucia la Navidad.  Y nos decía, con una belleza genial de San Jerónimo al traducir al latín: ha aparecido LA HUMANIDAD DE DIOS…, expresión que lleva un sentido muy tierno de Dios que se mete tan de lleno en nuestro mundo, y se mete tan a nuestra manera, que lo que llama la atención es su humanidad, su cercanía, su hacerse tan humano de sentimientos y de captación de nuestras necesidades…, que acaba convirtiéndose en un grito de atención sobre el valor del nuevo nacimiento que tiene que provocar en nosotros el hecho de ese Dios tan humano, tan íntimo, tan cercano…
Pues bien:  yo invito y me invito a hacer una reflexión así a la inmediata:  ¿realmente se ha planteado ya en mí una mirada y nueva actitud, en esta doble dirección, que renuncia  a algo a favor de crear otro algo más humano, más familiar, más noble, que mejor acerque a las personas, conduzca a un bienestar más común, menos cerrado sobre mí mismo y mis personales  planteamientos?
Esa mirada sobre uno mismo es siempre lo que tiene que ir delante. Pero no deja de ser aceptable –si no se hace como crítica sino como aprender en cabeza ajena- mirar situaciones que son comprobables y concretas, en las que puede uno decir: “aquí se ha hecho todo lo contrario”. “Aquí se está separando en vez de uniendo; aquí se está provocando malestar en vez de superar individualidades y caprichos personales”, “aquí no s está teniendo en cuenta para nada el pensamiento ajeno”; “aquí se está pasando por encima del bien común, aunque caiga quien caiga”.
Si hubiera situaciones en las que algo de eso hay (y puede ser que uno mismo sea el “protagonista” de ello), podríamos concluir que “el Niño todavía no nos ha nacido…, todavía no nos hemos dejado salvar; todavía no nos hemos humanizado”.  Y estas cosas no son para hacerse derrotistas sino para coger pronto el toro entre los cuernos, y –con el Belén todavía puesto ante nosotros-, volver a repasar esos textos de la Liturgia de Navidad, y renovar actitudes de novedad en el corazón.  Tanto se habla de nueva evangelización que empezaría a sonar a hueco ahí donde –en cosas tan concretas- no está valiendo ya ni la evangelización ue ya traíamos quienes vivimos y pretendemos vivir como cristianos y creyentes en la verdad de Jesucristo.
Pongamos mano a la obra ya.  Es todavía un momento perfecto y adecuado para poder NACER, renovarnos con el baño del bautismo, con la luz y fuerza del Espíritu Santo. Que nunca es tarde mientras no sea tarde.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡GRACIAS POR COMENTAR!