martes, 2 de octubre de 2012

Santos Ángeles de la guarda


ÁNGELES Y DEMONIOS
          La lectura continuada del libro de Job da un salto muy grande desde ayer a hoy.  Ayer teníamos a Job abajándose rendidamente ante la desgracia que le ha ocurrido en sus posesiones e hijos.  Se ha saltado toda la nueva incitación del “demonio” que –respetando la vida de Job- le lleva a ser un desecho de persona, hasta el punto de que el hombre que tenía todo en las manos, feliz y poderoso, queda ahora retirado en un estercolero, plagado de llagas supurantes y raspándose con una lasca cogida del suelo. En esa situación Job tampoco protesta contra Dios, pero él entra en la desesperanza del hombre abatido que preferiría no haber nacido, o que encontraría su descanso en morir.  Y ese es su lamento en esta lectura de hoy, explicitada muy gráficamente a través de los versos del Salmo.  Alguien se puede extrañar de que el paciente ejemplar Job llegue a esa situación. Bastaría mirar a muchas personas de acendrada fe que, ante su desgracia, su insufrible dolor, expresen –sin sentido de protesta- su ansia de dejar el tremendo padecimiento que tienen.  Ellas mismas llegan a creer que “han perdido la fe”, y sin embargo es cuando más la están viviendo, porque su clamor no va contra Dios sino precisamente en una esperanza de alcanzarlo, y con Él esa felicidad que no tienen…, ese dejar de sufrir lo que parece ya sin remedio.  Son también esas personas que dando un salto impresionante en la fe, al par que ansían dejar de sufrir, están sabiendo que no se está perdiendo ni un ápice de su padecer, por cuanto que “más pasó el Señor”, y saben unir sus dolores a la Pasión de Jesús, muy a sabiendas de que el dolor que ellas sufren está siendo redentor al incorporarse a la Sangre de Jesucristo (esa simbología preciosa de la gota de agua que se añade al cáliz que se va a consagrar, por la que lo humano –gota de agua- adquiere valor al ser depositada en el vino…, que va a ser consagrado y entregado por vosotros y por todos para el perdón de los pecados y, con ellos, para revalorizar toda acción, obra o padecimiento humano.
             El Evangelio contrarresta con la serenidad y madurez de Jesús. Iban a Jerusalén.  Samaritanos y judíos se llevaban como los perros y los gatos (¡y precisamente por motivos religiosos!..., que es lo verdaderamente escandaloso).  Envía una avanzadilla para que vayan delante y Santiago y Juan se topan con un pueblo fanático que no les deja pasar, precisamente porque van a Judea.  Y se les suben las bilis a los dos y llegan a Jesús para decirle si piden que venga fuego del Cielo que acabe con ese pueblo.  Yo siempre basculo entre dos posibles sentimientos de Jesús…, o a lo mejor están los dos juntos.  De una parte tuvo que darle risa la desmesurada reacción de esos hombres, que no encuentran otra salida que una lluvia de fuego abrasador como castigo celestial.  De otra parte pienso que aquello le causó dolor a Jesús, porque era prueba evidente de que aquellos hombres no habían captado ni una brizna del pensamiento de Jesús, a pesar del tiempo que llevaban con Jesús.  Las traducciones de su respuesta se han variado mucho, aun dentro de los textos oficiales.  La que ahora ha quedado dice simplemente que les regañó.  La anterior decía algo que me parece mucho más expresivo y didáctico: No sabéis de qué espíritu sois. No es “regañar”;  es mucho más: es hacerles caer en la cuenta de que no han captado el espíritu de Cristo, el sentir de Cristo…, y por tanto, del mismo sentir del Corazón de Dios.  No saber de qué espíritu sois es precisamente lo peor que les puede ocurrir, porque entonces ni van a entender a Jesús, ni van a sentir al modo de ese evangelio, Buena Noticia, ese Jesús que no vino a condenar sino a perdonar.  No es lo malo que se equivoquen;  es que la repetida falta en el mismo terreno está poniendo de manifiesto que no saben de qué espíritu son…, no han olido aún el sentir profundo del Corazón de su Maestro.  ¡Y esto es lo que más preocupa y hasta duele!, porque no es lo malo faltar sino volver a faltar y tropezar siempre en la misma piedra, PORQUE lo que queda patente es que no se tocado aún el sentimiento cristiano.  Con lo fácil que era dar el rodeo, irse por otro camino y salvar sin problema ni violencia la situación.  Así solucionó Jesús. Ese era su estilo.

