jueves, 4 de octubre de 2012

En honor de San Francisco de Asís


”YA HEMOS PREDICADO”
          Una anécdota de San Francisco de Asís sea una forma de celebración de este gran santo de la humildad y la bondad.  Invitó a uno de sus primeros compañeros a “salir al predicar por el pueblo”.  Salieron en silencio, se dieron una vuelta por donde estaba la gente, sin decir palabra, y Francisco emprendió el regreso al convento, naturalmente acompañado por el otro, quien iba bastante perplejo.  Ya en un momento de soledad, el Hermano le inquirió a Francisco:  “Pero padre mío: ¿no íbamos a predicar?”  Y Francisco le respondió: “Ya hemos predicado”.
             A mí encanta.  Creo que el silencio predica y mejor que muchas palabras.  En muchas ocasiones callar, saber callar, es ya una predicación, un manifestar mejor la presencia de Dios.  Yo lo paso felizmente en mis largas horas de silencio, y son en las que mejor me encuentro con la paz.
             Dos últimos comentarios en el blog han coincidido en la misma idea, que yo apoyo desde aquí porque su sentido constructivo del valor del silencio  -y el mutuo apoyo entre sí de ambos comentarios…, -, predican desde el silencio de la oración, ese que ha inspirado a una persona, y ese que desde el mismo valor constructivo, han coincidido en que tenemos mucho que ORAR, y que sin oración no tendría valor nada de lo dicho.  Con oración, con espíritu que trasmite paz y que comunica inspiración de Dios, el SILENCIO, sentado, de rodillas, de pie o acostado (pero mirando al Cielo), es la gran riqueza del alma, la fuente que mana agua limpia, que purifica las negatividades de nuestros sentimientos.
             Conociendo a los dos “comentaristas” y que están viviendo este valor del silencio, los felicito porque el silencio es ya una puerta que abre la conexión con Dios.  “Nunca te arrepentirás de tus silencios, y casi siempre de tus palabras”, una gran máxima de quien supo hacerlo dignamente.
                Como añadido, tengo dos meditaciones muy queridas por mí:  una son Los silencios de Jesús, donde digo en un determinado momento que “el que mucho habla suena a hueco”  [bien se ve en el tono alto en que se tienen conversaciones en el autobús, en los comercios, por las calles…]. Otra meditación son Los silencios de María… ¡lo poco que habló María, y lo mucho que metió en su corazón para rumiarlo con la serenidad y madurez que da el tiempo, el silencio, el alma pura y simple de quien en todo tiempo y ocasión no buscó otra cosa que hacer la voluntad de Dios!.

             Sí: así, en efecto, HEMOS PREDICADO.

4 comentarios:

  1. José Antonio2:08 p. m.

    Preciosa reflexión la de hoy, que nos acerca y engrandece aún más la figura de San Francisco. San Benito, también hace alusión en su Regla a algo que en esta sociedad alejamos por estéril, por aburrido e incluso por muchos cristianos considerado como anodino... el silencio. San Benito nos habla de cultivar el silencio, de aprender el silencio... un silencio que sin escucha, carece de valor, es sólo una ausencia de ruido, pero improductivo.

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  2. Padre Cantero. ¡Qué bien describe el silencio contemplativo!Ese silencio que no es mutismo,sino vivir esa presencia amorosa de Dios donde el alma ama y adora, en lo más profundo del corazón a las TRES PERSONAS DE LA TRINIDAD.En ese clima de silencio orante es donde actua el Espíritu Santo,como dice nuestro Padre Abad General.

    "Cuando preferimos a Cristo, el Espíritu descansa, ha cumplido su misión, y se queda cerca de nosotros para indicarnos el camino de la santidad, de la plenitud de la vida en Cristo." (Mauro-Giuseppe Lepori)

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  3. Yo también le conozco a usted.

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  4. Anónimo7:37 p. m.

    El silencio habla hermanitos y mientras mas prolongado sea mayor beneficio alli en esa nada esta todo esta Dios...
    Om Namaha Shivaya

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