             Titulaba “Ángeles y Demonios”.  El demonio estuvo haciendo el daño a Job; “un mal espíritu” mueve a Juan y Santiago…  Pero los ángeles de cada pequeño están siempre mirando los ojos de Dios.  Hoy celebra la Iglesia al ÁNGEL DE LA GUARDA, o ángeles custodios, esos que Dios ha destinado a ser los que cuidan de cada persona, y que con esmero especial cuidan de los “pequeños”, de los más necesitados, más inválidos por sí mismos;  esos ángeles que están muy pendientes de lo que puede hacer daño, dar mal ejemplo, producir un mal…, escandalizar…   Porque eso es de los pecados más fuertes que tocan en el Corazón de Dios y de Cristo. Hasta ese punto de que Jesús exprese con estilo suyo, muy drástico en esta ocasión, de que mejor iría al que provoca el escándalo, cortarse la mano, el pie o arrancarse el ojo…, o que alguien le hiciera el favor de atarle al cuello una rueda de molino y arrojarlo al mar…  Las imágenes son bien expresivas de la malicia y gran peligro que hay en el escándalo.  Que no sólo es un hecho “contra otros”;  muchas veces es contra sí mismo, porque quien se pone en el peligro, cae en él.  Y tan responsable del mal es cayendo que no cayendo, si tuvo la absurda osadía de ponerse en situación de peligro.

3 comentarios:

  1. Anónimo12:33 p. m.

    Es de sentir popular lo que dice el P. Cantero acerca de los angeles custodios, parece que los vemos mas aplicados a cuidar de los niños pequeños, por sus necesidades, sus peligros no solo morales sino también físicos, pero yo me pregunto, ¿Por qué los adultos no ocntamos para nosotoros con la protección de un angel custodio? - El angel custodio será también adulto y conocedor de los peligros que tambien corremos los adultos, es posiblemente el intermediario de la Providencia de Dios.
    Aunque no recemos.. cuatro angelitos tiene mi cuna... creo que podemos decirle en muchas ocasiones - échame una mano, que estás a mi lado y me hace falta ayuda.

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  2. Ana Ciudad2:48 p. m.

    Niños pequeños o adultos,todos tenemos un Angel Custodio que nos protege e intercede ante Dios por nosotros.Los Angeles han estado siempre,como mensajeros de Dios tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento.
    La fe en esta mision protectora de los ángeles vinculados a personas particulares es lo que hizo exclamar a Israel,en el momento de bendecir a sus nietos,los hijos de José"Que el Angel que me ha librado de todo mal,bendiga a estos niños".
    ¡cuántas veces nos habrán ayudado a continuar nuestro camino,cuando cansados por las dificultades nos dice como le dijo el angel Elías:"levántate y come,porque te queda todavía mucho camino"!

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  3. SAN JUAN MARIA VIANNEY
    Si los viéramos, ¿no auméntaria nuestra confianza en ellos ?Si esto
    hubiera sido necesario para la salvación de nuestra alma ,el buen Dios
    los habría hecho visibles .Pero eso tiene muy poca importancia , por
    que en nuestra religión sólo conocemos por la Fe , y esto para que
    todas nuestras acciones sean más meritorias .

    Si bien es verdad que el buen Dios se basta a sí mismo,no es menos
    verdad que ,para gobernar al mundo , se sirve del ministerio de sus
    ángeles .

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